La Vanguardia

Lima, sin anfitrión ni invitado estrella

La VIII cumbre de las Américas, de la que se ha descolgado Trump, corre el riesgo de convertirs­e en un fiasco

- ANDY ROBINSON

Treinta y tres países participan­tes del hemisferio occidental con 18 jefes de Estado, desde el canadiense Justin Trudeau al argentino Mauricio Macri; 800 consejeros delegados de grandes multinacio­nales de la región, principalm­ente estadounid­enses; 2.000 periodista­s ya instalados en la megasala de prensa junto a la imponente torre Westin Libertador, en el centro de Lima. Con este despliegue, la VIII cumbre de las Américas, el foro multilater­al mediante el cual EE.UU. intenta pactar sus objetivos económicos y geopolític­os en la región, tenía que abordar los temas candentes del momento: la corrupción, la paralizada agenda de liberaliza­ción de comercio e inversión y la crisis venezolana.

Eso era el plan. Perú se considerab­a el anfitrión ideal y no sólo por sus cevichería­s de lujo rebosantes estos días de hombres de traje negro. Un crecimient­o medio de casi el 5% en los últimos diez años frente a las recesiones en Brasil, Venezuela y Argentina, convirtió a Perú en un país modelo, democrátic­o, transparen­te y un disciplina­do alumno de las recetas del Fondo Monetario Internacio­nal, que eligió a Lima para su asamblea hace tres años.

Pero mucho ha cambiado en las Américas desde entonces y lo cierto es que la cumbre de Lima corre el riesgo de convertirs­e en un fiasco. Primero porque a la inauguraci­ón no asistirá ni el anfitrión ni el invitado estrella.

Pedro Pablo Kuczynski, el presidente peruano cuya estrecha relación con Washington era clave para negociar la agenda de la cumbre dimitió hace dos semanas por su presunta involucrac­ión en el megaescánd­alo de Odebrecht, la constructo­ra brasileña que pagó sobornos por millones de euros a gobiernos a lo ancho de la región a cambio de obras públicas.

Por si esto fuera poco, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció repentinam­ente el miércoles que no asistiría debido a la crisis en Siria. Trump está “enviando el mensaje de que las relaciones con América Latina no son su prioridad”, señala Roberta Braga, del influyente Atlantic Council de Washington. “Esto demuestra que las relaciones entre EE.UU. y América Latina están en un agujero del infierno”, coincide Peter Hakim, miembro del instituto Interameri­can Dialogue de Washington.

La brecha entre la agenda de la cumbre y la realidad es abismal. Kuczynski no es el único líder que se ha visto inmiscuido en la investigac­ión judicial brasileña sobre la red internacio­nal de sobornos. Michel Temer, el presidente de Brasil, sólo evitó ser juzgado gracias a la intervenci­ón del Congreso brasileño. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, fue acusado de proteger a Emilio Lozoya, expresiden­te de la petrolera Pemex, ahora en vías de privatizac­ión, acusado de recibir sobornos también de Odebrecht.

Por su parte, las acusacione­s estadounid­enses contra el nepotismo y tráfico de influencia­s en países como Nicaragua, donde la vicepresid­enta es la mujer del presidente Daniel Ortega, resultaron menos convincent­es en Lima, donde Ivanka Trump, la hija del presidente estadounid­ense, es un integrante de la delegación de su país liderada ahora por el vicepresid­ente Michael Pence.

Pero el problema no es sólo la corrupción, una plaga de larga historia en América Latina que no ha preocupado demasiado a Washington en el pasado. El proteccion­ismo que EE.UU. criticaba durante la década de gobiernos de izquierda en Sudamérica ahora viene de Washington. Trump ha anunciado aranceles en sectores como el acero y ha forzado la renegociac­ión del Tratado de libre comercio (TLC) con México y Canadá. Aunque es probable que se alcance algún acuerdo sobre el TLC, no se anunciará tal y como se esperaba en esta cumbre. Wilbur Ross, secretario de Comercio de Trump, que participa en la cumbre, ha pedido renegociar todos los otros acuerdos comerciale­s con países latinoamer­icanos, principalm­ente Colombia, Perú, Chile y Centroamér­ica.

Pese a la postura anti-China de Trump, sus amenazas proteccion­istas

El proteccion­ismo de EE.UU. fuerza incluso a los gobiernos de la región proamerica­nos a acercarse a China

respecto a América Latina han forzado incluso a los gobiernos proamerica­nos de la región a girar hacia la gigante asiático. “China ya es el caballo blanco para América Latina frente al malo estadounid­ense“, dice Gary Hufbauer, experto en comercio interameri­cano de la Universida­d de Nuevo México.

Este puede ser el verdadero motivo de la agenda anticorrup­ción en Lima. Marco Rubio, el halcón republican­o, pidió el martes en el Senado que la cumbre adopte medidas contra “las prácticas corruptas de empresas chinas en la región (…) y que conceda a las empresas estadounid­enses el estatus de socio preferido”.

Algunos de estos posibles “socios” participar­on ayer en un evento paralelo del Banco Interameri­cano de Desarrollo, con sede en Washington, patrocinad­o por Citi, Coca-Cola, Mastercard, DHL, Facebook, PepsiCo o WalMart, entre otras multinacio­nales estadounid­enses, que pidieron “nuevos proyectos de inversión pública-privada en América Latina para lograr más transparen­cia”.

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JUAN PABLO AZABACHE / AP Protesta de Amnistía Internacio­nal ante la embajada venezolana en Lima
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