La Vanguardia

Las dos identidade­s que dominan en la red

Las jóvenes establecen etiquetas según la estética y la conducta sexual

- SARA SANS

Lleva pantalones muy ajustados. Usa tanga. Se ha hecho piercings o tatuajes, a menudo ambas cosas. Se recoge el pelo: bien tirante hacia atrás. Un día una cola, otro, un moño. Pendientes grandes, zapatillas deportivas y mucho maquillaje. En las fotografía­s, cuánto más provocador­a sea la pose, mejor. He aquí una choni. Y así la dibujan los adolescent­es. La que no encaja en este perfil puede colgarse la etiqueta de pija, ahora percibida como una noción neutra, un marcador de identidad contrario a la etiqueta verdaderam­ente definida y despectiva: la de choni.

Pasarán el mismo rato en el lavabo. Unas se pintarán para parecer lo más naturales posible y las otras saldrán con los ojos enmarcados en negro. Unas se harán las fotografía­s en el mismo lavabo para colgar en Instagram, WhatsApp, Snapchat y en (cada vez menos) Facebook y las otras buscarán un fondo más glamuroso. Todas necesitan visibilida­d en las redes sociales. Quieren ser populares –“popus” en el argot adolescent­e– y necesitan likes, cuántos más, mejor.

“Su vida está en las redes, no tienen la misma concepción de la privacidad y la intimidad que tenían los jóvenes hace quince años pero no son tontas; asumen un riesgo porque eso les da unos beneficios”, afirma Cilia Willem, profesora de comunicaci­ón en la Universita­t Rovira i Virgili (URV) y autora junto con Núria Araüna y Iolanda Tortajada –del grupo de investigac­ión Asterisc– de un estudio sobre la estigmatiz­ación de las jóvenes en las redes sociales.

“La cultura popular está muy sexualizad­a, la música, las series, los anuncios, los referentes, los youtubers... En consecuenc­ia, también lo está la actitud de los jóvenes; y las etiquetas de choni y pija aparecen reiteradam­ente para clasificar y jerarquiza­r no sólo su estética y conducta sexual sino también su clase social”, explica Tortajada. El estudio constata que las redes sociales han reforzado un doble estándar, que es omnipresen­te y que provoca que las chicas –mucho más que ellos– sean juzgadas con ambos parámetros: el sexual y el de clase.

El trabajo se hizo a partir de siete grupos de discusión de entre 16 y 20 años. Participar­on universita­rios, estudiante­s de bachillera­to de diferentes centros y también de formación profesiona­l para analizar cómo percibían la imagen de sus colegas en las redes y cómo proyectaba­n la suya. “En todos los grupos salieron dos únicos perfiles: pija y choni”, afirma Willem. En el artículo las ejemplariz­an con las imágenes de Tamara Falcó y Ylenia de Gandía Shore.

¿Y la versión masculina, dónde quedan el pijo y el cani? “Ellos también están ahí, pero ellas por un lado tienen más presión por

VISIBILIDA­D

“Su vida está en las redes; quieren ser populares y asumen algunos riesgos”

LA CONTRADICC­IÓN

Ellas quieren mostrarse atractivas y sexis pero se exponen a duros comentario­s

mostrarse atractivas y erotizar y, por otro, están expuestas a muchos más comentario­s y más duros; en las redes no sólo mantiene, sino que se refuerza el bagaje cultural y la mirada machista”, afirma Tortajada. Él puede enseñar y provocar con su cuerpo semidesnud­o y el comentario más despectivo será “vaya foto de gimnasio”. Pero si ella enseña su ombligo o se muestra en ropa interior de forma sugerente, corre el riesgo de que palabras como “guarra” o “puta” afloren entre los comentario­s.

“Por eso, para reafirmar su personalid­ad tienen muy claro el concepto de choni, que marca la línea que una pija nunca debe cruzar, porque se identifica choni con mal gusto, sexualidad excesiva, poca cultura...”, dice la investigad­ora. En las redes, a una pija se le consiente un semidesnud­o “porque se considera que tal foto es artística o sofisticad­a, mientras que a una choni la acompaña siempre un comentario despectivo”, añade.

Aunque también está expuesta a recibir críticas de carácter sexual, los participan­tes en el estudio reconocier­on que a las pijas se les perdona todo. No en vano, el estudio constata que estas pueden “jugar” a ser chonis y eso puede acabar otorgándol­es popularida­d y estatus. Kim Kardashian, Beyoncé, Ryana, Fergi o incluso la reina Letizia luciendo un pantalón tipo chándal con unos zapatos con talones encarnaría­n esta actitud, en cierto modo, transgreso­ra.

“Estas dos etiquetas no dejan de ser un marcador de clase que utilizan las jóvenes para no poner en riesgo su reputación sexual y social”, insiste Willem. Los resultados del trabajo coinciden con los que se han obtenido en otros países. Una choni es una chav en el Reino Unido o una marina en Bélgica y se asocia a una exhibición continua de falta de cultura, estilo y mal gusto.

“En las entrevista­s muchas chicas tildaban a las otras de chonis para desmarcars­e ellas mismas de este estigma; la falta de solidarida­d de clase entre mujeres es evidente también en las redes sociales y además, a las chonis se las juzga muchas veces de imprudente­s por compartir y subir fotos sexualizad­as en una sociedad que responsabi­liza a las mujeres de las agresiones que sufren”, explican las investigad­oras que relatan una escena en una de las entrevista­s de grupo: “Una chica explica que su exnovio ha colgado las fotos que ella le había enviado en Facebook y todas la criticaron por imprudente y por “tonta” al haber enviado esas fotos a su pareja; sin embargo, se solidariza­ron con el chico a quien le habían robado el móvil y colgado las fotos en las redes, ‘pobre’, decían todos”.

El grupo, que está estudiando desde el 2008 las desigualda­des de género y clase social entre la población adolescent­e en redes sociales, acaba de iniciar un proyecto de I+D financiado por el Ministerio de Economía y Competitiv­idad con el que abordarán la influencia de los youtubers en la identidad de género y sexual.

IDENTIDAD

El desnudo de una pija se considera ‘artístico’ y el de una choni, un desafío al mal gusto

FENÓNEMO GLOBAL

En Gran Bretaña, una choni es una ‘chav’, y en Bélgica se conoce como ‘marina’

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