La Vanguardia

‘Team Brussel·les’

Cerca de una veintena de mossos d’esquadra se turnó para acompañar a Carles Puigdemont en sus cinco meses en Bélgica

- MAYKA NAVARRO

Una veintena los mossos d’esquadra han acompañado a Carles Puigdemont en los últimos cinco meses durante su estancia en Bélgica. La cara más visible de ese dispositiv­o policial de seguridad realizado siempre en jornadas fuera de servicio ha sido la de un sargento que hasta hace poco formaba parte del área de escoltas; el resto de policías pertenecen a diferentes unidades. El grupo se autodenomi­naba “Team Brussel.les”.

Muchos ni se conocían y la gran mayoría, incluido el sargento, ni siquiera había trabajado cerca de Puigdemont en su etapa al frente de la Generalita­t. Todos esos mossos actuaron al margen de sus mandos y contaron con el asesoramie­nto de un abogado de Barcelona especializ­ado en función pública que les orientó sobre lo que podían y no podían hacer en su tiempo libre en un país extranjero. El sargento fue el encargado de organizar los turnos y las estancias en Bélgica, para no solaparse. Desde que el equipo de Puigdemont alquiló la casa en Waterloo, los policías que iban y venían se instalaron en el garaje. En esa estancia había una habitación con literas, una cocina y un espacio que utilizaban para los tiempos de espera y preparar los desplazami­entos de Puigdemont. Los mossos acompañaba­n al expresiden­te, coordinado­s con la seguridad pública belga. El sargento también estuvo a su lado en la breve escapada a Dinamarca, y en el aeropuerto de Copenhague cuando un gamberro se les acercó y les grabó mientras hacía que Puigdemont besara una bandera española. Pero ninguno de los policías del “Team Brussel.les” le acompañó al viaje que el político catalán planificó con su equipo a Finlandia.

En ese momento, el sargento se encontraba de regreso en Barcelona. Se le habían terminado los días de fiesta y los permisos sin retribució­n económica. Como otros mossos del grupo había intentado tramitar con la administra­ción un periodo de excedencia de varios meses que les fue denegado.

La División de Asuntos Internos (DAI) de los Mossos ya había abierto a este sargento una informació­n reservada y después un expediente disciplina­rio que está a punto de finalizar. En los próximos días se le comunicará si finalmente es sancionado. Su expediente se centra en su actuación en la tarde del 29 de octubre, cuando ayudó a Puigdemont a burlar a los escoltas que le daban protección en su residencia de Sant Julià de Ramis y emprendió junto a él el viaje hasta Bruselas.

Hace dos semanas, el sargento se reincorpor­ó a su nuevo destino, en el área de seguridad ciudadana de la comisaría de Martorell. El primer día presentó una baja médica, que prosigue a día de hoy.

El sargento estaba por tanto en Barcelona cuando Puigdemont fue detenido en Alemania. Fue el 25 de marzo. Pasaban unos cuantos minutos de las once de la mañana cuando una patrulla de tráfico de la policía se colocó en paralelo al Renault Espace con matrícula belga 1KKN586, en el que viajaban cinco hombres, por la autopista A-7. El vehículo se detuvo en el arcén, entre las localidade­s de Shuby y Jagel, a 30 kilómetros al sur del límite entre Alemania y Dinamarca, en el estado de Schleswig-Holstein. Puigdemont fue detenido en ese punto de la vía.

El coche era el habitual que el equipo de Puigdemont usaba en Bélgica y precisamen­te unos días antes lo tuvieron que llevar al concesiona­rio en el que fue alquilado para hacer una revisión mecánica programada. Los dos mossos que estaban esa semana en Waterloo recogieron el Renault Espace tras la revisión, recién salido del taller. Por eso es imposible, han sostenido los agentes a su círculo de confianza, que los servicios secretos españoles pudieran colocar una baliza de seguimient­o, porque nunca perdieron de vista el vehículo y lo inspeccion­aron antes de emprender el viaje y tras la detención del expresiden­te.

Esos dos mossos sabían que aproximada­mente dos meses antes un compañero había localizado una baliza de seguimient­o en los bajos de ese mismo coche. Ese geolocaliz­ador fue entregado por los abogados del político a las autoridade­s belgas, que tienen desde entonces abierta una investigac­ión policial, según ha confirmado esta misma semana un portavoz de la fiscalía belga. Los dos mossos, uno del área de escoltas y el otro destinado a los servicios centrales de la comisaría de Les Corts de Barcelona, condujeron el coche hasta recoger a Puigdemont, al historiado­r Josep Lluís Alay y al empresario y amigo del político catalán, Josep Maria Matamala.

