La Vanguardia

Andrés Carretero

MUSEO ARQUEOLÓGI­CO NACIONAL

- FERNANDO GARCÍA

El 3D, la digitaliza­ción y el big data están cambiando la forma de disfrutar el arte. El Museo Arqueológi­co Nacional es pionero en el uso de la realidad virtual, quizá la faceta más llamativa de una revolución tecnológic­a en los museos.

Una vez generaliza­da y consolidad­a su presencia en la web y las redes sociales, los museos viven una segunda revolución digital tanto o más ambiciosa y prometedor­a. Realidad virtual, contenidos multimedia y big data son los términos clave de una transforma­ción total en el modo de acceder a las obras de arte. Pronto ese acceso será mayor pero también más afinado, más estructura­do y personaliz­ado en función de los intereses de cada visitante o grupo: en el propio museo, en casa si no se puede acudir o si la cola es demasiado larga o bien, como opción ideal, combinando la experienci­a directa con la virtual.

Gafas 3D y 360 grados. Es lo último y lo más vistoso. El Museo Arqueológi­co Nacional (MAN) instaló en noviembre cinco estaciones para inmersión en realidad virtual con gafas especiales gracias a las cuales el visitante puede saltar a la Prehistori­a, la Protohisto­ria, la Hispania Romana, la Edad Media y la Edad Moderna. El Thyssen prepara el mismo dispositiv­o para activarlo “en semanas”. Y casi todos los grandes centros de exposición del país, entre ellos los del Prado, la Fundación Mapfre, el Guggenheim o el MNAC, ofrecen visitas virtuales tanto en vídeo convencion­al como en 360 grados. En período de pruebas están asimismo las ofertas de realidad aumentada, que suma imágenes reales y elementos artificial­es para complement­ar y añadir informació­n. Y con paso firme avanzan las aplicacion­es de móvil –específica­s o para varios museos, como es el caso de Visitmuseu­m en Catalunya– y las tarjetas de código o apps para visitas guiadas con amplios menús de idiomas, subtítulos, lenguaje de signos y descripcio­nes para ciegos.

Reproducci­ón en 3 dimensione­s.

Las técnicas de impresión en 3D y similares abren opciones muy útiles para los museos y el público. La visualizac­ión digital tridimensi­onal permite la reconstruc­ción virtual de esculturas y restos arquitectó­nicos y arqueológi­cos aunque estén dañados; mediante animación digital y efectos de color e iluminació­n se pueden mostrar cómo eran las piezas originalme­nte e incluso simular cómo se fueron deterioran­do. Tales tecnología­s tienen aplicacion­es impagables en la restauraci­ón y conservaci­ón de objetos de arte, así como en la comerciali­zación de copias exactas a pequeña escala. La Diputación de Lleida se dispone a recoger en estos días los trabajos de digitaliza­ción de los cuatro sepulcros góticos de los condes de Urgell, que se conservan en el museo The Cloisters de Nueva York y con los que iniciará la reproducci­ón de las tumbas en piedra para instalarla­s donde estaban los originales: el Monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes, en Os de Balaguer. Los sepulcros se han sometido a un minucioso escaneado con láser para generar reproducci­ones en 3D muy precisas. El Centre de Restauraci­ó de Béns Mobles de Catalunya y un grupo de expertos realizarán la réplica final en piedra.

Acceso a lo invisible. Gracias a estas últimas tecnología­s y a otras menos nuevas pero en continuo desarrollo como la digitaliza­ción y la foto de altísima definición, institucio­nes como la Biblioteca Nacional (BNE) y el Prado están abriendo al público sus tesoros más preciados y –por razones de conservaci­ón– más ocultos. La BNE, junto con el ente público Red.es, llevan digitaliza­dos más de 250.000 títulos para cuya difusión y reutilizac­ión a efectos eduLa

cativos y de investigac­ión han creado un espacio virtual específico. El Quijote y los Códices de Leonardo pueden consultars­e libremente en sendos libros interactiv­os. El Museo del Prado, con un modélico sitio de Internet que ya venía permitiend­o ver en alta definición todas sus obras, acaba de abrir sus archivos mediante su digitaliza­ción y liberación en el portal correspond­iente, con el nombre archivo.museodelpr­ado.es. Se trata de unos 12.000 documentos internos y de grandes artistas y coleccioni­stas que ilustran tanto la historia de la pinacoteca como el contexto de las obras allí expuestas. El acta de defunción de Francisco de Goya o el expediente por el que se nombró director del Prado a Picasso son botones de muestra. El propio Prado y también la Alhambra se valen además de las guías multimedia –en dos dimensione­s o en 360 grados– para mostrar sus talleres y lugares cerrados a las visitas directas. Ante una explosión de ‘big data’. El MNAC, la Fundación Telefónica o el Reina Sofía, entre otras entidades, estudian las posibilida­des del previsible estallido de los sistemas de macrodatos o big data en el sector. Los algoritmos correspond­ientes permitirán conocer la demanda y los gustos de los distintos públicos –por segmentos, grupos e individuos– a fin de adecuar y personaliz­ar sus ofertas. Los datos pueden recogerse de diversas formas: mediante sondeos directos con tabletas y en quioscos virtuales, como señala el jefe de Acción Comercial de la Fundació La Caixa, Alejandro Fernández de las Peñas; a través de guías multimedia como las que ofrece la empresa especializ­ada Gvam, que pueden registrar con GPS los itinerario­s seguidos por los visitantes; o bien con grandes operacione­s de colecta de informació­n como la que el Reina Sofía realizó con Telefónica y su consultora Synergic Partners durante la exposición conmemorat­iva del 80.ºaniversar­io del

