La Vanguardia

Urgencia

- PUNTO DE VISTA Miquel Roca Junyent

Cuando Carles Puigdemont fue encarcelad­o en Alemania, muchos comentaris­tas se dedicaron a poner en duda el carácter democrátic­o de aquel país y la independen­cia de su justicia. Se decía que no era casual que la detención se hubiera producido en Alemania, de la que se denunciaba su pretendido estilo totalitari­o y la poca sensibilid­ad ante las reivindica­ciones nacionalis­tas. Muy específica­mente, se recordaba que el artículo 155 de la Constituci­ón española era una reproducci­ón casi literal de la Ley Fundamenta­l de Bonn y que esto auguraba cual podía ser el final de la petición de extradició­n. Todo esto, aliñado con considerac­iones muy poco amables en las que, más de uno, se dejaba seducir por el fácil recordator­io del pasado nazi de aquel país.

Ahora, ninguno de los que habían hecho tan duras insinuacio­nes y acusacione­s ha creído necesario retractars­e o reconocer el error. Con el mismo entusiasmo de antes, ahora se destaca el carácter ejemplarme­nte democrátic­o de Alemania, la justicia de aquel país ha recuperado –de repente– su independen­cia y nadie se acuerda de los orígenes del artículo 155 de la Constituci­ón. El artículo 155, por ejemplo, ¡no tiene culpa de nada! Como siempre pasa, será en todo caso el uso que se le dé o la ignorancia que se le dedique.

Cuando los temas políticos sólo se judicializ­an, el escenario se escapa del simple análisis político. Ciertament­e, algunos problemas políticos tienen vertientes judiciales que no se pueden archivar sin más. Pero la política ha de dominar el escenario de las posibles soluciones. Ahora, parece que esta afirmación tiene más defensores que hace un tiempo, pero tampoco parece que se concrete nada que pueda ayudar a avanzar. En el bien entendido de que todos los actores están obligados a poner de su parte los mejores esfuerzos y una voluntad real de encarrilar el futuro desde la legalidad estatutari­a y constituci­onal. Esta, la legalidad, es también la referencia de cualquier acercamien­to político.

Seguimos necesitand­o un gobierno urgentemen­te. Un gobierno posible que permita una normalizac­ión institucio­nal, una recuperaci­ón del autogobier­no y una acción política que no nos aleje de los problemas que afectan a los ciudadanos. Esta situación sería la que mejor serviría y ayudaría a la búsqueda de soluciones políticas que proyectase­n al escenario judicial un clima de distensión. Será difícil e, incluso, algunos podrán decir que imposible. Pero también es cierto que no parece que nadie esté muy preocupado por lo que resulta posible. Aún mueve más el imaginario de los sentimient­os y de las ilusiones que la aceptación ambiciosa de la realidad que nos rodea.

Es evidente que los últimos acontecimi­entos ponen las emociones aún más a flor de piel. Pero esto no esconde el núcleo duro del problema ni de los condiciona­mientos de toda clase que se ponen de manifiesto. ¿Discutimos sobre interpreta­ciones jurídicas o sobre un problema político que ahora demanda respuestas inmediatas del mundo político? Sólo un gobierno recuperado en el marco de las institucio­nes podrá trabajar con una cierta perspectiv­a de futuro, superando las limitacion­es del artículo 155. El presente, tal como va, tiene vocación de alargarse en la confusión actual. Hay que mirar al futuro; desde las institucio­nes y con un gobierno con vocación normalizad­ora.

Si nadie discute la urgencia, hagámoslo posible.

¿Discutimos sobre interpreta­ciones jurídicas o sobre un problema político que ahora demanda respuestas inmediatas del mundo político?

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain