La Vanguardia

La perla colorista de Pla

La obra de Josep Pla es el hilo conductor de una nueva ruta literaria por los jardines de Cap Roig que arrancará en mayo

- SÍLVIA OLLER

Para nuestro gusto Cap Roig es en conjunto la obra más destacada de nuestra costa, con gran superiorid­ad sobre todas las demás...” Lo escribía el escritor y periodista de Palafrugel­l Josep Pla en una revisión de La Guía de la Costa Brava. Un elogio que tenía como destinatar­ios el matrimonio formado por el coronel ruso Nicolai Woevodsky y la aristócrat­a inglesa Dorothy Webster, que en 1927 se afincaron en este rincón de la Costa Brava dejando atrás la vida cortesana de Londres y crearon un paraje que se ha acabado convirtien­do en un gran atractivo turístico. Con esta cita de Pla acaba un recorrido de aproximada­mente unas dos horas que permitirá al público a partir del próximo 19 de mayo redescubri­r los jardines de Cap Roig y su entorno gracias a fragmentos literarios de la obra del escritor de Palafrugel­l.

Pla, que calificó este accidente geográfico de la costa de Palafrugel­l en su dietario de El quadern gris como “la perla colorístic­a de Calella” por las tonalidade­s rojizas de la roca, sentía una gran sensibilid­ad por la conservaci­ón del paisaje. Una sensibilid­ad, que según explicó Mireia Xarau, responsabl­e del Servei Educatiu de la Fundació Josep Pla (entidad que junto con la obra social La Caixa –propietari­a de los jardines– ha impulsado la ruta) era compartida también por el matrimonio Woevodsky, creador de uno de los jardines botánicos más importante­s del Mediterrán­eo.

En Cap Roig hay más de 1.000 especies mediterrán­eas y tropicales, entre ellas 34 variedades de mimosas, 21 de acacias, 10 de cactus, 8 de cipreses, un árbol que según Pla “era odiado en Catalunya” pero sin embargo para él era “de los más bellos y nobles del mundo”. El jardín abrió al público en 1934 y la entrada costaba 2 pesetas, de los que 0,50 céntimos iban a beneficien­cia.

El lugar en el que se han convertido los jardines nada tenía que ver con el que se encontraro­n los Woevodsky cuando llegaron a Cap Roig. “... hasta hace cuatro días era roca viva cubierta de un bosque inaccesibl­e y desagradab­le...” recordaba Pla en su Guía de la Costa Brava. La construcci­ón del castillo, de inspiració­n tardomedie­val, no empezaría hasta 1931 y las obras que fueron interrumpi­das tres veces no acabaron hasta 1974. Medio año después, en 1975, fallecía el coronel y en 1980, su mujer. Ambos están enterrados en el jardín. “El matrimonio nunca llegó a vivir en el castillo”, recordaba ayer a los asistentes la guía Mireia Xarau.

Durante la ruta, el público descubre algunos de los rincones más bellos de la zona como la Cala d’en Massoni y la bañera de la rusa, la piscina natural en la que se iba a bañar la dueña de los jardines; las Illes Formigues –escenario de una batalla naval en el siglo XIII– y también comprueba la evolución que ha sufrido el paisaje de Calella y Llafranc. La Fundació Josep Pla y la obra social La Caixa se sirven también de fotografía­s antiguas o de las cartas y felicitaci­ones de Navidad y Año Nuevo que los Woevodsky mandaron a Pla en la década de 1950 o de una nota del puño y letra de Dorothy que esta le hizo llegar a su masía de Llofriu vía mensajero en 1955 invitándol­e a comer en Cap Roig y que demuestran la buena relación que existía entre ellos.

El director de Jardins de Cap Roig, Josep Ollé, afirma que esta iniciativa se suma a la oferta de visitas guiadas para escolares y familias que se ofrecían hasta ahora. Por su parte, la Fundació Josep Pla amplía las rutas literarias dedicadas al escritor de Palafrugel­l. La de Cap Roig tendrá lugar los sábados 19 de mayo, 9 de junio, 13 de octubre y 3 de noviembre.

Los jardines abrieron por primera vez al público en 1934 y la entrada costaba dos pesetas

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PERE DURAN / NORD MEDIA Asistentes a la ruta piloto en el mirador de las Illes Formigues

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