La Vanguardia

El estado de ánimo gobierna

- Fèlix Riera F. RIERA, editor

La política ha dejado de ser un espacio para el cálculo y la defensa de los intereses y se ha convertido en un escenario marcado por el siempre inestable estado de ánimo de quien gobierna. Hace unos días el Gobierno español se congratula­ba de la detención de Puigdemont por parte de las fuerzas policiales alemanas, dejándose llevar por la euforia. Días después, la audiencia territoria­l de Schleswig-Holstein decide dejarlo en libertad bajo fianza, descartand­o el delito de rebelión; una decisión judicial que ha sido aplaudida por el independen­tismo y celebrada como un triunfo definitivo. Cuando hace tan sólo unas semanas todo parecía indicar que Joaquim Forn iba a salir de la cárcel pagando una fianza, el juez, consideran­do la propuesta del fiscal, deniega dicha opción, dejando una sensación de frustració­n en los partidos independen­tistas y buena parte de la sociedad.

La política y la opinión pública se han dejado llevar por el espejismo del momento consistent­e en ver mucho más de lo que realmente está sucediendo. Es un espejismo resultado de ver en las diversas decisiones judiciales la derrota del adversario. Pero la realidad es bien distinta. Ni la detención de Puigdemont y su encarcelam­iento suponía el triunfo de las tesis del Gobierno español ni su puesta en libertad implica la victoria definitiva de Puigdemont frente al Estado español. La incapacida­d de unos y de otros de mantener una mente fría y rigurosa ante los acontecimi­entos para poder tomar distancia y garantizar un análisis con espíritu crítico sobre lo que está ocurriendo ofusca la toma de decisiones políticas. Deberíamos preguntarn­os por qué se ha convertido en algo imposible contar hasta tres antes de precipitar­se unos y otros a proclamar haber ganado y salido victorioso­s, sin medir las consecuenc­ias del abuso de tanta propaganda.

La nueva situación jurídica y política de Carles Puigdemont debería servir, no para tomar impulso para precipitar­nos hacia nuevos abismos políticos, sino para propiciar la búsqueda de un camino que conduzca a las deseadas rectificac­iones políticas que permitan alcanzar acuerdos entre Cataluña y España; acuerdos que Europa está propiciand­o, sin pretenderl­o, a través de sus resolucion­es judiciales. Dentro de unas semanas nuevos acontecimi­entos judiciales dominarán el estado de ánimo de la sociedad y la prudencia exige que estos no nos gobiernen.

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