Viktor Orbán
Gracias a su mayoría de dos tercios, Fidesz aprobará en mayo la ‘ley stop Soros’
PRIMER MINISTRO DE HUNGRÍA
Tras su aplastante victoria, Viktor Orbán redobla el desafío a las políticas migratorias de la UE: “Queremos que Hungría siga siendo un país húngaro; tenemos la cultura cristiana (...) no queremos que vengan otros a cambiarla”, lanzó.
La arrolladora victoria en las elecciones húngaras de Fidesz, el partido conservador nacionalista del primer ministro Viktor Orbán, que encadena así su tercer mandato consecutivo, le permitirá proseguir durante cuatro años más su concentración de poderes y abundar en la tensión con la UE. Con el 99% del escrutinio completado, la Oficina Nacional Electoral de Hungría confirmó el triunfo del Fidesz y su aliado, el pequeño partido democristiano KDNP, con el 49% de los votos.
Juntos sumarán 134 diputados en el Parlamento –que tiene 199 escaños–, es decir, una mayoría de dos tercios que les permitirá legislar sin el concurso de la oposición. “Queremos que Hungría siga siendo un país húngaro; tenemos una cultura, a la que llamamos cultura cristiana –dijo Orbán el domingo por la noche a Echo TV tras proclamarse vencedor–. Es así como vivimos. Este es nuestro mundo, nuestra cultura, nuestro estilo de vida; estos son nuestros principios. Queremos defenderlos y no queremos que vengan otros a cambiarlos”.
Con este tipo de apelaciones a la defensa de la identidad nacional y cristiana, entreveradas con un duro discurso antiinmigración, cimentó este político de 54 años su aplastante triunfo en las urnas. Con este tercer mandato que ha obtenido, tendrá cuatro en su haber, pues ya gobernó entre 1998 y el 2002.
“Queremos denunciar lo que está enfermando a este continente –dijo también el primer ministro magiar–. No queremos ir contra Europa ni contra la UE, queremos que Europa y la UE sean fuertes y exitosas. Pero antes tenemos que ser honestos sobre aquello que nos está dañando; las cosas no pueden seguir así”. Ayer en Bruselas, el portavoz Margaritis Schinas dijo que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker telefonearía a Orbán para felicitarle y hablar de los retos comunes que afrontan Hungría y el conjunto de la UE.
Los detractores de Orbán ven en él una deriva autoritaria y populista, y le acusan de cercenar libertades democráticas, por lo que muchas voces en la UE plantean dudas sobre Hungría. “La UE es una unión de democracias y valores; el presidente Juncker y la Comisión creen que la defensa de esos valores y sus principios es un esfuerzo común, sin excepciones”, alertó Schinas.
Otro ingrediente que maneja siempre Orbán es la acusación de injerencia al multimillonario filántropo estadounidense de origen húngaro George Soros, que además de impulsar la Universidad Centroeuropea (CEU) de Budapest, financia con abundantes fondos a oenegés de promoción de la democracia, el liberalismo y la protección de las minorías en países excomunistas. Orbán considera que estas oenegés –sobre todo las que trabajan con refugiados– perjudican los intereses nacionales de Hungría.
De hecho, está pendiente de aprobación en el Parlamento un paquete legislativo denominado ostensiblemente stop Soros, que prevé obligar a las oenegés que reciben financiación internacional (de la UE, la ONU, fundaciones privadas…) a inscribirse en un registro para autorizar sus actividades, gravar esa financiación con un 25%, y ordenar el alejamiento de su personal, tanto húngaro como extranjero, de las áreas de detención de migrantes. Ayer mismo, el portavoz parlamentario de Fidesz, János Halász, dijo que el paquete stop Soros será una de las primeras leyes que aprobará la supermayoría en el Parlamento, posiblemente en mayo.
“En los ocho años pasados, el Gobierno trató de imponer barreras a las oenegés donde pudo; la propaganda gubernamental puede ser hostil, podrán aprobar leyes que limitan los derechos, pero nosotros no retrocedemos”, afirmó en un comunicado Júlia Iván, presidenta de Amnistía Internacional Hungría.
En rueda de prensa ayer en Budapest, la misión electoral de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) afirmó que los partidos no pudieron competir en igualdad de condiciones en las elecciones del domingo, y que los ciudadanos se vieron limitados a la hora de tomar decisiones informadas, debido a “una superposición generalizada de los recursos del Estado y del partido, una retórica xenófoba intimidatoria, y una financiación opaca de los medios”.
El que es ya el gobernante más longevo de los países del antiguo bloque comunista no sólo arrasó el domingo, sino que superó en más de 4 puntos porcentuales su resultado en las elecciones del 2014, que fue del 44,46%. A gran distancia del ganador quedó el partido ultraderechista Jobbik –que se ha desplazado un tanto hacia el centro–, con el 20% y 25 diputados, mientras que la tercera posición fue para la alianza del izquierdista Párbeszéd y los socialistas, que logró el 12% y tendrá 20 escaños. Sus candidatos dimitieron en cascada, aunque es previsible que sigan en política.
El resultado definitivo de los comicios, que tuvieron la más alta participación desde el 2002 (rozó el 70% de los 8 millones de electores), se sabrá en unos días, cuando acabe el escrutinio de los 200.000 votos de los húngaros en el extranjero.
La OSCE dice que los partidos no pudieron competir en las urnas con Fidesz en igualdad de condiciones