Masacre con armas químicas del régimen de El Asad
Trump eleva el tono contra el Gobierno sirio y le amenaza con “hacerle pagar un alto precio”
Decenas de personas murieron a causa de un ataque con armas químicas en la noche del sábado en Duma, en las afueras de Damasco, controlada aún por la oposición al régimen sirio de El Asad. Fuentes de la oposición señalaron a este último como el responsable de la masacre.
Un fuerte olor a cloro vuelve a envenenar la guerra de Siria. Las alegaciones de que el régimen de Bashar El Asad volvió a emplear armas químicas el sábado por la noche contra un reducto rebelde en Duma (Guta oriental) han desencadenado de nuevo la única guerra que jamás ha conocido tregua desde el 2012: la de la propaganda y la contrapropaganda. En medio, las víctimas. Cuarenta y ocho, esta vez, según los autodenominados Cascos Blancos y la Sociedad Médica Sirio-Americana, que auxilian a la población civil en las zonas bajo control islamista.
Ni las Naciones Unidas ni ninguna organización independiente han podido verificar las acusaciones de que varias decenas de personas habrían muerto en la noche del sábado, entre ellos muchos niños, por un bombardeo no convencional en Duma, el último reducto a las afueras de Damasco en manos de una facción rebelde. Esta vez, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos –con sede en Inglaterra– no se ha atrevido a confirmar la naturaleza química del ataque. Mientras que el régimen sirio y sus aliados rusos e iraníes lo niegan de plano.
La Defensa Civil Siria, también conocida como Cascos Blancos, asegura no obstante haber atendido a quinientos afectados con problemas respiratorios. Moscú y Teherán, por su parte, cuestionan la imparcialidad de dicha organización, financiada en gran parte con fondos oficiales de Países Bajos, el Reino Unido, Alemania, Dinamarca y EE.UU.
Francia, que ayer recibía al príncipe saudí Mohamed Bin Salman –enemigo jurado de Bashar el Asad– con expectativas de firmar un acuerdo estratégico con la petromonarquía, habría convocado una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para tratar el presunto ataque químico hoy mismo.
El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, ha señalado que atentaría contra toda lógica, incluida la militar, que Damasco hubiera recurrido a las armas químicas cuando controla más del 95% de Guta. Algunos medios rusos llevan más de quince días advirtiendo acerca de un ataque químico simulado por parte de insurgentes.
Efectivamente, medios oficiales sirios aseguraban ayer haber llegado a un acuerdo con los últimos milicianos del Ejército del Islam que permanecían atrincherados, pese al recrudecimiento de la ofensiva en las últimas cuarenta y ocho horas. De hecho, a última hora de ayer, el alto mando ruso confirmaba que los combates en Duma habían cesado y que un centenar de autocares habían entrado en la ciudad para empezar a evacuar a los últimos rebeldes –hasta 8.000 milicianos– y a sus esposas e hijos –hasta 40.000 personas más–. Su destino son las proximidades de Yarablus, en la zona de influencia turca del norte de Siria.
Aunque la crueldad del régimen policíaco sirio está claramente contrastada, Moscú tiene que comulgar con ruedas de molino para mantener sus bases militares en el país, su más seguro aliado en la región desde hace medio siglo. Del mismo modo, la República Islámica de Irán se
ACUSACIONES CRUZADAS
Rusia e Irán acusan a Occidente de buscar excusas para volver a atacar al régimen sirio
CAÍDA DE GUTA ORIENTAL
Moscú asegura estar evacuando a los últimos milicianos islamistas de Guta
desvive por el régimen laico del partido Baaz en Siria. Contradicción no mayor que la de muy significados países de la OTAN –o sus clientes en la región– apoyando por activa o por pasiva a facciones fundamentalistas como el Ejército del Islam.
Hace casi exactamente un año, Damasco fue acusado de emplear armas químicas en el bombardeo contra otro reducto rebelde, Jan Sheijun. Donald Trump, recién estrenado como presidente de EE.UU., aprovechó la oportunidad para bombardear instalaciones de la Fuerza Aérea Siria –no sin antes avisar a los rusos– disparando su popularidad.
Pocos años antes, Guta había sido también el epicentro de otro supuesto ataque químico. En aquella ocasión, el intercambio de acusaciones y de desmentidos logró por lo menos un resultado: el compromiso de Damasco de eliminar su arsenal químico, acumulado durante décadas como disuasión frente al arsenal tanto químico como nuclear del Estado de Israel –que mantiene ambos–. Dicho acuerdo, patrocinado por los rusos, llevó a la eliminación de ingentes cantidades de agentes químicos sirios en EE.UU.
A medida que la niebla de la guerra empieza a despejarse en el campo de batalla sirio, también se aclara quién está en el bando de los ganadores y quién no. El principal perdedor es el pueblo sirio, con cientos de miles de muertos y millones de refugiados y desplazados. Sin embargo, las sacudidas a las dictaduras laicas del Baaz en Irak y Siria han tenido el efecto de acercar a Irán a su sueño de influir en todo el arco que va del Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo –Hizbulah mediante–.
De cualquier modo, las alegaciones de ataques químicos abren una brecha en el trío que marca el ritmo en la búsqueda de una salida negociada a la guerra siria, a saber, Rusia, Irán y Turquía. El presidente turco, Erdogan, es también quien más crédito otorga a las acusaciones sobre el uso de armas químicas y con más ahínco pide una respuesta dura.
Pese a las prisas de Trump por salir de conflictos que han costado al contribuyente estadounidense “trillones de dólares para nada”, sus generales no están por la labor de retirar a sus 2.000 soldados en el norte de Siria. Y el olor a cloro justifica su lentitud. Aunque la guerrilla kurda, a la que han apoyado como carne de cañón contra el Estado Islámico, empiece a percibir un cierto aroma a traición y vuelva a dirigir su mirada a la familia El Asad –sus tradicionales protectores– contra los que nunca han apuntado.