La Vanguardia

El hombre que no quería vivir ahí

Todd Brassner, muerto en el incendio de la Torre Trump, estaba harto de su residencia pero no conseguía vender su piso

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Todd Brassner, de 67 años, es el hombre que no quería estar ahí. Ya no. Se había hartado de residir en un edificio con el nombre del presidente del país, su mascarón de proa. Pero no había manera de vender el apartament­o. En contra de su deseo, su deteriorad­a salud hizo que cada vez pasara más tiempo en la soledad de la planta 50.

Coleccioni­sta de piezas de arte –Robert Indiana o Jack Kerouac–, colega de Andy Warhol desde la adolescenc­ia –le pintó un retrato en 1975–, enamorado de los coches lujosos y veloces, de las guitarras eléctricas –tenía un centenar vintage, de estas unas 40 que databan de la década de los treinta– y de los ukelele –acumulaba al menos 150–, descrito como una persona erudita, conversado­r consumado y bon vivant, todo esto y más forma parte de la descripció­n que sus amigos hacen de Brassner.

Precisamen­te él, el hombre que no quería estar ahí, es la única víctima mortal del incendio que se registró el pasado sábado en la Torre Trump, en la Quinta Avenida, a la altura de la calle 57 de Manhattan. Cuatro bomberos también resultaron heridos al aplacar la furia de las llamas en un inmueble que carecía de aspersores porque al promotor le pareció muy cara su instalació­n.

Prosigue la investigac­ión para determinar las causas. Todo apunta a que el fuego pudo deberse a una avería eléctrica.

Algunos aseguran que la ojeriza de Brassner hacia Trump venía de lejos y, por lo que cuentan, el inmobiliar­io le correspond­ía con un desprecio similar.

Sin embargo, ese rascacielo­s era para él una dirección prestigios­a para su actividad como marchante y coleccioni­sta. En uno de los giros del destino, Brassner tuvo que acogerse a la bancarrota en el 2015.

Al poco recibió una herencia procedente de su padre y continuó con su estilo de vida.

Pero su disgusto con el titular del edificio fue a peor con la irrupción política de Trump. Y se acrecentó con su victoria.

Según The New York Times, Brassner había comentado a sus amigos que había intentado mudarse desde que supo el resultado de la jornada electoral del 8 de noviembre del 2016. Además de sus discrepanc­ias personales y políti- cas, a este inquilino le provocó intensa preocupaci­ón el incremento del despliegue de seguridad y de la actividad en el edificio. Pero no consiguió que nadie se interesara por su apartament­o, valorado en 2,5 millones.

“Me persigue, esto es insostenib­le”, le confesó a uno de sus íntimos. Asegura que esa angustia fue a más al saber por el The Wall Street Journal de la caída del precio de los pisos del imperio Trump desde que era presidente.

“Nuestras oraciones y condolenci­as a la familia Brassner y sus amigos”, señala una nota emitida por la Trump Organizati­on. En cambio, desde la Casa Blanca, ni

El edificio carece de aspersores porque Trump se negó: subía el coste en 35 euros el metro cuadrado

una palabra sobre el difunto. El presidente se apresuró el mismo sábado, una vez extinguido el peligro, a felicitar a los bomberos y a congratula­rse de sí mismo: “Un edificio bien construido”, se lee en su cuenta de Twitter.

Pasadas las horas, la realidad desvela que a su rascacielo­s le faltaba una instalació­n importante para luchar contra las llamas. Y no es por una casualidad. En 1998, después de dos graves incendios en Manhattan y Brooklyn, el gobierno municipal impuso en 1999 la obligatori­edad de que los edificios de nueva construcci­ón o que se renovaran contaran con aspersores. Trump lideró el grupo de promotores para que la medida no fuera retroactiv­a. Su Torre es de 1983. Al otro lado estaba el alcalde Giuliani, buen amigo del hoy presidente.

Trump ganó. Los aspersores suponían un encarecimi­ento de cuatro dólares por pie cuadrado –unos 35 euros el metro cuadrado– y eso era malo para su negocio.

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CRAIG RUTTLE / AP Un bombero se asoma al exterior desde el apartament­o incendiado en la torre Trump de Nueva York

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