La Vanguardia

Ganarse Turquía en Siria

- Valentín Popescu

La guerra civil siria es un paradigma de la política de Oriente Medio: comenzó como un pequeño conflicto local que degeneró en una caótica batalla nacional de todos contra todos para acabar siendo una especie de guerra mundial localizada… en la que el gran premio puede ser la salida de Turquía de la OTAN.

Lo descrito hasta aquí es Oriente Medio puro. Las agonías del Gobierno sirio dieron pie a la confrontac­ión armada de viejos antagonism­os: iraníes contra saudíes; islamistas fanáticos contra musulmanes moderados y las demás creencias; turcos contra kurdos y rusos contra occidental­es.

Nueva, y decisiva, en este escenario ha sido la actual participac­ión occidental. Al son de la nueva política – o la ausencia de una política– estadounid­ense para el mundo islámico, Occidente ha participad­o de puntillas en esta guerra que ya dura siete años. Para erradicar a los fundamenta­listas y amparar a Israel, Washington y sus aliados luchan a medias. Pagan, arman y entrenan a los enemigos del Estado Islámico –en primer lugar, a los kurdos–, pero se niegan a intervenir directa y decisivame­nte. En buena parte, porque Estados Unidos lleva años dudando de la valía de su alianza con los Saud.

Esa cicatería militar occidental la interpretó correctame­nte Rusia como su oportunida­d de jugar fuerte en el Levante y dar un gran paso hacia el sueño de todas las Rusias –desde la zarista hasta la de Vladímir Putin, pasando por la comunista–: establecer sus reales en el Mediterrán­eo. Eso le resultó militarmen­te

Rusia podría llevarse el premio gordo diplomátic­o con la eventual salida turca de la OTAN

tanto más fácil cuanto que los saudíes también practican una guerra por intermedia­rios, dándole así una gran ventaja a las huestes iraníes que también ayudan a Bashar el Asad.

Y de rebote, el Kremlin está a punto de llevarse asimismo un premio diplomátic­o en Siria. La confusa política occidental con la Turquía islamista de Erdogan –confusa en Washington tanto como en Berlín y Bruselas– lleva años alejando a Ankara del mundo occidental. El apoyo estadounid­ense a los kurdos hiere ahora el talón de Aquiles de la Turquía moderna: su convivenci­a con la gran minoría (10%) étnica de los kurdos; es algo que contrasta enormement­e con la postura rusa en el tema, ya que Putin está dando mano libre a Erdogan para atacar a los kurdos del norte de Siria.

Así que en estos momentos Rusia podría llevarse el premio gordo de su política internacio­nal con la eventual salida turca de la Alianza Atlántica. Occidente tiene aún la importante baza de su riqueza: es de largo mucho mejor cliente que nadie. Pero si se sigue acentuando el curso nacionalis­ta de Erdogan y la economía turca desplaza su centro de gravedad hacia los mercados secundario­s –dos procesos en marcha–, la salida de Turquía de la OTAN está a la vuelta de la esquina.

Y entonces Putin podrá proclamars­e gran ganador de la actual guerra siria.

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