La Vanguardia

Hasan Rohani

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PRESIDENTE DE IRÁN

Irán encabeza la lista de países que más recurren a la pena capital. Aunque ha limitado las condenas a muerte por tráfico de drogas, al menos cinco personas fueron ejecutadas en el 2017 por delitos cometidos siendo menores de edad.

La pena de muerte sigue a la baja en todo el mundo. Es un descenso lento pero progresivo y por tanto apreciable, según el informe anual de Amnistía Internacio­nal (AI), ya que algunos países bien conocidos por ejecutar la pena capital están empezando a introducir reformas para reducir su aplicación. En el 2017, año al que correspond­e el informe, AI tuvo constancia de al menos 993 ejecucione­s, lo que representa un descenso del 4% respecto al 2016, con 1.032, y del 39% respecto al 2015, que fue el año más trágico desde 1989, con 1.634 ajusticiad­os.

Amnistía valora positivame­nte que en toda el África subsaharia­na se registra “un descenso considerab­le en las condenas”. Veinte países han abolido la pena de muerte; Guinea (Conakri) ha sido el último en hacerlo y Gambia se dispone a seguir ese camino. Sólo se han registrado ejecucione­s en dos países, Somalia (24) y Sudán del Sur (4), mientras que en Nigeria no ha habido ninguna, a pesar de que en este país, en plena lucha contra la organizaci­ón terrorista Boko Haram, se dictaron el año pasado 621 condenas. Con 17 indultos y 28 exoneracio­nes, hay que esperar qué ocurre con un total de 2.285 condenados, que es la cifra más alta del mundo.

Además de Guinea, Mongolia ha abolido la pena de muerte y Guatemala lo ha hecho para los delitos comunes.

Las notas más negativas las ponen países ya habituales: China, Irán, Arabia Saudí, Irak y Pakistán, a los que se unen Bahrein, Emiratos, Jordania y Kuwait. La apreciació­n de China, como de costumbre, se basa en estimacion­es (de miles de personas). El número de ejecucione­s sigue siendo secreto de Estado en China. El caso de Irán es singular. Por un lado, AI afirma que se han hecho reformas para limitar las condenas a muerte por drogas, pero al menos cinco personas fueron ejecutadas por delitos cometidos cuando eran menores de 18 años.

Las condenas por tribunales militares o fuera de las normas internacio­nales, o después de confesione­s bajo tortura, han seguido en Egipto, Pakistán, Bangladesh, Arabia Saudí, Irak, Irán...

Y en cuanto a Estados Unidos, la mala noticia es que en un año los estados que llevaron a cabo ejecucione­s (un total de 23) aumentó de cinco a ocho, con Arkansas, Ohio y Virginia, con 41 condenas.

Ya son 142 países los que han abolido esta práctica, lo que indica “una enorme y positiva transforma­ción en la percepción de la pena de muerte”, que no es sino “un síntoma de una cultura de violencia, no de su solución”, según Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacio­nal. Pero quedan en el mundo al menos 21.919 condenados.

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