La Vanguardia

Pecado de soberbia

- XAVIER G. LUQUE

Sabes que en un diario sólo hay dos cosas ciertas? ¡El precio y la fecha!”. Con este despropósi­to y una sonrisa de oreja a oreja te podía recibir Johan Bruyneel (53) en sus tiempos de gloria. Este exciclista belga se convirtió en el hombre de confianza, el cerebro gris tras Lance Armstrong a partir de 1998. Él le enseñó al texano cómo se ganaba un Tour, como había que prepararlo (en todos los sentidos). Lo dirigió y se hizo con un poder inmenso en los equipos del ciclista que dominó la carrera francesa de 1999 a 2005. Después también dirigió a Alberto Contador en los Tours victorioso­s del 2007 y 2009, los únicos que ahora se mantienen en su historial. Los otros siete han sido borrados.

La agencia antidopaje norteameri­cana (Usada) sancionó a Bruyneel por diez años en el 2014 y consideró que estaba en el centro de la red de dopaje de los equipos US Postal y Discovery Channel. Vive apartado del mundo del ciclismo pero recienteme­nte ha concedido una entrevista al diario flamenco Het Nieuwsblad, donde mantiene que ni él ni Armstrong inventaron ningún sistema de dopaje. “Eso no empezó con nosotros ni acabó con nosotros”, explica. “Ahora es muy sencillo culpar al equipo de todos los males pero lo siento: no puedo estar de acuerdo”.

Bruyneel en cambio reconoce que el trato que mantenían con los rivales e incluso con la prensa no era el más correcto. Le hablan de intimidaci­ón y replica: “Yo diría más bien arrogancia. Yo tomé parte y fue un error absoluto. Es un hecho que nos ganamos muchos enemigos y pido perdón por lo que hicimos, pero ya no tengo marcha atrás. Me da vergüenza recordar cómo me comportaba”.

Armstrong podía llegar al acoso con otros ciclistas (el caso más recordado es el del francés Christophe Bassons, pero no el único) y Bruyneel, denuncia el diario belga, también lo hacía con los otros directores, con corredores y con los periodista­s. El ciclista texano instauró la presencia de guardaespa­ldas personal y el equipo cerraba los hoteles a cualquier persona ajena al grupo. Siempre con una sonrisa y un cierto aire de superiorid­ad, el mismo que rezumaba Bruyneel cuando atendía a la prensa desde la altura de la cabina del conductor del autocar de lujo del equipo norteameri­cano y a duras penas bajaba unos centímetro­s la ventana, no fuera que el calor del julio francés entrara en su habitáculo refrigerad­o.

“Emocionalm­ente lo que he vivido los últimos años ha sido muy duro. Me ha cambiado como ser humano”, explica. Y detalla: “No quiero quejarme pero todo esto me ha costado mi matrimonio, he aprendido cuáles

EL BALANCE PERSONAL “Emocionalm­ente, lo que he vivido en los últimos años me ha cambiado como ser humano”

Johan Bruyneel, pieza clave en los Tours de Armstrong, reconoce que la arrogancia dominó muchos de los actos de ambos

LA REFLEXIÓN

“Ni uno de los corredores que acabaron tras Lance han reclamado el Tour. Eso me dice muchas cosas”

eran mis amigos de verdad y en el mundo del ciclismo había muy pocos. El daño económico ha sido mucho más elevado de lo que la gente puede pensar...”.

Bruyneel no entiende cómo se ha podido borrar el nombre del vencedor de siete Tours sin contrapart­ida. “Es ciertament­e impresiona­nte: Lance pierde siete victorias pero ni uno de los corredores que acabaron detrás de él ha reclamado el Tour. Óscar Pereiro ha montado toda una estructura con su victoria del 2006 [por descalific­ación de Floyd Landis] porque si tú puedes decir que eres ganador de Tour, aunque no estuviste en el podio, eso puede cambiarte la vida. Pero nadie pide los Tours de Armstrong... ¿Quién los ganó? Hay mucha hipocresía. Bjarne Riis venció en 1996, admitió haberse dopado pero mantiene el título. ASO es quien decide quién conserva la victoria y quién no”. Y todavía añade otra reflexión: “Durante siete años recorrimos 3.500 kilómetros, sufrimos durante tres semanas y al fin nadie ganó. No hay ningún vencedor oficial. Eso me dice muchas cosas a mí...”.

El exciclista belga ha pedido perdón a agunos de los personajes determinan­tes en toda la investigac­ión sobre Armstrong. Como Emma O’Reilly, una masajista del equipo que explicó cómo se dopaba el texano. Pero en otros casos mantiene el hacha de guerra: “Nunca me disculparé por ejemplo con Dave Zabriskie, su declaració­n a la Usada es inaceptabl­e. O Floyd Landis. Cuando los oigo me hierve la sangre. ¡Ahora se dedican al negocio de la marihuana, no hay que decir nada más!”.

Y donde también se muestra inflexible es en las acusacione­s de manipulaci­ones mecánicas en los Tours de Armstrong. “Ahora es fácil hacer leña del árbol caído, pero no había motores en nuestras bicicletas. ¡Es más, en 1999 eso era técnicamen­te imposible, sólo por las dimensione­s de las baterías ya no podía ser!”.

 ?? LARS RONBOG / GETTY ?? Días de gloria. En el 2005 Lance Armstrong y Johan Bruyneel celebraban el séptimo Tour de Francia consecutiv­o con el Arco del Triunfoal fondo
LARS RONBOG / GETTY Días de gloria. En el 2005 Lance Armstrong y Johan Bruyneel celebraban el séptimo Tour de Francia consecutiv­o con el Arco del Triunfoal fondo

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