Boracay, cerrado por reformas
El presidente filipino cierra a los turistas la paradisiaca isla porque se había convertido en una “cloaca”
Tenemos que tragar la píldora amarga si queremos mantener y proteger la isla de Boracay”, dijo Frederick Alegre, el subsecretario de Turismo del Gobierno filipino, ayer a la prensa. “Es un revés temporal, pero recuperaremos los días de gloria de Boracay”, añadió. Sus palabras de ánimo iban dirigidas no sólo a los hoteleros, responsables de agencias de viajes, transportistas y trabajadores en general, sino también a los cientos de miles de turistas que soñaban con visitar la paradisiaca isla de Boracay en los próximos meses. Alegre intentó consolar así a los miles de afectados por la radical decisión del presidente del país, Rodrigo Duterte, de cerrar la isla a los turistas, tras considerar que se había convertido en una “cloaca”. Una decisión que se estima que causará pérdidas millonarias a la industria turística local.
El mandatario filipino firmó la orden de cerrar esta isla, considerada una de las joyas de la corona del país, la noche del miércoles, indicó el portavoz gubernamental, Harry Roque, en su cuenta de Twitter. Añadió que la prohibición de viajar a Boracay entrará en vigor el 26 de abril y se extenderá hasta el 25 de octubre de este mismo año. A los largo de estos seis meses, las autoridades preven llevar a cabo un plan de saneamiento para que la isla vuelva a ser el lugar idílico que fue años atrás y que el turismo de masas y la especulación urbanística han degradado hasta alcanzar niveles alarmantes.
En este tiempo, las autoridades pretenden llevar a cabo la renovación de la red de alcantarillado y de las instalaciones de tratamiento de residuos, así como revisar las licencias de las edificaciones de esta isla de 10 kilómetros cuadrados, situada a 300 kilómetros al sur de Manila. Hasta el momento, los inspectores han detectado cerca de un millar de construcciones ilegales y que unos 200 comercios y 4.000 particulares no están conectados a la red de alcantarillado.
Unos datos provisionales que dan la razón a Duterte, cuando en febrero acusó a los hoteleros, restauradores y habitantes de la isla en general de tirar los desechos directamente al mar. El dirigente filipino, conocido por su franqueza a la hora de hablar, no dudó en calificar la isla de “cloaca” y afirmar que las aguas que bañan sus playas de fina arena blanca olían a “mierda”.
Tras estudiar varias opciones para remediar la situación, las autoridades filipinas llegaron a la conclusión de que la acción más viable y menos perjudicial para los intereses económicos de esta isla, situada en el centro del archipiélago filipino, era cerrarla durante los próximos seis meses. Es la época del año con tiempo más inestable y los tifones azotan la región.
La decisión ha sentado como una bomba entre los empresarios de la isla, que no esperaban una medida tan radical. “Cerrar la isla es una decisión extremadamente desacertada en el contexto de las actividades económicas en Boracay y su aportación a la economía”, dijo Edwin Trompeta, un exfuncionario de Turismo al diario Inquirer.
No hay cifras oficiales, pero las autoridades asumen que el cierre de Boracay, que el año pasado acogió a dos millones de visitantes y generó más de 800.000 euros para las arcas filipinas, tendrá un fuerte impacto en la isla. Se estima que afectará a unas 36.000 personas y más de 500 instalaciones hoteleras, y que las pérdidas rondarán el millón de euros. Para paliar sus efectos, Duterte ha anunciado que declarará el “estado de desastre” y dedicará un fondo de 31 millones de euros en ayudas.
Y ayer mismo, las aerolíneas nacionales empezaron a reembolsar a los viajeros el pago de sus reservas. La responsable de Turismo, Wanda Teo, anunció que se reunirá con los operadores turísticos y hoteleros para instarles a que devuelvan o canjeen los depósitos pagados por sus clientes.
Con su drástica orden sobre Boracay, Duterte ha roto el sueño de muchos viajeros, pero a veces los paraísos también precisan reformas.
Duterte quiere renovar la red de alcantarillado y el tratamiento de residuos