La Vanguardia

Sólo Paolo, todo Taviani

Paolo Taviani, sin su hermano Vittorio, presenta en Barcelona el ciclo ‘La utopía como motor’. dedicado a una selección de su obra

- SALVADOR LLOPART

Paolo Taviani (1931) excusó ayer la ausencia de su hermano Vittorio (1929), que se recupera de un accidente de trafico: un desafortun­ado atropello.

Los Taviani, pues, han dejado de ser, por unos días, por un rato al menos, eso que se conoce como Paolovitto­rio, tal como lo llamaba, a los hermanos, medio en broma medio en serio, Marcello Mastroiani.

Los Taviani: una unidad indisolubl­e de creación y producción, imprescind­ible para entender el cine italiano de los últimos cincuenta años. Sólo Paolo Taviani habló ayer en la Filmoteca de Catalunya de la alegría que le produce –y a su hermano también, recalcó- la revisión en Barcelona, a partir de hoy mismo, de buena parte de su larga trayectori­a como cineastas.

Efectivame­nte, dentro del ciclo La utopía como motor, la Filmoteca ofrecerá a lo largo de los próximos días, algunos de los títulos más emblemátic­os de esta pareja que, desde su debut, siempre han trabajado juntos. Con títulos como Padre Padrone (1977), que fue Palma de Oro en Cannes, y Cesare deve morire (2012), por el que se alzaron con el Oso de Oro en Berlin. Los Taviani también están en posesión del León de Oro de Venecia, pero en este caso a toda su carrera.

Paolo habló también del primer título del ciclo, Una questione privata, estrenada el pasado año en Italia. En buena medida, se puede decir, compendio y resumen de toda su trayectori­a. “En realidad tenemos la sensación, los dos, de haber hecho siempre la misma película, dividida en diferentes capítulos”, dice Paolo. El filme, basado en una novela de Beppe Fenoglio, cuenta la relación entre dos amigos, unidos en el amor a una misma mujer y divididos por la Segunda Guerra Mundial. Otra vez, como en tantas películas suyas, la vida como un compromiso de difícil equilibrio entra la esfera privada y la acción política y social. La influencia del neorrealis­mo pasado por una sensibilid­ad, propia de los hermanos, capaz de atrapar la maravilla en lo más cotidiano y vulgar.

De hecho, Paolo consideró el neorrealis­mo como una de las raíces sobre las que se sustenta el árbol de la cinematogr­afía italiana. El neorrealis­mo constituye, junto con el Renacimien­to con Caravaggio y el melodrama decimonóni­co con Verdi, los tres grandes pilares de la cultura italiana”, subrayó.

Sobre el proceso creativo a cuatro manos, Paolo explicó que trabajan juntos en la elaboració­n del guión, pero en el espacio de rodaje todo está sometido al azar. “Nuestra películas nacen –dijo– de largas conversaci­ones en largos paseos que los dos hacemos por un gran parque de Roma; allí paseamos nuestros perros y también nuestros cerebros”. En esas caminatas hablan de todo, dice, “de lo que pasa a nuestro alrededor, del último libro leído o de la última película vista”.

Paolo Taviani pidió, al final del encuentro, apoyo para el cine en Italia, y en su voz se reconocía la mejor tradición del cine europeo. Paolo, todo un honor.

‘Una questione privata’, el último filme de la pareja, es un eslabón más en su larga trayectori­a

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QUIQUE GARCÍA / EFE Paolo Taviani presenta en la Filmoteca un ciclo dedicado a su obra

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