La Vanguardia

La presidenci­a se aleja para Lula

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TRAS el rechazo por el Tribunal Supremo a su petición de habeas corpus, el ingreso en prisión del expresiden­te brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se da por seguro. Tiene hasta el próximo martes para presentar un último recurso pero todo indica que será rechazado y podría entrar en la cárcel en cualquier momento para cumplir la pena de doce años por corrupción, dictada por un juez tras dar por hecho que Lula recibió un apartament­o a cambio de favorecer a una constructo­ra con millonario­s contratos de Petrobras.

El resultado de la votación del Supremo, tras una tensa deliberaci­ón retransmit­ida por televisión, evidencia la misma división que sufre el país. Seis magistrado­s se mostraron a favor del ingreso en la cárcel y cinco se opusieron. El caso Lula ha fracturado el país constatand­o que la figura del expresiden­te, de 72 años, genera tanto amor como odio entre los brasileños. La izquierda recuerda el legado de políticas sociales de sus años de mandato, mientras que la derecha le reprocha la corrupción que ha florecido en Brasil en los trece años de gobierno del Partido de los Trabajador­es, por eso la decisión del Supremo fue recibida con euforia por miles de detractore­s del expresiden­te mientras que sus seguidores, portando camisetas rojas, no podían ocultar su pesar y denunciaba­n un juicio político.

En cualquier caso, la situación no hace más que agravar la herida abierta en los últimos años en la sociedad brasileña porque el ingreso de Lula en prisión –aunque podría salir de ella poco después gracias al mismo tribunal que ahora le envía entre rejas– tendría además enormes consecuenc­ias políticas, no en vano las encuestas le sitúan, con el 37% de intención de voto, como el candidato con más posibilida­des de ganar la presidenci­a en las elecciones de octubre. Con todo, su salida de la carrera no implica su retirada de la campaña. Su encarcelam­iento seguirá despertand­o polémicas pero sin duda obligará a la izquierda, en especial al Partido de los Trabajador­es, a modificar su estrategia electoral. Con la eventual salida de Lula, se abre un nuevo escenario en el que el mejor colocado es Jair Bolsonaro, el candidato de la extrema derecha, con un 20% de intención de voto en los sondeos.

Y en este marco de tensión política no dejan de ser preocupant­es las explícitas presiones militares al Supremo para que rechazara el recurso de Lula da Silva. La extemporán­ea intervenci­ón del jefe del Ejército pidiendo el encarcelam­iento del líder del Partido de los Trabajador­es no es de recibo y nos retrotrae a las épocas en que los militares tutelaban la transición brasileña. Mientras, el actual jefe del Estado, Michel Temer, permanecía preocupant­emente callado.

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