“He vuelto”
Tras renunciar al Mundial, Anna Muzychuk gana el Europeo
De su infancia, Anna Muzychuk (27) conserva algunos recuerdos difusos. Era una niña cuando los padres la llevaban a una avenida de Lviv, a ella y a su hermana Maria. Colocaban a las niñas sobre las baldosas y les decían:
–Ahora, tenéis que moveros como el alfil. O como el rey. O como el caballo.
Y las niñas saltaban de un lado al otro.
–¿Y eso?
–Las baldosas imitaban el tablero del ajedrez. Nuestros padres habían sido jugadores de ajedrez. Ambos lo habían hecho a nivel nacional. Luego estudiaron en la Universidad del Deporte y entonces se hicieron entrenadores. Yo tendría unos tres años. Ellos querían que nos dedicáramos a aquello mismo.
Aquel aprendizaje cundió en las niñas. Con el tiempo, Anna y Maria Muzychuk se convirtieron en campeonas mundiales. Y después, en adalides en la lucha por los derechos de las mujeres: en diciembre del año pasado, ambas renunciaban a acudir a los Mundiales de ajedrez que se disputaban en Arabia Saudí.
En febrero, Anna Muzychuk ofrecía sus argumentos a La Vanguardia. La entrevista se había celebrado en València, a un paso de la sala de la Cuna del Ajedrez Moderno. En la víspera, se había impuesto en el Women Chess Stars, torneo internacional valenciano.
–Cuando supe que el Mundial sería en Arabia Saudí, busqué información. Observé que sus costumbres eran discriminatorias con las mujeres. Vi que, para salir a la calle, ellas debían ir acompañadas de hombres. Y que debían taparse el cabello con una abaya. Me pareció inaceptable. No fui.
En el caso de Anna Muzychuk, su decisión tenía un importante valor simbólico y unas duras consecuencias económicas. Era la última campeona del mundo (acumula dos oros). Y pagaban 80.000 euros por el título.
El asunto tuvo una notable repercusión mediática, una realidad que tampoco afectó a Muzychuk. Su nota en Facebook se convirtió en la más seguida en la historia de Ucrania. Recibió 170.000 me gusta. La compartieron 70.000 veces. Y llegaron 30.000 comentarios.
–También recibí algunos comentarios negativos. Pero en general hubo muchos más apoyos, algo que no me esperaba.
Siguió invirtiendo seis horas diarias en su entrenamiento, preparándose para su regreso, que se producía la semana pasada, en el Europeo de ajedrez relámpago y rápido, en Tblisi (Georgia).
Tuvo éxito. Logró el oro en la modalidad relámpago (de tres minutos por jugadora) y el bronce en el ritmo rápido (partidas a quince minutos), compartiendo el primer puesto con la alemana Elizabeth Paehtz y la rusa Anastasia Bodnaruk. El triunfo le permitió embolsarse 4.000 euros.
Y luego Muzychuk escribió en las redes sociales: “He vuelto”.
Lo dijo con un amplia sonrisa en el rostro. Aunque con ciertas dudas acerca de su futuro...
La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) pretende reeditar en Arabia Saudí el Mundial de partidas rápidas y blitz. Sería así en sus dos próximas ediciones. Esa es la fuerza del petrodólar: las hermanas Muzychuk podrían pasarse tres años sin disputar los Mundiales.
–Si el Mundial sigue en Arabia Saudí, ¿qué haría usted? –se le preguntaba en febrero.
–Hay mucho tiempo por delante para decidir dónde será el próximo Mundial. Pero espero que sea en otro lugar.
Otra cosa es lo que ocurra en el Mundial de partidas lentas. Esta disciplina se disputará en Rusia, en noviembre. Y ahí, Anna Muzychuk también tiene sus opciones: ha sido subcampeona del mundo.
–¿Cree que se ha complicado la vida renunciando a Arabia Saudí?
–Aquella decisión no cambió mi vida completamente. Hay muchas otras competiciones. Sigo intentando aprender cada día. –¿Cómo lo hace? –Entrenándome, jugando, analizando partidas. Tengo que leer manuales. Pero sobre todo, me paso mucho tiempo con el ordenador. ¿Sabe? La máquina ya juega mucho mejor que el humano. –¿Es imbatible?
–El mejor ajedrecista del mundo podría sacar una victoria entre cien partidas. Y sería de milagro. Es así desde 1997, cuando Deep Blue derrotó a Kasparov.
–Pero el nivel del hombre, ¿no sigue creciendo?
–Por supuesto. Aunque ahora lo hace aprendiendo de los ordenadores, cuyo rendimiento se ha disparado.
Hoy ya no nos derrota una computadora del tamaño de una sala de 40 m2. Basta con un móvil.
UN CASO QUE ALTERÓ EL AJEDREZ En diciembre, Muzychuk se negaba a ir al Mundial en Arabia Saudí porque no quería vestirse con la abaya
EL PRESENTE “Hoy, el mejor ajedrecista del mundo ganaría al ordenador una de cien partidas, y sería de milagro”