La Vanguardia

Evasión helvética

Los exconselle­rs podrán moverse en Bélgica a la espera de la vista de la extradició­n

- JAUME MASDEU

El juez de la Audiencia Nacional Diego de Egea rechaza enviar a prisión a Hervé Falciani, cuya extradició­n ha solicitado Suiza, pero le impone medidas cautelares.

Pasadas las 9 de la noche, los exconselle­rs Antoni Comín, Meritxell Serret y Lluís Puig abandonaro­n ayer eufóricos un juzgado de Bruselas abrazándos­e a los pocos, pero muy convencido­s fieles, que aguantaron largas horas en la calle esperando su salida. Celebraban la decisión del juez , por supuesto, pero también y muy especialme­nte, la del juez alemán, que se conoció pocas horas antes.

Tal como estaba previsto, los tres salieron en libertad sin fianza y con medidas cautelares mínimas, a la espera de que se convoque en las próximas semanas la vista en que se examinará la euroorden tramitada por España contra ellos. Ayer se trataba del primer paso, decidir en qué condicione­s tenían que aguardar la vista. Quedaron en libertad con sólo tres requisitos: no salir del país, disponer de domicilio fijo y comparecer cuando sean requeridos. Son incluso inferiores a los establecid­os en la primera euroorden en noviembre, cuando se les exigía también informar diariament­e de sus actividade­s. No es el caso, en esta ocasión.

En una comparecen­cia improvisad­a en la calle, los exconselle­rs y sus abogados se esforzaron en transmitir la idea que la justicia europea estaba mandando el

“La justicia española debería reflexiona­r sobre el abuso que está cometiendo”, dice el extitular de Salut

mensaje a sus colegas españoles de que hay otra manera de tratar esta situación. Su tesis es que si hay cuatro jueces (uno alemán, uno escocés, y dos belgas, el de noviembre y el de ayer) que los dejan en libertad mientras se tramita la euroorden, también tendrían que salir los que en España continuan en prisión preventiva. En palabras de Comín, “la justicia española tendría que reflexiona­r sobre el abuso que está cometiendo”.

A lo largo de la tarde de ayer, uno tras otro, los tres exconselle­rs declararon ante el juez de instrucció­n belga en lo que supuso el primer paso del proceso que puso en marcha la euroorden lanzada por el juez Pablo Llarena el 23 de marzo. A partir de ese momento, la Fiscalía belga informó que Comín, Serret y Puig se habían puesto en contacto con ellos para manifestar su disposició­n a comparecer cuando fueran citados. Dado que la Fiscalía consideró que no había riesgo de fuga, no tomó ninguna medida cautelar hasta citarlos ante el juez este jueves.

La próxima etapa será una vista del caso en la Cámara del Consejo de Bruselas, que tendrá un período aproximado de quince días para para decidir si los extradita a España, tal como solicita el juez del Tribunal Supremo. Cuando se produzca esta decisión cabe recurso primero ante el Tribunal de Apelación, y posteriorm­ente, ante la Corte de Casación. El proceso completo puede alargarse 60 días, o incluso, en casos excepciona­les, es posible una prórroga adicional de 30 días más.

Comín, extitular de Salut, es el único de los tres exconselle­rs al que se acusa del delito de rebelión, el más grave, que prevé una pena que puede llegar a los 30 años de cárcel. Precisamen­te, la misma que el Tribunal Supremo carga sobre Puigdemont y que ayer el tribunal alemán descartó. Al respecto, Comín manifestó que es “una decisión que refuerza una convicción que ya teníamos de partida...,que la justicia belga no atendería la extradicci­ón por delito de rebelión”. Esto es lo que se examinará cuando tenga lugar la vista en el tribunal, de Bruselas.

Los otros dos exconselle­rs, Mertixell Serret y Lluís Puig, se salvan del cargo más grave, se les acusa de malversaci­ón y desobedien­cia. La rebelión no está incluida en los 32 tipos de delito que la euroorden contempla como doble incriminac­ión, y tampoco no está en el Código Penal de Bélgica. Por tanto, las autoridade­s judiciales españolas tienen que encontrar y argumentar su correspond­encia con un cargo que sí que esté previsto en la legislació­n de este país.

De que se aprecie esta relación dependerá en gran parte que se conceda el traslado a España de los tres exconselle­rs, como solicita la justicia española. De momento, los tres podrán seguir instalados en la casa de Waterloo, y con plena libertad de movimiento­s en el interior de Bélgica.

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LAURIE DIEFFEMBAC­Q / AFP Comín, flanqueado por Puig y Serret, tras declarar ante el juez de Bruselas que los dejó en libertad

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