Espai Barça aprobado, al fin
LA semana que termina no ha sido buena ni para el Ayuntamiento ni para el Barça. El gobierno municipal barcelonés que preside la alcaldesa Ada Colau ha visto como eran definitivamente rechazados dos de los proyectos estrella de su mandato: la multiconsulta y la prolongación del tranvía por la Diagonal. El club de fútbol que preside Josep Maria Bartomeu cayó el martes en Roma ante el equipo de la capital italiana, que le infligió una inesperada y humillante derrota. Un año más, el Barça se veía así apeado de la gran competición europea en cuartos de final, propiciando la depresión de sus seguidores.
Tanto Colau como Bartomeu comparecieron ayer sonrientes ante la prensa, apenas unas horas después de sus respectivas debacles, para anunciar el inicio de las obras del Espai Barça en julio del 2019, con dos años de retraso sobre el calendario inicial. Esto significa que el FC Barcelona podrá por fin comenzar su ambicioso proceso de transformación del estadio, que durará cuatro años, y de su zona de influencia. Razones en favor de estos cambios no faltan. El Barça es uno de los principales equipos de la esfera futbolística mundial, ha conocido unos años de éxito esplendoroso gracias a su equipo y al enorme talento de Messi, y siente la necesidad de adecuar sus instalaciones a un nuevo modelo de explotación que permita optimizar los ingresos. Por no hablar de la obligación de acomodar el estadio a la actual normativa de seguridad. En paralelo, el Barça debe mejorar la oferta de sus instalaciones, convertidas en un importantísimo reclamo turístico, para responder a la creciente demanda internacional que recibe.
En otras palabras, la oportunidad de la operación del Espai Barça es obvia. Y si se ha visto demorada hasta ahora ha sido porque los vecinos y el Ayuntamiento han tratado de mejorar los beneficios que esperaban de ella. A decir verdad, esos beneficios quizás no justifiquen la demora. Se han reducido unas 60 habitaciones y se ha retocado el programa de ciertos edificios. Pero los grandes rasgos del Espai Barça, entre los que destaca el enorme espacio público abierto a la ciudad, no difieren mucho entre el plan inicial y el aprobado.
No es hora de reproches, sino de felicitarse por una decisión a varias bandas que esperamos sea beneficiosa para todos: para su impulsor, el Barça, que podrá adecuar a los requisitos actuales su oferta; para la ciudad, que gana espacio público; y para los vecinos, que suman equipamientos. Han pasado cuatro años desde que los socios del Barça dieron luz verde a la operación. Ha sido mucho tiempo y quizás la espera no esté justificada. Pero las virtudes del nuevo acuerdo son claras.