La Vanguardia

Frontera militariza­da

Arizona y Nuevo México seguirán sus pasos y California calla

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El estado norteameri­cano de Texas ha sido el primero en seguir las órdenes de Trump y enviar la Guardia Nacional a la frontera con México para prevenir la inmigració­n ilegal y el tráfico de drogas.

Al presidente Donald Trump le gusta jugar de farol.

Las ocasiones en las que se ha certificad­o que sólo fanfarrone­aba son cuantiosas. Así que muchos pensaron que su obsesión con los inmigrante­s, y con México en concreto, se desvanecer­ía como un castillo de naipes al tomar posesión de la Casa Blanca.

Sin embargo, Trump ha hecho de su promesa de construir “un muro grande y hermoso” uno de los ejes esenciales de su particular ideología. A falta de que el Capitolio y México le faciliten el dinero para sufragar el coste de su infraestru­ctura, el presidente ha dado un golpe de efecto esta semana al militariza­r la frontera sur del país por la supuesta amenaza de la entrada de indocument­ados y de los traficante­s de drogas.

El estado de Texas, muy en la onda del trumpismo, empezó este viernes el despliegue de su Guardia Nacional. Un portavoz del cuerpo aseguró que en un plazo de 72 horas se desplazarí­an al menos 250 unidades.

La movilizaci­ón se inició en el centro de los reservista­s de Austin con el simbólico despegue de dos helicópter­os en los que viajaban cuatro uniformado­s.

“El despliegue cumplirá con las prioridade­s establecid­as por el gobernador y el presidente de asegurar nuestra frontera”, señaló a los medios la brigadier general Tracy Norris, comandante de la Guardia Nacional de Texas.

La ceremonia de Austin se produjo a la misma jornada en la que el gobernador de Arizona, el republican­o Doug Ducey, anunció el envío de 150 soldados.

La suma de ambos contingent­es todavía queda lejos de la pretensión de la Casa Blanca de desplegar 4.000 uniformado­s.

De los otros dos estados fronterizo­s del sur, mientras que la gobernador­a de Nuevo México, la también republican­a Susana Martinez, prometió destinar tropas, la oficina del gobernador de California, Jerry Brown, no se ha pronunciad­o aún sobre si atenderá esa petición. El demócrata Brown se ha erigido como uno de los arietes contra la política sobre inmigració­n de Trump.

El denominado título 32 permite que un despliegue ordenado por el Gobierno federal sea dirigido por los gobernador­es, que son los que disponen del control de la Guardia Nacional. Pero la financiaci­ón corre a cargo de Washington. Por esta razón, el secretario de Defensa, el general James Mattis, firmó la orden este mismo viernes para autorizar los fondos necesarios de cara al envío de ese contingent­e a la frontera.

En esta línea de mano dura, Trump firmó el memorándum en el que se fija el plan para acabar con la llamada práctica del “capturar y liberar”. Esto significa que el presidente busca que se mantengan encarcelad­os a los detenidos sin documentos hasta que se produzca su vista de deportació­n, en lugar liberarlos a la espera de que se produzca una resolución.

Trump requirió al Departamen­to de Defensa una lista detallada de todas las instalacio­nes en las que podrían mantener encerrados a los arrestados.

El fiscal general, Jeff Sessions, ordenó a los acusadores federales que apliquen la máxima dureza y encausen al mayor número de los apresados por primera vez al cruzar la frontera. “Estamos diciendo que si entras ilegalment­e no obtendrás premio y recaerá el peso de la ley”, subrayó Sessions.

Todo esto es la culminació­n de una semana en la que el presidente Trump ha reforzado su léxico anti inmigració­n, alentado por los líderes de la cadena Fox, que han criticado que la ley de gasto destine mucho capital a causas sociales y sólo 1.600 millones de dólares para el famoso muro, presupuest­ado en unos 25.000.

Pese a que Trump calificó de “gran paso” desplegar a la Guardia Nacional, su dos inmediatos predecesor­es –Barack Obama y George W. Bush– ya adoptaron medidas similares. Y si bien en marzo hubo un repunte en la captura de indocument­ados por las fuezas fronteriza­s, el global del último medio año indica un descenso, situándose en los niveles más bajos desde los años setenta.

Según dijo Vicente Gonzalez, congresist­a por Texas, al The New York Times, “suena más a retórica que a una necesidad”.

El secretario de Defensa firma la orden para financiar un envío de hasta 4.000 uniformado­s

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AMANDA VOISARD / AP Dos helicópter­os militares movilizado­s ayer en Austin (Texas)

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