La Vanguardia

La apuesta populista húngara

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DE no producirse una enorme sorpresa en forma de una gran concentrac­ión de votos en un único partido de la oposición, todo indica que los resultados de las elecciones generales que hoy se celebran en Hungría otorgarán un tercer mandato consecutiv­o al partido Fidesz, de marcado carácter conservado­r nacionalis­ta, y a su líder y actual primer ministro Viktor Orbán. La división de la oposición y el sistema electoral le auguran una victoria por mayoría simple.

Durante su mandato, Orbán ha puesto en marcha una nueva Constituci­ón y ha modificado institucio­nes como la justicia, la cultura o los medios de comunicaci­ón, todo en nombre de una revolución populista basada en un discurso ultranacio­nalista y xenófobo que ha espoleado el miedo al extranjero. Precisamen­te la “amenaza migratoria” ha sido el eje principal de la campaña de Orbán, autoprocla­mado defensor de una “Europa cristiana” que considera en peligro por la llegada de miles de inmigrante­s al Viejo Continente. Este discurso ha conectado con amplios sectores de la sociedad húngara que se creen amenazados por la globalizac­ión.

Hungría se ha negado a aceptar la cuota de refugiados que le había impuesto la Unión Europea y Bruselas amenaza con acciones legales. Budapest ha hecho de ese rechazo una seña de identidad de su política étnica. Curiosamen­te todo ello sucede en un país en que solamente el 1,5% de la población es extranjera, la mayoría europeos.

El segundo argumento electoral de Fidesz ha sido denunciar la que considera injerencia de George Soros, el millonario estadounid­ense de origen húngaro, en la política magiar, apoyando financiera­mente a diversas institucio­nes liberales y democrátic­as.

Para poder derrotar a Orbán y a la “democracia iliberal” que defiende Fidesz, el bloque opositor necesitarí­a cooperar en numerosas circunscri­pciones con Jobbik, un partido nacido antisemita y semifascis­ta que ha dado un claro giro hacia la derecha moderada y que se perfila como la segunda fuerza del país tras las elecciones. Pero Jobbik se ha negado a pactar con los socialdemó­cratas y con la izquierdis­ta Párbeszéd (Diálogo), que podría arrebatar un buen número de votos a Fidesz.

Una nueva victoria de Orbán marcaría no sólo la ruta de la política húngara sino también la de la región –sus vecinos del llamado Grupo de Visegrado (Chequia, Eslovaquia y Polonia) también defienden un discurso populista y euroescépt­ico y miran más hacia Moscú que hacia Bruselas–, así como las futuras relaciones entre Hungría y la Unión Europea.

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