El ayuno como terapia
Para sentirse más enérgico, perder peso, quemar grasas, o limpiar el cuerpo de toxinas
Ayunar, abstenerse total o parcialmente de comer durante un periodo limitado de tiempo, se ha convertido para algunos en una forma de sentirse mejor, con más energía, de mejorar la salud y buscar una mayor productividad y lucidez mental. El ayuno no es nuevo, en muchas culturas se ha practicado ancestralmente con fines dispares. Lo que es más nuevo es dejar de ingerir alimentos con objetivos terapéuticos.
Entre quienes lo han puesto en boga, pregonando sus bondades, algunos de los gurús de Silicon Valley. No son ninguna excepción, existen centros especializados en el ayuno en Europa desde hace décadas porque hay una demanda estable que incluso crece. En una sociedad occidental con tasas elevadas de obesidad, alimentación en exceso y falta de ejercicio, resurgen algunos de los valores y beneficios del ayuno.
“Si estás sano, puedes dejar de comer temporalmente. Tu cuerpo saca todos sus recursos, te sientes más energético porque el metabolismo que implica comer gasta mucha energía. Pero no todo lo que se vende como ayuno es ayuno ni todas las personas pueden practicarlo, hay quienes no lo toleran bien. El ayuno es como mínimo de tres o cuatro días”, advierte la doctora Josepa Rigau, experta en nutrición, presidenta de la Asociación Española de Microinmunoterapia.
Aunque no pregonen el ayuno, hay nutricionistas que destacan sus efectos beneficiosos, aplicables en algunas de sus pautas alimenticias. “Evolutivamente tiene mucho sentido, el cuerpo humano está diseñado para comer poco y moverse mucho, se puede adaptar a la falta de alimento, forma parte de su genoma”, explica Sandra Sardina, nutricionista especializada en deportistas de alto rendimiento. “El ayuno es una herramienta útil en función de cómo se aplique, en qué personas y momentos. Pero no creo que en la sociedad actual sea una solución para la obesidad”, añade.
Encantados con lo de poner nuevas etiquetas, en California los techies han bautizado como
biohacking una dieta que consiste básicamente en dejar de comer durante varios días, bebiendo agua y café. Entre sus defensores, quienes aseguran que mejora la productividad, que la mente funciona con más agilidad, por lo que sus beneficios van mucho más allá de la rápida eliminación de grasas y la pérdida de peso.
Hay algunas empresas tecnológicas de la bahía de San Francisco que incluso han animado a sus trabajadores a probar el ayuno. Y para llevarlo a la práctica han decidido monitorizar las sensaciones y la respuesta fisiológica de sus empleados ante la interrupción de la ingesta.
Lo que parece una moda más en Estados Unidos, gran cocina mundial de nuevas dietas casi siempre pasajeras, sitúa de nuevo el ayuno necesariamente como objeto de análisis. En la mayoría de casos en debates entre extremos, los expertos advierten de entrada que dejar de comer de forma temporal puede tener sus efectos beneficiosos sobre el organismo, pero que tiene también sus contraindicaciones; médicos y nutricionistas alertan de los graves riesgos de hacerlo sin control médico y destacan que no todos pueden practicar el ayuno, ni hacerlo de la misma forma.
“El ayuno, como tantas otras dietas, se originan a partir de lo mismo: la prisa por perder peso. Es llevar al extremo lo que se piensa: si recortando la ingesta pierdo peso, pues recorto hasta no comer nada. Otorgar al ayuno más capacidades de las que tiene en realidad es muy peligroso. La calidad, en nutrición, es lo realmente importante, no la cantidad”, alerta Àlex Vidal (UOC), nutricionista en ReSport Clinic.
Un escenario complejo con mucha literatura y creencias sin fundamento, y en demasiadas ocasiones poca ciencia. “Los defensores del ayuno se basan en muchas experiencias satisfactorias, ¿pero qué estudios han publicado? Sí hay algunas publicaciones científicas que avalan que puede tener aspectos favorables, no cierro radicalmente la puerta a esta vía”, añade Vidal, experto en nutrición deportiva.
“El seguimiento médico debe de ser continuo, con analíticas
REAPRENDER A ALIMENTARSE
“Se pierde el miedo a no comer y se aprende a valorar la cantidad real de hambre”
DEL MALESTAR AL BIENESTAR
El cuerpo se adapta y encuentra la manera de producir la energía a partir de sus reservas
CONTRAINDICACIONES
“Surge de las prisas por adelgazar; otorgar más capacidades de las que tiene es muy peligroso”
periódicas. A partir del tercer o cuarto día de ayuno tu cuerpo entra en una fase de autonomía, el hígado empieza a generar la energía necesaria y el cuerpo consume las grasas acumuladas, sus reservas”, explica Rigau. Esta doctora, experta en inmunología, destaca de esta práctica la capacidad para “resetear” de nuevo el sistema endocrino e inmunoneurológico, y lo recomienda en algunas personas que quieran perder peso cuando están en el inicio de su dieta. “Se ponen en marcha las hormonas que se comen el tejido graso, se estimulan las vías de eliminación de estas reservas”, explica Sardina, contraria a dietas que proponen hasta cinco comidas diarias. “No hay ninguna necesidad de comer tantas veces, por algo tenemos un depósito: la grasa”, sostiene Rigau. “No estamos diseñados para comer tantas veces”, coincide Vidal (UOC).
Existe un componente psicológico y mental muy potente en el acto de ayunar. “Se pierde el miedo a no poder comer, se toma conciencia del acto de comer, que muchas veces es impulsivo, fruto de la ansiedad. Y se aprende a valorar la cantidad real de hambre”, aporta la doctor Rigau.
El repunte energético y la claridad mental que ha enganchado algunos al ayuno tiene su explicación fisiológica. El cuerpo deja, por un lado, de dedicar energía a la digestión, por lo que desaparece la sensación de pesadez o cansancio tras las comidas. El cuerpo se convierte en autónomo, advierten los especialistas, porque deja de depender, pendiente siempre de la ingesta de alimentos y de las horas de las comidas.
En paralelo, después de unos tres días de ayuno, tiempo que puede variar en cada organismo, se produce lo que quienes ayunan describen como “un subidón energético, una sensación de bienestar, de lucidez mental”, explica Sandra Sardina. “Cuando se entra en cetosis, cuando se empiezan a consumir gran cantidad de tejidos grasos, los cuerpos cetónicos dan una aportación de energía mucho más elevada que la glucosa”, razona. Una reacción metabólica del organismo al déficit de carbohidratos, con el hígado como protagonista, que convierte las grasas en la principal fuente de energía utilizada por el cerebro.
Se trata de reacciones complejas, que pueden cambiar en cada organismo, y que requieren siempre de control médico.