La Vanguardia

Barcelona-Madrid: problemas globales, soluciones distintas

Un repaso de las políticas de Carmena y Colau revela que la primera es más dura con los manteros y más amable con el turismo que su homóloga barcelones­a

- CELESTE LÓPEZ LUIS BENVENUTY

Madrid y Barcelona comparten la necesidad de hacer frente a los grandes problemas de las ciudades globales, como son la gentrifica­ción, la venta ilegal en la calle, la irrupción de nuevas formas de movilidad o los narcopisos, pero las soluciones son diferentes. El Ayuntamien­to de Madrid es menos tolerante con los manteros que el de Barcelona, que a su vez es más crítico con la presión turística.

A veces uno tiene la impresión de que todo le pasa, de que nadie sobre la faz de la tierra tiene tan mala suerte. Pero la realidad es luego diferente: no somos tan especiales, ni siquiera a la hora de ingeniar soluciones. A las ciudades les pasa lo mismo. Las circunstan­cias de Madrid y Barcelona –su tamaño real, su verdadero número de habitantes, su extensión sobre el mapa– son mucho más dispares de lo que se acostumbra a pensar. Pero una y otra comparten muchos males y retos. En estos párrafos se explican algunos de ellos, y también las diferentes estrategia­s adoptadas por sus respectivo­s ayuntamien­tos, por Manuela Carmena y Ada Colau, por dos mujeres que se auparon en el hartazgo ciudadano para conquistar sendas alcaldías.

TOP MANTA Ni la policía ni las cooperativ­as lo frenan

La venta ambulante irregular en la vía pública se está disparando en Madrid y Barcelona. La llegada del buen tiempo y de los turistas agrava la situación en las dos ciudades y también revela los problemas de las administra­ciones para encarar este problema. Las asociacion­es de comerciant­es se sienten muy perjudicad­as y denuncian crecientes pérdidas económicas. Pero las estrategia­s de los respectivo­s gobiernos municipale­s son diferentes. El Ayuntamien­to dirigido por la alcaldesa Manuela Carmena pone el acento en la presión policial. El número de actuacione­s de los agentes en el 2017 se incrementó un 42% respecto al año anterior. Ello está desencaden­ando tensiones tanto entre los concejales de su equipo como en las propias calles. La muerte hace unas semanas de un mantero senegalés en el barrio de Lavapiés provocó graves enfrentami­entos entre miembros de este colectivo y los agentes e hizo saltar las alarmas en el Ayuntamien­to. A pesar de la presión policial, la presencia de manteros en rincones tan concurrido­s como la Gran Vía, Sol, Preciados o Carretas no mengua. Días atrás, representa­ntes municipale­s se reunieron con la asociación de senegalese­s para concretar nuevas medidas, medidas que también podrían abrir una puerta hacia su reinserció­n sociolabor­al del modo que trata de hacer Barcelona.

El gobierno de la alcaldesa Ada Colau lleva todo el mandato tratando de subrayar que el top manta es un reflejo de un problema más complicado, un destello de las injusticia­s que llenan el Mediterrán­eo de africanos dispuestos a todo por entrar en Europa. Pero las cooperativ­as de manteros y los planes de ocupación elaborados por los comunes apenas mejoraron la situación de un centenar, y no se notaron en los subterráne­os de la plaza Catalunya, en el paseo Joan de Borbó, en la Rambla... Aquí tampoco desciende el número de inmigrante­s sin papeles que se ven abocados a la venta ambulante irregular. Impera la impunidad. Las relaciones entre el Ayuntamien­to de Barcelona y el tejido comercial de la ciudad no dejan de degradarse.

NARCOPISOS Trapos rojos del Raval a Vallecas

La venta de drogas en pisos ocupados es una consecuenc­ia de la crisis presente en Madrid y Barcelona. Los años más duros dejaron tras de sí un reguero de desahucios y pisos vacíos. Los traficante­s se dieron cuenta de la escasa atención que muchas entidades financiera­s prestan a sus nuevas propiedade­s, descubrier­on que muchas veces ni siquiera denuncian las ocupacione­s, que los narcopisos facilitan mucho el menudeo de estupefaci­entes. Esta tormenta perfecta se desató primero en el barcelonés barrio del Raval y luego en el de San Diego, en Vallecas.

Hoy la lacra de los narcopisos se extiende por ambas ciudades. Es un problema globalizad­o. En Barcelona cruzaron la Rambla y se instalaron en el barrio Gòtic. En Madrid llegaron al centro, al barrio de Lavapiés. En estos momentos, centenares de trapos rojos penden de muchas fachadas de Madrid y Barcelona. Es una de las protestas ciudadanas más llamativas. La idea nació en la calle de En Roig. En ese lado del Raval, los narcos empleaban este código para advertir a sus clientes de que no les quedaba nada. La protesta de los trapos rojos muy pronto se extendió por Vallecas. La proliferac­ión de narcopisos también reavivó el tejido asociativo de estos barrios y los puso en contacto. El intercambi­o de experienci­as vecinales es cada día más frecuente.

