Másters de una galaxia muy lejana
He tenido la oportunidad de visitar la Universidad Juan Carlos en varias ocasiones. La última, para dar una clase magistral a los alumnos del máster en Periodismo de Investigación que se imparte allí. Me encontré una veintena de chicas y chicos (más de las primeras que de los segundos) ilusionados, trabajadores y absorbidos en el duro empeño de conseguir la mejor formación y las mejores calificaciones. Me hablaron luego del esfuerzo económico y personal que suponían sus estudios. Algunos de ellos añadían al coste monetario el tener que vivir fuera de su casa por intentar encontrar la mejor opción para su currículum académico.
Traigo a la memoria este grato y esperanzador recuerdo para contrarrestar el poso de amargura y asco que me está dejando el escándalo en torno al presunto máster cursado en esta universidad por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Posiblemente no hayamos llegado aún hasta el fondo de la larga lista de irregularidades, nepotismo y mentiras y aparezcan más tras la entrega de esta columna. Pero
Veremos cómo queda la carrera de Cristina Cifuentes, el futuro del PP en Madrid y las oportunidades para Ciudadanos
ya tengo bastante con todo lo aparecido hasta ahora. Escucho al director del máster, Enrique Álvarez Conde, sacarse el muerto de encima asegurando: “Intenté reconstruir una hipotética acta” (traducido: falsifiqué el acta) del título de Cifuentes por encargo del rector de la universidad, Javier Ramos. Ha llegado el momento del sálvese quien pueda. Y todo porque este asunto, que empezó con una tormenta política, va a acabar en los tribunales con un delito muy feo, falsificación en documento público, con graves consecuencias penales y de inhabilitación. Un buen material de lo que no hay que hacer para estudiar en másters dedicados a la comunicación institucional y la gestión pública. Pena que no haya oferta en másters en decencia y honorabilidad, faltarían plazas.
Veremos cómo queda la –hasta ahora– prometedora carrera de Cristina Cifuentes, el futuro del PP en Madrid (sin candidatos por la gangrena de la corrupción) y las oportunidades para Ciudadanos. Me quedo con la frase de una indignada estudiante de la Universidad Juan Carlos esta semana: “Creo que me equivoqué escogiendo un grado en Relaciones Internacionales. Hubiera sido más útil uno en Relaciones Personales, para conseguir los contactos que me permitan saltarme las normas”. Lo reconoció la propia Cifuentes al contar que los profesores le aceptaron horarios y exámenes a la carta, a pesar de ser imprescindible la asistencia. Sí, hay ciudadanos que no se rigen por la norma general. Como los que consiguen indemnización automática del Estado a pesar de informes en contra, como Florentino Pérez con su Cástor, blindado por un contrato que antepone los intereses privados a los públicos. O los que consiguen para sus amigos, por un precio, jugosos contratos de dinero público (no hago la lista, más larga que el censo de Delhi). O viajes de sátrapa, comilonas opulentas y regalías varias pagando nosotros. O un máster para adornar el triste currículum de una funcionaria de partido que ve ahora disolverse como un azucarillo la imagen de renovación y aire fresco que la impulsó a lo más alto. Donde, dicen, más fuerte es la caída.