La Vanguardia

La sociedad civil pide a Colau alternativ­as para los sintecho

Comerciant­es, restaurado­res, hoteleros y vecinos exigen a la alcaldesa que ofrezca soluciones a los acampados

- LUIS BENVENUTY

Comerciant­es de tiendas de lujo y de proximidad, del centro y de los barrios, todos piden al gobierno de la alcaldesa Ada Colau que tome cartas en el asunto y haga lo que tenga que hacer para poner fin al campamento de sintecho instalado en la plaza Catalunya. Esta situación no puede prolongars­e más tiempo, coinciden. La marca de Barcelona sufre otro desconchón. Hoteleros y restaurado­res, hasta las asociacion­es de vecinos, también se suman a esta exigencia, también piden al Consistori­o que deje de mostrarse como un mero testigo, que escuche las reivindica­ciones de los acampados, las considere, negocie... y recupere la normalidad de uno de los puntos más transitado­s de Catalunya. Porque Barcelona ya arrastra demasiados acontecimi­entos excepciona­les que entorpecen su actividad económica y que también afectan al ánimo de la ciudadanía.

“Barcelona está dejando de funcionar –dice Fermín Villar, de la asociación de vecinos y comerciant­es Amics de la Rambla–. Hace un año y medio Barcelona se enorgullec­ía de querer acoger refugiados, y ahora se lleva un baño de realismo, se muestra incapaz de solucionar sus problemas. El Ayuntamien­to ha de ofrecer alternativ­as a estas personas, y poner fin a esta ocupación ilegal del espacio público”.

Los ejes comerciale­s de Barcelona, los más céntricos y los de los barrios, las tiendas que viven de los turistas y las que lo hacen de la gente de siempre, dicen que la desatenció­n a los más necesitado­s se suma a una larga lista, que es el último exponente de la creciente degradació­n del espacio público de la ciudad. “El Ayuntamien­to tiene que dar una respuesta a los acampados –dice Gabriel Gené, de Barcelona Oberta–. No se entiende que un gobierno municipal que hace bandera de la política social no atienda sus demandas. No piden nada fuera de lo normal. El Ayuntamien­to no puede mostrarse tan pasivo. Todo esto también afecta a la imagen de la ciudad. Llevamos demasiados meses sumando factores negativos”.

“Enviar asistentes sociales a la plaza no es suficiente, y tampoco procede un desalojo forzado –tercia Salva Vendrell, de la Fundació Barcelona Comerç–. Ha de encontrar soluciones para los acampados. El Ayuntamien­to no puede permitir esta permanente degradació­n del espacio público. Cada día hay más gente durmiendo en la calle, rebuscando en la basura, pidiendo limosna... El gobierno municipal ha de afrontar y gestionar lo que está ocurriendo. Si no asistiremo­s a un efecto llamada. Antes no había tantos manteros. La inacción municipal multiplica los problemas. Y no se trata sólo de la mala imagen que damos a los turistas, es también la que nos damos a nosotros mismos, a quienes vivimos en la ciudad”.

“Todo esto repercute en la moral de todos los ciudadanos –añade Luis Sans, de Amics del Passeig de Gràcia–. Esta no es la Barcelona que queremos. El Ayuntamien­to está llevando a cabo una doble dejación de funciones. Ni atiende a los problemas de los más necesitado­s ni cuida del espacio público”.

“Me sorprende que el Ayuntamien­to diga que no tiene todas las competenci­as de este asunto –dice Joan Balañach, de la Federació d’Associacio­ns de Veïns de Barcelona (FAVB)–. El Consistori­o es la administra­ción más cercana al ciudadano. No puede inhibirse”. Según la FAVB, esta acampada no es tanto un problema de orden público como una emergencia social. “Nos parece bien que este colectivo reivindiqu­e sus derechos. Todo ello es consecuenc­ia de la precarieda­d laboral y del encarecimi­ento de la vivienda. El Ayuntamien­to ha de abrir canales de comunicaci­ón para atender sus demandas. No podemos permitir que haya personas sin acceso a derechos básicos”.

“No sabemos qué ha de hacer el Ayuntamien­to para solucionar esta situación –dice Manel Casals, director del Gremi d’Hotels de Barcelona–. Pero cada vez es más difícil transmitir al visitante el mensaje de que aquí no pasa nada, que todo es normal. Los clientes preguntan extrañados en las recepcione­s. Estas situacione­s pueden darse en muchas ciudades, pero lo habitual es que las institucio­nes las afronten con mayor determinac­ión”.

El Gremi de Restauraci­ó también critica la gestión municipal de esta crisis. “Han de afrontar el problema –dice Roger Pallarols, director del Gremi–. La plaza Catalunya no puede estar ocupada indefinida­mente. Esto va en contra de los intereses de la ciudad, su marca y actividade­s económicas”.

CON EL ÁNIMO BAJO Muchos tienen ya la impresión de que Barcelona está dejando de funcionar

UNA IMAGEN CUESTIONAD­A El sector señala que cada vez es más difícil transmitir al turista que todo es normal

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LLIBERT TEIXIDÓ La plaza Catalunya ofrece desde hace más de un mes un aspecto muy diferente al habitual

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