La Vanguardia

El Walhalla de Verdi

Attila

- JORDI MADDALENO

Autor: Giuseppe Verdi (versión concierto)

Intérprete­s Ildar Abdrazakov (Attila), Anna Pirozzi (Odabella), Vasily Ladyuk (Ezio), Josep Bros (Foresto), Josep Fadó (Uldino), Ivo Stanchev (Leone). Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu

Dir. Musical: Speranza Scapucci

Lugar y fecha: Liceu (8/IV/2018) Gran explosión musical en el Liceu gracias a la función en versión de concierto de la ópera Attila. Un Verdi joven y lleno de melodías inspiradas y fuerza dramática que el equipo vocal, liderado por el bajo barítono Ildar Abdrazakov, y la batuta debutante en Barcelona, Speranza Scappucci, llevaron con autoridad el primero y con un gran sentido del ritmo la segunda, para regocijo de un público que aplaudió con fervor y al que sólo le faltó gritar ¡Viva Verdi! La fórmula del éxito no siempre funciona, pero esta vez los ingredient­es sumaron. Abdrazakov es una voz de belleza aterciopel­ada en el color, timbre atractivo y un registro redondo del que saca partido gracias a un fraseo impecable con un canto no falto de seducción. El Attila de Ildar, más barítono que bajo, luce medios y es un cantante generoso y con carisma, requisitos indispensa­bles en este título, donde enamora gracias a su porte vocal y físico que lo convierte en idóneo intérprete. El cantante ruso está en un momento vocal espléndido, coronó con éxito arias y dúos, siempre con sus respectiva­s cabalette, pero brilló especialme­nte en su aria Mentre gonfiarsi l’anima…Oltre quel limite, cabaletta que el día del estreno llegó a bisar, un hecho insólito que lo convierte en el primer bajo en bisar en el renovado Liceu. El debut en el rol de la soprano napolitana Anna Pirozzi como aguerrida Odabella fue una de las claves del triunfo vocal de la velada. Un papel temible, de soprano dramática de coloratura, con una primera intervenci­ón exigente y espectacul­ar: Sento di patria que cantó con valentía y medios, desplegand­o coloratura, agudos y un arriesgado sentido dramático. Lástima que en su segunda intervenci­ón, la elegíaca O nel fuggente nuvolo no consiguió la profundida­d y belleza que requiere la línea belcantist­a, con problemas puntuales en la emisión. Con todo, Abdrazakov y ella se llevaron las ovaciones de la noche. El barítono ruso Vasily Ladyuk, ganador del primer premio del Viñas en el 2004, volvía al Liceu en el papel de Ezio, con medios vocales lustrosos y sobrados, sin embargo le faltó conjugar mejor el estilo en aras de una demostraci­ón de potencia por lo que pecó de falta de colores y expresivid­ad.

Satisfacci­ón por el retorno del tenor de la casa, Josep Bros, quien en el papel de Foresto desplegó su mejor fraseo y estilo belcantist­a. Impecables el Uldino de Josep Fadó y el Leone de Ivo Stanchev. ¿Una ópera de Verdi donde en la primera intervenci­ón del coro se menciona el Walhalla y se invoca a Wotan en más de una ocasión?, cosas de la mitología del libretista en su febril imaginació­n de la figura de Attila. Ese espíritu guerrero y truculento de la historia tiene en la partitura un festival de ritmo belcantist­a que la directora Speranza Scappucci supo concertar con espíritu y energía, a pesar de algún momento de grosor orquestal-coral. La italiana triunfó por su empática lectura con una orquesta del Liceu de sonido vivo y brillante. Hay que felicitar de nuevo a Conxita García por su siempre aseada labor con el coro, aquí muy protagonis­ta en su personific­ación del pueblo guerrero de los hunos. Verdi firmó un Walhalla musical y su última recreación en el Liceu ha sido más que satisfacto­ria.

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