Viaje excitante hacia delante
En su obra en solitario indiscutiblemente más alejada de lo que sonoramente fueron los White Stripes, Jack White ha confeccionado sobresaliente disco de música personal. Y eso en su caso, a menudo es sinónimo de brillante. El punto de partida de ahora ya poco tiene que ver con el de antaño: si antes únicamente contaba con el básico respaldo percutivo de Meg White, ahora le rodean algunos invitados y músicos de sesión de alta graduación, hasta el punto que ya no es insólito escuchar sus arquetípicos riffs junto a arquitecturas de teclados y sintetizadores.
Con todo, y pudiéndose apalancar en las claves que hicieron de su anterior Lazaretto una pequeña obra maestra, White ha proseguido su conocida búsqueda de idiosincrasias sonoras. Y el resultado es altamente satisfactorio, de entrada escuchando novedosos trucos e instrumentos y siguiendo con inesperadas combinaciones estilísticas donde cohabitan funk, hip-hop y gospel de un modo casual. El muestrario de hallazgos y pequeñas gemas es nutrido aunque seguramente el más redondo sea Corporation, que se ofrece como una fascinante jam de más de cinco minutos donde el diálogo guitarra-teclado podría estar protagonizado por Funkadelic y Jimmy Page. O que haya incluido dos piezas de spoken word como Abulia y Akrasia. En fin, Boarding house reach es una fascinante muestra de la creatividad de un músico curtido que busca sin cesar caminos de crecimiento mirando como nunca hacia adelante, nuevas formas de sorprender a su afición y, también, demostrar su indiscutible genialidad musical.