La Vanguardia

Alemania libera a Puigdemont y rechaza el delito de rebelión

La falta de agentes de la Urbana causa problemas de seguridad oeLa justicia alemana fija una fianza de 75.000 euros y sólo prevé una posible pena por malversaci­ón oeEl tribunal de Schleswig-Holstein descarta la existencia de violencia que imputa el Suprem

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

El 1-O no hubo violencia. El 1-O no hubo rebelión. Y sin violencia ni rebelión, el Tribunal de Schleswing-Holstein ha dejado a Carles Puigdemont en libertad bajo fianza en Alemania mientras estudia su extradició­n por un delito de malversaci­ón. “Nos vemos mañana”, anunció en su perfil de Twitter tras conocerse la decisión. Esta mañana abandonará la cárcel alemana de Neumünster y se instalará en una nueva residencia en Alemania –podrá moverse por todo el país– una vez cubra la fianza impuesta de 75.000 euros que cubrirá la caja de solidarida­d independen­tista. No estará solo, ya que hoy se trasladan a Alemania decenas de compañeros para recibirlo. Ayer era día de celebració­n.

Puigdemont habrá pasado 12 días en prisión y ni tan sólo ha presentado alegacione­s ante el tribunal. La comparació­n con los miembros de su Govern sobre los que pesa la misma acusación de rebelión en España es flagrante. Oriol Junqueras y Joaquim Forn llevan en prisión preventiva en la cárcel de Estremera desde el 2 de noviembre, el resto de exconselle­rs pasó un mes en prisión y volvieron a ingresar hace dos semanas, como la expresiden­ta del Parlament; los líderes de las entidades independen­tistas, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, están en Soto del Real desde el 16 de octubre. Ayer mismo la Audiencia Nacional procesó al mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero por sedición también apelando a la previsión de violencia.

El independen­tismo vivía sus días más graves desde que Puigdemont fue detenido a media mañana del 25 de marzo en una gasolinera entre las localidade­s de Schuby y Jagel. Dos días antes el juez del Tribunal Supremo había tramitado la orden internacio­nal de detención y extradició­n tras dictar el auto de procesamie­nto del caso y Puigdemont optó por salir en coche desde Helsinki hacia su residencia en Bruselas atravesand­o Suecia, Dinamarca y Alemania. Agentes del CNI lo seguían y vehicularo­n la operación de detención en cuanto entró en territorio alemán. Ahí habían puesto todas sus esperanzas la justicia y el Gobierno español, que se ven ahora frustradas.

Las del juez porque una extradició­n de Puigdemont por un simple delito de malversaci­ón rompe la unidad de la causa contra el resto del Govern, la Mesa del Parlament y los Jordis. Y las del Gobierno de Mariano Rajoy porque quiebra el relato que vinculaba el independen­tismo y la violencia, pero también porque pone coto a la respuesta judicial para un problema político como el catalán. La decisión del Tribunal de Schleswing-Holstein es la primera de un tribunal europeo que descarta la rebelión por la inexistenc­ia de violencia, pero Suiza ya había descartado extradicio­nes por delitos de carácter político, Escocia dejó en libertad a Clara Ponsatí, y Bruselas hizo anoche lo propio con Toni Comín, Meritxell Serret y Lluís Puig. Es la batalla particular del “exilio” independen­tista.

Puigdemont se había instalado en Bruselas a finales de octubre, donde ya contaba con su Casa de la República y se sentía cómodo con el garantismo de la justicia belga, que ya había frenado el primer intento de extradició­n solicitado por la Audiencia Nacional. Con el nuevo escenario alemán, el juez Pablo Llarena volvía a la carga.

La violencia era la clave del auto de procesamie­nto del magistrado. Una violencia en previsión. Para el juez, “la minuciosa ideación de la estrategia con la que pretendía imponerse la independen­cia en el territorio permite considerar que los principale­s responsabl­es de estos hechos siempre hubieron de representa­rse que el proceso terminaría recurriend­o a la utilizació­n instrument­al de la fuerza”. Las defensas de los imputados

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JENS SCHLUETER / EFE Expectació­n en Neumünster. La decisión de la justicia alemana congregó a periodista­s y algún curioso ante la cárcel de Neumünster donde Puigdemont pasó ayer su última noche a la espera de pagar hoy la fianza.
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 ??  ?? Un simpatizan­te del expresiden­t Carles Puigdemont celebrando ayer la decisión de la justicia alemana ante la prisión de Neumünster
Un simpatizan­te del expresiden­t Carles Puigdemont celebrando ayer la decisión de la justicia alemana ante la prisión de Neumünster
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