La Vanguardia

A un centímetro del naufragio

El Madrid pasa ronda con gran sufrimient­o gracias a un penalti muy polémico en el 97 ante un gran Juventus

- CARLOS NOVO

El Madrid no aprendió nada de lo sucedido el martes al Barcelona y anoche sufrió también su ración de ridículo, que no fue histórico porque evitó la eliminació­n con un penalti dudoso por derribo de Benatia sobre Lucas Vázquez en el añadido, transforma­do por Cristiano en el minuto 97. El Juventus montó en cólera con el penalti y Buffon fue expulsado en medio de protestas tumultuari­as. Para Zidane y los jugadores blancos, el penalti fue claro. Para Allegri, fue un penalti gris. La noche dejó un mal sabor de boca en el madridismo a pesar de que su equipo accede por la gatera a su octava semifinal consecutiv­a.

El Juventus hizo buena su tradición de ser la bestia negra del Madrid. Era el último equipo que le había eliminado de su competició­n fetiche, en el 2015, y estuvo muy cerca de repetir la hazaña. Pasó el Madrid, pero la Juve le dio todo un repaso táctico.

Para quedarse fuera de Europa el Madrid tenía que hacerlo todo mal en un partido que se le pusiese cuesta arriba de inicio. El Juventus cumplió el guion al pie de la letra. Marcó al minuto y medio, y tuvo claro siempre cómo voltear la eliminator­ia y sacar de quicio poco a poco a un Madrid negado hasta con la suerte.

Poco puede achacarse a Zidane desde un planteamie­nto que pasaba por posesiones largas. Benzema, por fin, pagaba con el banquillo sus nefastas actuacione­s, sustituido por un Bale que se presuponía ideal para montar la contra a la espalda de los zagueros italianos. Bale estuvo nefasto. Si acaso la apuesta que le salió peor a Zidane fue la de Vallejo, que debutaba en la competició­n ante un toro de lidia demasiado bravo.

Nadie podrá negar que el Madrid no tenía todos los avisos del mundo, y sin embargo su puesta en escena fue impropia. Salió sin tensión defensiva y encajó un gol al minuto y medio, un centro de Khedira y un cabezazo sin marcador encima de Mandzukic.

El gol metió en nervios al Madrid y aposentó al Juventus, que encontró en el trabajo a destajo de Matuidi y el buen hacer de Pjanic sus perfectos arquitecto­s.

LA POLÉMICA

Cristiano marcó de penalti en el minuto 97 y evitó la prórroga tras el 0-3 con que se puso el Juventus

REPASO TÁCTICO

Allegri consiguió jugar el partido que necesitaba su equipo ante un Madrid demasiado especulado­r

Si el Madrid tiene en su ADN cómo jugar la Champions, el Juventus demostró que a veces el alumno aventajado le supera. Ya lo hizo este año en una situación de gran adversidad en Wembley.

Con el 0-1, el Madrid pareció reconducir la situación entre Isco y Modric, dueños del balón en la parcela central, pero con poca capacidad para inquietar de verdad a Buffon. El Madrid se dedicaba más a dejar pasar los minutos que a buscar el empate. Más o menos lógico, pero con el Juventus delante, si la fortaleza defensiva no se afina al máximo, la tragedia está al caer. Nunca como anoche el Madrid echó tanto de menos a su capitán Sergio Ramos.

El Madrid entró definitiva­mente en crisis con el segundo gol de Mandzukic en el minuto 37, otro cabezazo sin que nadie le molestara. Luego, antes del descanso, tuvo mala suerte: un cabezazo de Varane se estrelló en el travesaño de Buffon.

La segunda parte resultó todo lo emotiva que puede ser la Champions. Zidane cambió a Bale y Casemiro por Lucas Vázquez y Asensio. El Madrid, reforzado aún más en el centro del campo, pasó a dominar con claridad el juego, pero recibió un tercer gol que le llevaba a la prórroga en un balón mal blocado por Keylor y que Matuidi sólo tuvo que empujar a la red. Era el primer fallo del costarrice­nse en muchos meses.

Ahí sí que se desató el Madrid. Entró Kovacic de refresco y los blancos cargaron con todo, estrellado­s una y otra vez ante un Buffon que se agigantaba y que quería evitar a toda costa estar jugando su último partido en una competició­n que ya no ganará nunca.

Ya en el añadido, llegó el penalti que dará que hablar. Buffon le dijo de todo a grito pelado al árbitro inglés y fue expulsado. Cuando abandonaba el césped enrabietad­o, el Bernabeu le ovacionó mientras a él se lo llevaban todos los demonios. Marcó Cristiano su gol de rigor y lo celebró quitándose la camiseta. El Bernabeu rugió, mezcla de alegría y alivio. Terminaba así una noche de sufrimient­o blanco que pondrá su bola en el sorteo de semifinale­s de mañana, pero que le reportará poca gloria.

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El árbitro expulsa a Buffon, quizás en su último partido de Champions, entre una nube de juventinos
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DANI DUCH

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