El equipo del Palacio de Cristal
Tras un amistoso con el Madrid en 1963, el Palace se vistió de blanco. Pero una década después vio la luz e hizo suyo el azulgrana del Barça
Los partidos tienen un antes, un durante y un después. El antes son nervios, temores, ilusiones y esperanzas. El después, el cielo de la victoria o el infierno de la derrota. Y el durante, noventa minutos de purgatorio. Pero todo es diferente si uno es un aficionado neutral, como es mi caso con el Crystal Palace. Entonces, los prolegómenos consisten en ir en metro a la estación de Victoria, bajarme en Thornton Heath, caminar por ese barrio de clase trabajadora con gran influencia afrocaribeña, comprar jerk chicken (pollo picante a la jamaicana) en un chiringuito de toda la vida al lado de una gasolinera, y disfrutarlo en el bar del estadio con una pinta de cerveza danesa.
Y a la salida, la rutina –cuando no está lloviendo– consiste en un paseo hasta lo poco que queda del Palacio de Cristal, la impresionante estructura creada para la Exposición Universal de 1851, cuando la reina Victoria quiso celebrar de una tacada el espíritu del imperio y las innovaciones técnicas de la revolución industrial.
El príncipe Alberto, el adorado consorte de la monarca, se encargó del proyecto y dio instrucciones de que tenía que ser “sencillo, barato y de fácil y rápida construcción”, porque el tiempo se echaba encima. Todos los grandes arquitectos de la época presentaron sus maquetas, que fueron rechazadas por demasiado costosas. Hasta que Joseph Paxton, un conocido horticultor, constructor y diseñador de jardines, sugirió la utilización de unos paneles prefabricados de cristal recién salidos al mercado para levantar una estructura grandilocuente como hasta entonces la humanidad no había visto jamás. Y todo, por cien mil euros. Un Ikea del siglo XIX.
La feria fue todo un éxito, con más de quince mil expositores del campo de la industria y la cultura que exhibieron cien mil objetos, desde prensas hidráulicas y motores a vapor hasta diamantes y porcelanas de Sèvres. Los elevados precios (una libra de la época) resultaron prohibitivos para las clases trabajadoras, pero aun así seis millones de personas admiraron lo que es considerado como el primer parque temático de la historia. Y hasta hubo beneficios, que se dedicaron a la construcción de los museos de Ciencia, Historia Natural y Victoria and Albert.
La idea original –como luego ocurrió con la noria de Londres– era derribar la estructura al cabo de seis meses. Pero el palacio se había hecho tan popular que fue trasladado a Sydenham, un barrio de elegantes torres del sur de Londres. En su magnífico recinto se construyeron fuentes y jardines, un zoológico, un acuario, un “parque prehistórico” con esqueletos de dinosaurios, un circo y los primeros lavabos públicos (para acceder a los cuales había que pagar un penique). Allí se celebraban festivales de música de Händel, exhibiciones aeronáuticas, concursos de perros y hasta partidos de hockey sobre hielo. Durante la I Guerra Mundial fue un centro de entrenamiento militar, y con sus altos y bajos, sobrevivió hasta que lo arrasó un incendio el 30 de noviembre de 1936, meses después de que en España estallara la Guerra Civil.
En el complejo había un estadio, el Wembley de la época, que albergó las finales de copa desde 1895 hasta 1914. En 1905, la empresa gestora decidió incorporar a las amenidades un equipo de fútbol, y así es como nació el Crystal Palace, que jugó allí hasta que las instalaciones fueron requisadas por el ejército con motivo de la guerra, y vagó por el sur de Londres hasta la construcción de Selhurst Park en 1924. Inicialmente adoptó los colores del Aston Villa, que por aquel entonces era el equipo de moda. Pero en 1963 recibió al Real Madrid en un amistoso, se dejó obnubilar y durante un tiempo hizo del blanco su color. Afortunadamente, una década después, a un entrenador visionario llamado Malcolm Allison le gustaba más el Barça y transformó la camiseta en una de rayas verticales azules y rojas.
El Crystal Palace consiguió el ascenso a la primera categoría del fútbol inglés en el año 1906, y desde entonces ha sido el típico equipo ascensor, que sufre por mantener la máxima categoría pero la recupera con una cierta facilidad. En sus vitrinas no hay ningún trofeo importante, pero alcanzó dos veces la final de copa, perdiendo ambas frente al Manchester United. En 1995 Selhurst Park fue escenario del famoso incidente en que Eric Cantona dio una patada a un hincha que le había insultado, por lo que fue condenado a dos semanas de cárcel que un juez piadoso convirtió en 120 horas de servicios comunitarios.Y eso que se trató de una “rebelión” en toda regla.
El recinto de la expo de 1851 se convirtió en un parque temático, con equipo de fútbol incluido