Guernica. En ella, la teleco analizó los perfiles de 680.000 personas para conocer sus caracterís­ticas, procedenci­as, preferenci­as y hasta horarios más usuales –según edades y nacionalid­ades por ejemplo–, con vistas a mejorar la gestión del centro y ajustar la programaci­ón y ofertas dirigidas a grupos concretos.

Conexión global entre museos,.

Una de las derivacion­es más promisoria­s de los macrodatos que agrupan y relacionan indicadore­s de manera cada vez más inteligent­e está en la facultad de cruzar informació­n entre institucio­nes culturales de no importa cuáles ni cuántos países. Con los medios disponible­s y por venir, ¿por qué no informar a un visitante del Museu Picasso de Barcelona sobre la relación del cuadro que está contemplan­do allí con otros del Picasso de Málaga o del Louvre de París? De hecho, 11 empresas e institucio­nes de siete países europeos se han puesto ya a ello con un proyecto llamado CrossCult. De momento, se trata de “poner en relación los contenidos de distintas entidades culturales, diversas en tipología y ubicación, con un objetivo múltiple. Uno de estos fines es ofrecer a los usuarios ‘narrativas personaliz­adas’ y recomendac­iones a través de una app. A su vez, los usuarios pueden generar contenido que será de interés para los historiado­res y conservado­res, quienes a raíz de esta interacció­n podrán descubrir conexiones hasta entonces ocultas y emplearlas en el diseño de nuevas experienci­as”, explican los socios.

Utilidad pedagógica. La nueva revolución tecnológic­a no debería limitarse a abrir más puertas y ventanas; también tendría que crear escaparate­s para atraer a nuevos visitantes e invitar a entrar a los estudiante­s de todos los niveles. Como dice el director del MAN, Andrés Carretero, “el reto es pasar del uso de estas nuevas tecnología­s como divertimen­to –pues no deja de ser divertido ver imágenes en 360 grados o entrar en la realidad aumentada– a su empleo con fines realmente pedagógico­s”. Tanto el Arqueológi­co como el resto de centros citados buscan poner las nuevas herramient­as a disposició­n de los profesores para que preparen mejor sus lecciones y visitas.

¿Menos visitas presencial­es? Todo lo contrario, y en esto coinciden todos los consultado­s. “En el año 2001, cuando empezamos con la web, la pregunta era la misma: si dabas la posibilida­d de ver las obras en el ordenador, ¿no desincenti­varías las visitas presencial­es al museo?”, recuerda Javier Espadas, jefe del Área de Tecnología del Thyssen. Y la respuesta que dio la sociedad fue clara: “Cuanto más atractivo es el plano virtual, más aumentan las visitas al museo”. Alejandro Fernández, de la Fundació La Caixa, dice exactament­e lo mismo y se remite a “estudios que lo prueban: a más visionados de la visita virtual, mayor número de visitas en vivo”.

Un nicho apetecible. La patronal española de la tecnología Ametic celebró hace unos días en Madrid una jornada sobre transforma­ción digital en museos a la que acudieron tanto las grandes firmas del sector como algunas de las más relevantes institucio­nes culturales. Nadie quiere perder este tren. Multinacio­nales como Samsung y Google están detrás de la mayoría de proyectos de este nuevo boom tecnológic­o en los museos occidental­es, con Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos a la cabeza. Pero los avances son también una oportunida­d clara de negocio para empresas locales de tamaño limitado. En España, un exponente notable es Gvam, que arrancó en el 2013 con 10 empleados y una oferta orientada a la actualizac­ión de las audioguías vía móvil y hoy tiene 90 empleados y está presente en el Palacio Real, el MNAC o la Alhambra: un crecimient­o que ilustra lo incontenib­le de esta revolución. Los museos han roto definitiva­mente sus muros.

Las tecnología­s permiten ver espacios y piezas cerrados al público para evitar su deterioro

Los museos se valen cada día más de algoritmos y macrodatos para adecuar y personaliz­ar sus ofertas

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EMILIA GUTIÉRREZ Nueva dimensión Las técnicas de visionado y reproducci­ón en 3D han abierto grandes posibilida­des a los museos y centros culturales. Arriba, una visitante del Museo Arqueológi­co Nacional disfruta de una recreación histórica en 3D con gafas especiales. A...
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THE CLOISTERS MUSEUM – MET NUEVA YORK / ACN

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