Abdul Fatah al Sisi
PRESIDENTE DE EGIPTO
Al Sisi ha ganado su reelección con un 97% del voto, pero no ha logrado una participación alta en las urnas: sólo un 41%. Era candidato único, aparte de un acompañante. Todos los demás aspirantes fueron vetados o encarcelados.
Afrin, libre de milicianos kurdos, y Guta Oriental, libre de milicianos islamistas. El intercambio de cromos entre Erdogan y El Asad, apadrinado por Moscú, se consumó ayer con la evacuación en autocares del último grupo rebelde activo en la periferia de Damasco. Más de un millar de yihadistas –y sus parientes– del Ejército del Islam, según medios oficialistas sirios, habrían abandonado ayer mismo Duma, en Guta Oriental. Algunos miles más deberían seguir sus pasos en los próximos días, aunque se especula con que una facción rebelde podría presentar resistencia y, de cualquier modo, no hay reconocimiento oficial por parte de la guerilla islamista de su derrota, que es también la mayor victoria del régimen sirio desde la toma de Alepo en el 2016.
Tras su brutal ofensiva lanzada hace seis semanas, el ejército sirio ha recuperado el control del 95% del enclave. Una oenegé estireúnen ma en 1.600 las víctimas mortales de la operación aérea y terrestre. Sin embargo, tal como sucedió en los últimos enclaves bajo control del Estado Islámico –y más recientemente, en Afrin, bajo control kurdo–, nadie ha luchado hasta la última bala. El acuerdo patrocinado por Rusia, aceptado este domingo por el Ejército del Islam, había sido aceptado antes por otros dos grupos islamistas en Guta.
Decenas de miles de personas han salido del enclave rebelde desde finales de marzo, con apenas una maleta –principalmente hacia la también rebelde Idlib– después de haber sido una piedra en el zapato de El Asad desde el mismo inicio de la guerra, en el 2012. Los habitantes de la vecina Damasco, a la que martilleaban regularmente con obuses o a la que mandaban terroristas suicidas, no los van a echar de menos.
Al menos veinte autocares cargados de islamistas habrían salido ayer, a través de un campo de refugiados palestinos, con destino a Yarablus –en el noroeste–, enclave rebelde bajo tutela turca. Los milicianos se llevan sus armas automáticas, pero los vehículos son registrados para evitar el traslado de rehenes o explosivos, así como artillería.
Para que nadie malinterprete quién marca el paso en Siria, Putin, Erdogan y el iraní Rohani se mañana en Ankara para atar cabos en Siria. Asimismo, los dos primeros escenifican hoy –una vez más– su sintonía poniendo la primera piedra de la primera central nuclear turca, de factura rusa.
Para terminar de complicar las cosas, Donald Trump –que ha hablado por teléfono dos veces con Erdogan en pocos días– se apartó la semana pasada de la línea intervencionista de sus departamentos de Estado y Defensa, e insinuó que tras la derrota del Estado Islámico, EE.UU. se prepara para retirarse de Siria, para que se ocupen otros.
A pesar de las declaraciones de Trump, diarios turcos solventes aseguran que EE.UU. no sólo no está abandonando a los milicianos kurdos en Manbij –desafiando a Turquía– sino que además a sus 2.000 efectivos acaba de añadir otros 300, con maquinaria de construcción.
Sin embargo, el final de partida podría haberlo insinuado Emmanuel Macron la semana pasada, tras reunirse con representantes kurdo-sirios del YPG. El presidente de Francia, que quiere que su país recupere influencia en su exprotectorado, dejó caer que habría que encontrar una solución política “especialmente para el nordeste de Siria”.
El desenlace podría ser una autonomía kurda al este del Éufrates, contigua a la Región Kurda de Irak. La gran diferencia desde el punto de vista turco es que los conservadores de Barzani, en Erbil, han demostrado ser buenos socios. Mientras que el YPG es la filial siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, en guerra con el Estado turco desde hace tres décadas. Una guerrilla de extrema izquierda que estuvo en la órbita de la URSS y Hafez el Asad, y ahora de Washington.
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