Cs pide la dimisión de Cifuentes pero no apoya la censura
El PP intenta pactar una comisión con el partido de Rivera para evitar el abandono de la presidenta
Ciudadanos elevó ayer la presión sobre la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, a la vista de las proporciones que está adquiriendo el caso del máster que, según ha admitido la Universidad Rey Juan Carlos, le fue otorgado sin realizar el trabajo final. Pero Cs no apoyará la moción de censura del PSOE para echarla.
Venció el ultimátum sin un acuerdo para poner en marcha la comisión de investigación en la Asamblea de Madrid y Ciudadanos eleva la presión sobre la presidenta Cristina Cifuentes: que dimita. La dirección nacional del PP ha respondido agarrando el timón de la crisis, apartando al equipo de Cifuentes y pidiendo a Ciudadanos que dé marcha atrás al reloj y reconsidere la comisión. Pero no.
La formación de Albert Rivera se imbuía ayer de rigorismo y a la hora del ángelus, como prometió, daba por cumplida la cortesía de 48 horas que el sábado ofreció al PP para aprobar la apertura de una comisión de investigación sobre el máster ficticio de Cristina Cifuentes en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Incrementaba así la presión sobre la presidenta para que se rinda y delegue la presidencia de la Comunidad de Madrid en algún compañero de partido. La aceleración de Ciudadanos es consecuente con la evidencia de que la crisis del currículum de Cifuentes se ha convertido en un asunto de ética y estética política de dimensión nacional, y sugiere que la alternativa ofrecida por Ciudadanos la pasada semana –una comisión de investigación que llega cuando la URJC ya ha admitido que no consta la realización del máster y que se fabricaron pruebas para fingir que Cifuentes lo había completado– puede ser vista como melindrosa. Sobre todo, ante un electorado que mira con las orejas tiesas y el ceño fruncido cómo la política, la nueva y la vieja, resuelve esta escandalosa historia trufada de imágenes decimonónicas de servilismo burocrático ante el poder. Frescos poco edificantes de funcionarios del Estado falsificando firmas y expedientes que parecen sacados de la restauración canovista y que sugieren un Estado deficiente en el peor momento: cuando la justicia alemana reprueba sus toscos modos jurídicos para responder al separatismo.
Pero el cierre de filas del PP en Sevilla en torno a Cifuentes no era fingido, ni tampoco parece un réquiem, vista la reacción de Génova ayer. A primera hora de la mañana, el coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, apostaba por la “transparencia total”, señalaba con displicencia que apoyarían la comisión de investigación de Ciudadanos una vez pactados sus términos, y también matizaba que ese diálogo estaba demasiado verde como para cerrar un acuerdo a mediodía. Si se trataba de un mensaje cifrado a Ciudadanos sugiriendo calma, del otro lado colgaron el teléfono con estrépito ostensible. Y en cuanto sonaron las doce campanadas salieron a exigir la cabeza de la presidenta Cristina Cifuentes en una bandeja. De inmediato, la dirección nacional del PP apartaba al equipo de Cifuentes de la negociación con Ciudadanos y proponía a los de Rivera que fueran las cúpulas estatales de ambos partidos las que trataran de reconducir la situación: Martínez-Maillo se ofrecía al secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, para negociar los términos de la comisión de investigación y pedía a Rivera que suspendiera el plazo de un mes marcado para la marcha de Cifuentes. El PP quiere negociar con los naranjas una reorientación de la comisión de investigación hacia lo que pasó en la URJC, lo que ayudaría a afianzar el mensaje que ha tratado de levantar Cifuentes: que ella es una víctima de las irregularidades y falsificaciones detectadas. Pero Ciudadanos dice que pasó la hora.
En el otro lado, el PSOE cree que Ciudadanos va a remolque de los acontecimientos, y Pedro Sánchez recuerda a los de Rivera que tendrán que retratarse en la moción de censura impulsada por Ángel Gabilondo toda vez que, con el apoyo de un solo diputado naranja, el PP puede ser desalojado del gobierno regional madrileño. “Ciudadanos pierde pase lo que pase, porque es Gabilondo quien se visualiza como alternativa”, asegura el secretario general.
Podemos también desdeña el movimiento de Ciudadanos. “Pedir a Cifuentes que dimita es como pedirle peras al olmo. Hay que exigir a Albert Rivera que deje de mantenerla en el gobierno y que deje de tomar a la gente por idiota”, decía tras la reunión del consejo de coordinación de Podemos Pablo Echenique, secretario de organización, a la vez que ratificaba su apoyo gratuito a la moción de censura de Gabilondo. Gratuito, pero con recordatorio a Sánchez: En el Congreso sí hay números para echar a Mariano Rajoy.
Mientras cientos de alumnos se manifestaban ayer en la URJC para exigir la dimisión de Cifuentes y del rector, Javier Ramos, en Podemos la crisis de Madrid ha provocado una repentino apuro, visto que Gabilondo ha tomado la iniciativa política. La ausencia de calendario de primarias unida al viaje a Bolivia del precandidato madrileño, Íñigo Errejón, que coincidió con la intensificación del escándalo, han sacudido a la dirección. El sábado era Pablo Iglesias quien pedía a Errejón que diera un paso al frente para iniciar la larga carrera electoral madrileña y ayer Echenique repetía el mensaje. Hay prisa. Íñigo Errejón pretendía una incorporación más lenta a la campaña madrileña, pero asume la urgencia. Todos ellos temen que la inopinada resistencia de Cristina Cifuentes rompa en una súbita aceleración política en Madrid.
Mañana se reúne la dirección regional madrileña de Podemos bajo los auspicios del secretario general, Ramón Espinar, con el propósito de cerrar un calendario de primarias. Con Íñigo Errejón como invitado elocuente.
El PSOE mantiene su propósito de que Ciudadanos se retrate en la moción de censura de Gabilondo
Podemos debate mañana el calendario de primarias para permitir a Íñigo Errejón asumir la batuta de la crisis