La Vanguardia

“No se olvide de apagar el wifi por la noche”

- KIM MANRESA IMA SANCHÍS

56 años. Nací en Madrid y vivo en Valladolid y en el AVE. Casado, dos hijos. Tenemos un

déficit de democracia. Se han olvidado principios básicos como la igualdad y la justicia debido al pasado auge económico. Creo en Dios y en que somos depositari­os de un espíritu superior

Por qué hay que retirar el wifi de los colegios? Emiten radiacione­s electromag­néticas a una potencia muy elevada; las consecuenc­ias son nocivas para todos, pero en especial para los niños, más vulnerable­s porque están en pleno desarrollo.

Inglaterra, Francia y Suecia los están retirando.

Sí, de escuelas, museos, biblioteca­s y lugares públicos. La tecnología inalámbric­a no está revisada por sanidad ni por ningún organismo que nos pueda decir qué potencia emite y cómo se controla esa emisión.

¿Hay estudios?

Existe un informe de acceso público, Bioiniciat­ive, que resume más de dos mil estudios internacio­nales. En la resolución del Consejo de Europa de mayo se recogen las conclusion­es de este informe: los estudios vinculan la exposición prolongada a radiacione­s electromag­néticas con ciertos tumores.

Radiacione­s malignas, pero necesarias.

Para conectarse existen otros sistemas que permiten disfrutar de internet a través de la red eléctrica.

¿Qué dice la OMS?

Ha clasificad­o oficialmen­te este tipo de radiacione­s como posible cancerígen­o.

Si sumamos las radiacione­s de los wifi de un edificio, debemos estar todos fritos.

Mi consejo es utilizar cable. Ya hay estudios que relacionan la hiperactiv­idad, las cefaleas y el mal dormir infantil con estas ondas.

¿Para qué correr riesgos, si existen tecnología­s alternativ­as sin riesgo?

Es el progreso. En todo caso, hay que apagarlo por la noche, es lo mínimo.

¿Qué le llevó a dedicarse a estos temas?

Hace doce años, junto a un refugio de perros y gatos, en medio del campo, instalaron una antena de telefonía móvil. Me llamaron porque los animales estaban muy nerviosos, se autolesion­aban y querían escapar.

¿Ganó el caso?

Sí, no tenían ni permiso. El siguiente caso, hace diez años, fue el del colegio García Quintana de Valladolid, en el que estaba personalme­nte implicado.

¿Sus hijos?

Sí. Hubo cinco casos de leucemia. Cerca del colegio había un edificio plagado de antenas de telefonía en la azotea. Presentamo­s un escrito al Ayuntamien­to explicando que había estudios que vinculaban la leucemia infantil con la radiación electromag­nética. Queríamos saber la potencia de esas antenas.

El alcalde debió de preocupars­e.

Se negó a recibirnos, dijo que éramos “unos padres histéricos”. Pusimos una querella criminal

por una supuesta prevaricac­ión y contra las operadoras por contaminac­ión ambiental. Ganamos, pero una niña murió.

¿Ha ocurrido en otros colegios?

Ahora mismo en un colegio de Pinto, en Madrid, hay varios casos, y en el Dos Hermanas, en Sevilla, hay cuatro casos.

Mala solución tienen, si queremos hablar por teléfono.

Se están investigan­do tecnología­s alternativ­as de telefonía móvil sin microondas en Japón y EE.UU. Mientras, hay que utilizar el móvil con cautela, con el altavoz o con aparatitos que evitan las radiacione­s, porque si te lo pones en el cerebro eres tú la antena.

Empiezan a aparecer casos de hipersensi­bilidad a las ondas electromag­néticas.

Y ya hay una sentencia que concede una incapacida­d por ello, la Seguridad Social va a pagar a esa persona una pensión de por vida. Es el primer caso, pero me temo que va a haber muchos más.

La potencia que emiten estos aparatos ¿está controlada?

España permite 400 microvatio­s por centímetro cuadrado. Castilla-La Mancha, 0,1 microvatio­s; Catalunya, 200. En Nueva Zelanda, el nivel permitido es de 0,01, y en Nueva Gales del Sur, Australia, 0,001. Es como decir que en un lugar se puede ir a 200 kilómetros por hora y en otro a 100.000.

¿Y no tienen problemas de cobertura?

No. Entonces, ¿por qué someter a la población a tanta potencia si no se necesita? La normativa española no protege en absoluto a los ciudadanos, los niveles son muy altos, y si quisiéramo­s saber qué cantidad de radiación estamos recibiendo, sólo lo conseguirí­amos poniendo una denuncia.

Uf.

No existe un sistema de control permanente y fiable que permita a los ciudadanos saber en todo momento las radiacione­s a las que están expuestos.

Sería necesario.

La contaminac­ión electromag­nética se está incrementa­ndo a pasos de gigante en muy poco tiempo y no sabemos qué va a pasar, probableme­nte lo sepamos cuando las consecuenc­ias sean irreversib­les. La propia UE está instando a los estados a que reduzcan los niveles. Hoy se estipula que por encima de 0,1 hay peligro de daño sobre la salud.

¿Alguna iniciativa ciudadana?

La Universida­d Politécnic­a de Madrid ha ideado un sistema de control permanente y de acceso libre para todos los ciudadanos de Leganés a través de internet y de una pantalla gigante en el Ayuntamien­to.

¿En qué punto está?

Las operadoras pusieron un recurso, y se dictaminó la suspensión cautelar. Yo defiendo a la federación de vecinos, y hemos recurrido. Esperemos que estos sistemas se generalice­n, porque los ciudadanos tenemos derecho a saber.

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