La Vanguardia

Spotify aún desafina

La empresa sueca de servicios de música en línea ha salvado la industria discográfi­ca pero sigue sin encontrar su propia viabilidad financiera

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Usted compraría acciones de una empresa que cada año genera más perdidas, que nunca ha obtenido beneficios y cuyos costes se incrementa­n cada año? Pues muchos lo han hecho en Wall Street esta semana con Spotify. La empresa sueca líder en el streaming musical se estrenó en bolsa mediante una venta directa de sus títulos y obtuvo una buena acogida. Fue valorada más de 26.000 millones de dólares, un 52% por encima de las previsione­s iniciales.

No deja de ser paradójico que la empresa que más ha contribuid­o a salvar a la industria musical todavía, según indican los números, esté luchando para salvarse a sí misma. La mitad de los usuarios escucha en la versión gratuita a cambio de anuncios, pero los ingresos publicitar­ios sólo suponen el 10% de la facturació­n. De ahí que la migración hacia la versión de pago por suscripció­n es esencial para la viabilidad del negocio. Cada día Spotify gana 60.000 nuevos abonados, pero no parece suficiente. ¿Por qué?

Por cada dólar que ingresa la plataforma, 79 centavos van a una de las tres grandes majors (Warner, Sony, Universal) que son las titulares de los derechos de las canciones. “No tenemos control de los proveedore­s de nuestros contenidos.

Es una industria muy concentrad­a. Un número pequeño de entidades puede tomar acciones que afectan de forma negativa nuestro negocio”, reconocen en Spotify. Es algo diferente de lo que ocurre por ejemplo con Netflix, porque los derechos de las películas son mucho más fragmentad­os.

Un estudio de la consultora Crispidea compara el poder de las discográfi­cas sobre Spotify con “el del veto del Consejo de las Naciones Unidas”. Afirma que “la firma no ha logrado materializ­ar ningún flujo sustancial de ingresos más allá de la cuota mensual que cobra de los suscriptor­es y de los ingresos publicitar­ios que obtiene de los usuarios que no pagan. Estos recursos no han sido capaces de cubrir adecuadame­nte las exigencias económicas de las productora­s, con las cuales Spotify se ve obligada a negociar para continuar proporcion­ando la misma amplitud de catálogo musical”. Tiene 35 millones de canciones disponible­s, que crecen a un ritmo de 20.000 cada día. El 42% de la música en streaming que se escucha en el mundo pasa Spotify. Esta es la clave.

“Hay que pensar en Spotify como una compañía tecnológic­a. Y en estas empresas no hay que fijarse en sus valores económicos fundamenta­les, sino en su capacidad de crecimient­o. En el caso de Spotify cuenta con un elemento fundamenta­l: la resistenci­a. Sigue manteniend­o el liderazgo pese a que ahora tiene más competenci­a con Apple y Amazon”, explica Zack Fuller, analista de Midia Research. Añade que “Spotify tiene margen para diversific­ar sus ingresos, desde servicios de radio hasta producción propia de contenido. La firma misma dice que más que un proveedor es un descubrido­r de música. Este potencial hará que acabe siendo demasiado grande para caer” .

Pero hay otros obstáculos en el horizonte. Sony y Warner también tienen interés en que Spotify funcione porque son accionista­s (tienen entre el 4% y el 5%). Pero la empresa sueca, a diferencia de la competenci­a, es la única que se dedica 100% a la música y no tiene otro pilar en el que apoyarse. Asimismo, persiste cierta resistenci­a de parte de los artistas. Taylor Swift encabeza una pequeña rebelión de autores que no quieren estar en la plataforma al considerar que las remuneraci­ones

Controla el 42% de la música en streaming en el mundo, y el 80% de sus ingresos van a las productora­s musicales

son demasiado bajas (según DMN, 0,0038 dólares por escucha).

“Hay que tener presente que estamos todavía en la edad temprana de este negocio. El pago por suscripcio­nes apenas ha generado en el mundo la mitad del dinero que han recaudado durante años las descargas de canciones”, recuerda Fuller. Este experto está convencido de que la experienci­a del streaming ha llegado para quedarse. “Dudo de que volvamos a las venta tradiciona­l para escuchar música”, asegura. Para bien o para mal, Spotify es la que marca el ritmo.

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HANDOUT / REUTERS Spotify, la primera tecnológic­a europea que desembarca a lo grande en Wall Street

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