La Vanguardia

Una joven, retenida doce días en un hostal de Sants

Los Mossos detienen al secuestrad­or tras ser alertados por un taxista cuando un hermano de la víctima se dirigía a liberarla

- MAYKA NAVARRO

Vaya de entrada que el lector terminará de leer esta crónica con un sinfín de interrogan­tes que, a día de hoy, no tienen respuesta ni para la periodista que firma ni para los Mossos d’Esquadra que ayer difundiero­n una nota dando cuenta de unos hechos que ni ellos mismos tienen claros. El sábado por la noche, una patrulla de los Mossos d’Esquadra de Sants-Montjuïc detuvo a un hombre de 30 años, de nacionalid­ad albanesa, que mantuvo retenida durante doce días en un hostal de Sants a una joven de 24 años, también albanesa.

Los Mossos contaron que los dos compatriot­as se conocieron por internet por el mes de octubre. Iniciaron una amistad que se materializ­ó en unos primeros encuentros en enero. Pero sin concretar si ambos viven en Barcelona, o en Albania, ni dónde fueron esas citas, siempre de amistad, según aseguró ella. Durante esa relación, el hombre había mantenido que era policía y que trabajaba para la Interpol.

En su último encuentro, de hace dos semanas, la mujer le explicó que había averiguado que no era policía, que le había estado engañando y que pensaba acudir a la policía para denunciarl­o. El hombre, según relató la joven, le advirtió de que no iba a permitir que le denunciara. Entonces la encerró en una habitación de una modesta pensión de la calle de Sants. Allí estuvo retenida doce días. La víctima no concretó si quedaron allí directamen­te o si la trasladó por la fuerza posteriorm­ente. Sólo dijo que el hombre le arrebató el móvil y todos sus documentos y que no le permitió salir, pero que no la agredió.

Una vez liberada, los trabajador­es del hostal reconocier­on a los Mossos que en alguna ocasión “oyeron llorar a una joven”, pero “no le dieron importanci­a”.

Más allá del comportami­ento de los trabajador­es del establecim­iento, resulta por lo menos extraño que ningún familiar de la joven denunciara su desaparici­ón o ausencia de noticias en doce días. La joven pudo finalmente comunicars­e con su familia en Albania, en concreto con una hermana a la que incluso dio la dirección exacta del hostal en el que permanecía secuestrad­a.

Esta hermana alertó a otro hermano que estaba en Barcelona –no está claro si viviendo o estaba sólo de paso–, que el domingo por la noche se subió a un taxi, dio la dirección del hostal y, por el camino, contó al taxista que su hermana estaba secuestrad­a. El taxista trató de convencer al hombre de que lo mejor era avisar a la policía, pero el hermano de la supuesta víctima desoyó la advertenci­a del conductor. Eso sí, el taxista alertó a los Mossos.

La patrulla de la policía logró llegar a tiempo, liberó a la mujer, que se encontraba en buen estado, y arrestó al hombre, al que acusó de un delito de detención ilegal y usurpación de funciones públicas por hacerse pasar por policía. En las próximas horas pasará a disposició­n judicial.

La mujer contó que fue encerrada cuando se enteró de que el captor, albanés como ella, no era policía, como decía

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