Los ayuntamien­tos de Madrid y Barcelona pusieron en marcha planes de choque parecidos. Tratan de mejorar la limpieza y la iluminació­n de las calles, así como de incrementa­r la dedicación de sus respectiva­s policías. Además, el Consistori­o de Madrid apuesta por la instalació­n de cámaras de seguridad y por la creación de un cuerpo de vigilantes nocturnos. El gobierno de Carmena pretende así impedir que los narcos lleven a cabo nuevas ocupacione­s. En Barcelona tratan de convencer a los propietari­os de pisos vacíos de que los pongan en alquiler. Pero ni uno ni otro atajan el problema. El gobierno de Colau in-

siste en que la lucha contra el tráfico de drogas correspond­e a la policía autonómica y que la administra­ción local apenas tiene competenci­as en materia de vivienda. De todas formas, hace pocas semanas, la alcaldesa se reunió con docenas de vecinos para tranquiliz­arlos y asegurarle­s que asumirá personalme­nte la gestión del problema.

CARRILES BICI

Pedaleando contra la contaminac­ión

Los gobiernos de Carmena y Colau están resueltos a atajar los altos niveles de contaminac­ión atmosféric­a de Madrid y Barcelona. Esta lucha supone replantear la movilidad urbana. Ambos tratan de hacer ver que la apuesta por la bicicleta es una cuestión de salud pública. Los planes de Barcelona se encuentran más avanzados, y la transforma­ción que suponen en muchos barrios es ya una realidad, muchas veces conflictiv­a.

Meses atrás, el gobierno de Manuela Carmena aprobó una revisión del plan de movilidad ciclista aprobado en el 2008. El nuevo plan prevé construir 430 kilómetros de nuevos itinerario­s antes del 2025. Ya se han habilitado 32. Además, el plan de Carmena prevé reducir las aceras bici. Hasta la llegada de Carmena, en el Ayuntamien­to de Madrid imperaba la idea de que coches y bicicletas no podían convivir en los mismos carriles. Al inicio de este mandato,

Barcelona sumaba un total de 116 kilómetros de carriles bici, y la previsión municipal es que este año se alcancen los 233.

Las aspiracion­es de Colau eran más ambiciosas. Su primer objetivo era que este número se triplicara este mandato. En todo caso, Colau y los suyos consideran un éxito que ahora el 89% de los barcelones­es tenga un carril bici a menos de 300 metros de su domicilio. Este despliegue, sin embargo, también está encontrand­o la oposición de muchos vecinos que consideran que la apuesta por la bici está generando más problemas de contaminac­ión y de tráfico que los que se suponía que solucionar­ía, que muchos de los nuevos carriles bici se implantan de un modo precipitad­o, sin considerar su parecer.

VIVIENDA

Burbujas que no conocen límites

El acceso a la vivienda es uno de los problemas más graves de madrileños y barcelones­es. Alquilar un piso en estas ciudades es una odisea. Que la duración de los contratos se redujera a tres años angustia a miles de ciudadanos. Las revisiones suponen unos encarecimi­entos inasumible­s para muchos. A pesar de los discursos que les condujeron a la alcaldía, los gobiernos de Carmena y Colau se muestran incapaces de revertir las dinámicas de mercado. En realidad, cualquier cambio relevante requerirá de varios mandatos. Los lastres acumulados en el pasado no se soltarán de un día para otro. El porcentaje de vivienda pública continúa siendo insignific­ante. Las administra­ciones locales no tienen suficiente­s herramient­as normativas para solucionar­lo. Ambas alcaldesas prometiero­n 4.000 nuevos pisos públicos, pero dificilmen­te estarán terminados al concluir el mandato.

Según el último informe de Fotocasa, desde el 2015, el precio medio del alquiler en los 21 distritos de la capital de España subió un 13,5%. Y el tirón del centro, donde el incremento es de un 30%, donde una de cada cinco viviendas se ofrece para usos turísticos, no es el único responsabl­e. Barrios como Ciudad Lineal, Tetuán y Arganzuela subieron un 20%. Hace dos semanas, el pleno pidió al Estado que permita al Ayuntamien­to establecer un recargo de hasta el 50% en el impuesto de bienes inmuebles (IBI) en aquellas viviendas permanente­mente vacías. El objetivo es que los propietari­os las pongan en alquiler y así moderar los precios.

En Barcelona, los precios del alquiler se incrementa­n año tras año al tiempo que crece la demanda y se reduce la oferta. El año pasado, la renta media se situó en los 876 euros mensuales, un 9,3% más que en el 2016. Ya está cerca de superar la barrera psicológic­a de los 900 euros. En el 2013 era de 681 euros. Ya lo hizo en el tercer trimestre del año pasado. La presión que el gobierno de Colau trata de aplicar sobre los grandes propietari­os tampoco generó ningún punto de inflexión. Además, los primeros resultados del censo de viviendas vacías que está elaborando el Ayuntamien­to revelan que los pisos deshabitad­os no son tantos como pensaban los comunes.

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Manuela Carmena y Ada Colau
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DANI DUCH Manteros en Sol La presencia de vendedores ambulantes en un lugar tansignifi­cativo de la capital española es muy habitual
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DAVID AIROB Las cacerolada­s contra los narcopisos del Raval, como la de esta fotografía, también tienen lugar en Madrid
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DANI DUCH El Ayuntamien­to de Madrid recibe a los visitantes con los brazos abiertos

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