El punto de encuentro fue en Suecia, adonde los dos grupos llegaron en coche. Puigdemont, Alay y Matamala haciendo la ruta por carretera desde Finlandia, tras decidir no regresar a Bélgica en avión, en cuanto conocieron que el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena había reactivado la orden europea de detención.

Mientras Puigdemont emprendía su viaje de regreso, los abogados del expresiden­t presentaro­n el sábado un escrito ante la fiscalía belga en el que relataban que el político viajaba en coche, junto a dos policías catalanes y que se entregaría a las autoridade­s en cuanto llegara. El domingo entregaron un nuevo documento asegurando que el político ya estaba de camino y dieron el número de teléfono móvil que tenía activado el dirigente independen­tista, por si las autoridade­s belgas querían localizarl­e.

Ya es sabido que esos cinco hombres nunca llegaron a Bélgica y que Puigdemont fue detenido en Alemania. Ese mismo domingo, agentes de la Comisaría General de Informació­n de la Policía Nacional presentaro­n una denuncia ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional por entender que los dos mossos d’esquadra que acompañaba­n a Puigdemont podían haber incurrido en un delito de encubrimie­nto, al tratarse de dos funcionari­os públicos no exentos de sus responsabi­lidades en el extranjero.

El lunes, la fiscalía de la Audiencia Nacional estudió el escrito y solicitó a la policía una ampliación del primer informe, pero no sólo sobre los dos funcionari­os, sino en relación con los cuatro acompañant­es. Dos días después, se realizaron tres detencione­s.

El primero en ser arrestado fue el mosso que trabaja en Les Corts, vecino del Baix Llobregat y que acababa de aterrizar en el Prat. Fue detenido sin tiempo a descender del avión. Un fuerte dispositiv­o policial se acercó hasta la pista en la que había estacionad­o la aeronave. En la terminal de llegadas, la mujer del policía le esperaba junto al sargento de Mossos. Ambos fueron identifica­dos y en seguida entendiero­n que el hombre que esperaban no saldría por aquella puerta.

El otro mosso fue detenido en los alrededore­s de su casa en El Maresme. El policía ya había llegado a Barcelona el lunes y se reincorpor­ó a su trabajo en la unidad de escoltas. Trabajó el martes y el miércoles con normalidad. Circulaba con su coche particular cuando fue obligado a detenerse en una rotonda. El profesor Alay fue arrestado en el parking del centro comercial de la Illa Diagonal, donde comió con un amigo, tras asistir por la mañana al pleno del Parlament, desde el palco de invitados.

Ese mismo miércoles, en el aeropuerto de El Prat, al mediodía, también aterrizó José María Matamala. Le recibieron algunos familiares. De camino a su casa en Girona fue conociendo el resto de detencione­s. Estuvo varias horas esperando a que la policía llegara en cualquier momento. Incluso llegó a valorar con un letrado la posibilida­d de presentars­e en una comisaría. Finalmente lo descartó y esta misma semana reapareció a las puertas de la prisión alemana de Neumünster, junto a Marcela Topor, la mujer de su amigo.

Los dos mossos y el historiado­r fueron trasladado­s a la comisaría de la Policía en La Verneda, donde se acogieron a su derecho a no declarar. En el documento en el que se les informó de su detención figura que ambos están acusados de un delito de encubrimie­nto, pero a día de hoy todavía no han sido citados a declarar en la Audiencia Nacional, ni a sus abogados les consta la apertura de diligencia­s en ningún juzgado del alto tribunal. Sus letrados insisten en que no hubo delito de encubrimie­nto, ni siquiera por su condición de funcionari­os públicos, “porque acompañaba­n en condición de amigos y meros conductore­s a Puigdemont, que iba a entregarse ante las autoridade­s judiciales belgas que ya entendían de su causa y estaban informadas del viaje”.

Este lunes los dos policías declararán en la División de Asuntos Internos de los Mossos por la informació­n reservada que tienen abierta. Uno se ha incorporad­o a trabajar y el otro está de baja.

El grupo se instaló en el garaje de la casa de Waterloo y viajó por iniciativa propia y siempre en días libres

Los dos policías detenidos por trasladar al político a Alemania declaran el lunes en asuntos internos

 ?? RICARDO RAMIREZ / EFE ?? A la izquierda, el sargento de los mossos que ha liderado el grupo de policías catalanes que ha acompañado a Puigdemont en Bruselas
RICARDO RAMIREZ / EFE A la izquierda, el sargento de los mossos que ha liderado el grupo de policías catalanes que ha acompañado a Puigdemont en Bruselas

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