Manifestando
Hay cosas que no logro entender. Conozco a una familia que se pasó seis horas en un atasco provocado por manifestantes independentistas en una carretera. Hubo camioneros damnificados económicamente. ¿Qué tiene que ver el cortar las vías de comunicación con el defender una posición política? También se cortó la frontera y la entrada en Catalunya de vehículos. El porcentaje de turistas que recibe Catalunya sobre el total de los que vienen a España ha disminuido notablemente. Algunos de los manifestantes fastidiando turistas se encontrarán un día que se han quedado sin trabajo (el turismo crea muchos empleos) ¿Se manifestarán contra el independentismo?
El momento económico es bueno en el mundo. Muchas empresas necesitan más capacidad, han desarrollado productos innovadores y van a producirlos, les crecen las ventas y han de ampliar sus fábricas o abrir alguna nueva. Pero la mayoría no lo está haciendo en Catalunya. Si tienen otras fábricas en Valencia, en Madrid, el País Vasco, o donde sea, amplían allí. Si están desarrolladas internacionalmente buscan desde dónde pueden atender mejor su demanda. Esto es lamentable porque somos el lugar ideal para fabricar y distribuir de forma eficiente. Pero con estas manifestaciones creamos una imagen horrible por el mundo, peor de lo que en realidad hay detrás de todo esto. Lo que perdemos porque se va a otros sitios crecerá allí y es posible que algunas inversiones de Catalunya en un futuro se queden obsoletas debido a la falta de innovación e inversión.
Nadie ha explicado de forma eficaz y convincente que estaremos mejor fuera de España y eventualmente fuera de la Unión Europea. ¿Pagaremos menos impuestos? ¿Con qué pasaporte iremos por el mundo? ¿Necesitaremos un visado para ir a Francia? ¿Tendremos que pasar filtros (certificaciones, homologaciones) para poder exportar? ¿Qué países, instituciones o bancos nos prestarán dinero si atravesamos un periodo difícil y lleno de ambigüedades? Vemos la falta de liderazgo frente a estas incertidumbres.
Algunos manifestantes de los que ahora fastidian turistas se encontrarán un día con que se han quedado sin trabajo
El gran problema es la incapacidad de negociar. Si nos hacemos con un libro sobre el sector del automóvil hace 50 años vemos decenas de marcas que tenían cada una sus fábricas, su investigación y diseño, su distribución. ¿Dónde están aquellas marcas? Pues las inteligentes supieron negociar su incorporación a grupos potentes, se han integrado en ellos pero en muchos casos han mantenido la marca. Y seguimos viendo acercamientos entre marcas. Pero vemos también lo contrario, compañías que se desprenden de trozos a los que consideran distintos y prefieren que se independicen como empresas y las ayudan a hacerlo. Estamos viendo empresas diversificadas centrándose en unos temas e impulsando empresas independientes enfocadas en temas que no consideran estratégicos. ¿Cuántos bancos españoles acabaron dentro del BBVA o del Santander? Algunos lo hicieron muy bien y sus accionistas quedaron satisfechos pero todos hemos visto algunos bancos o cajas que no han sabido negociar su integración.
Negociar es fundamental en la empresa y lo es más todavía en la política. Lo malo es cuando lo que le interesa a un alto directivo no son sus accionistas, ni sus empleados, ni sus clientes, ni sus proveedores. Le interesa su sitio, su sueldo y sus ventajas (bonus, plan de pensiones, chófer). Y lo mismo ocurre en la política, cuando al político le interesan sus condiciones y no la mejora notable de la sociedad que busca dirigir desde algún escalón de los muchos que ofrece la democracia (parlamentos, senados, ayuntamientos, ministerios, empresas públicas). Servir a los demás es un valor crucial pero no abunda, sobre todo en la política.