Contestación general
Hasta la torre Eiffel cierra por la huelga de sus guardias
La tensión en Francia continúa sin que las palabras del presidente Emmanuel Macron hayan servido, de momento, para atisbar una solución en los varios conflictos abiertos, de la huelga de ferrocarriles a las protestas en las universidades.
La tensión en Francia continúa, sin que las palabras del presidente Emmanuel Macron, el jueves, hayan servido, de momento, para atisbar una solución en los varios conflictos abiertos, desde la huelga de ferrocarriles a las protestas en las universidades. Da la sensación de que la estrategia del Gobierno consiste en aguantar con paciencia, a la espera de que los varios focos de la contestación se vayan apagando por sí solos.
El desafío más serio, la huelga de la SNCF –el equivalente a la Renfe–, registró ayer un seguimiento algo más bajo, aunque la perturbación del tráfico de trenes se mantuvo elevada. Si bien sólo secundó el paro el 22,5% del personal, según la empresa, en las funciones clave del servicio la huelga tuvo mucha mayor incidencia. Dejaron de trabajar el 66% de los maquinistas, el 60% de los revisores y el 29% de los controladores de los cambios de agujas. Como consecuencia de estos paros, se han reducido significativamente –hasta un tercio de lo normal, según las líneas– los trenes de alta velocidad (TGV) y los Intercity, con más incidencia en el oeste del país. También se ve afectado el tráfico de las redes suburbanas RER y Transilien en la región parisina.
En diversas universidades se mantienen los bloqueos, pero los rectores están perdiendo la paciencia y ordenan a la policía que desaloje por la fuerza a los ocupantes de las instalaciones. Es lo que ocurrió, el jueves por la noche en la Sorbona, en París. Los antidisturbios sacaron a entre 200 y 300 estudiantes que se habían atrincherado en su interior. La acción policial en la histórica universidad de la capital trajo a la memoria las imágenes de Mayo del 68. La Sorbona fue uno de los epicentros de aquella revuelta. También fue evacuada por las fuerzas del orden la universidad Lyon-2. Se esperaba que en París sucediera lo mismo con el centro de Tolbiac.
Para completar la imagen de país agitado, ayer hubo de cerrar la torre Eiffel –que el año pasado recibió más de seis millones de visitantes– debido a la huelga del personal de seguridad.
El intento de Macron de mostrar autoridad y atajar la contestación no ha dado por ahora resultados. La entrevista que concedió el jueves a la cadena TF1 fue muy criticada por la oposición, tanto de derechas como de izquierdas. El partido conservador Los Republicanos, por boca de Christian Jacob, su jefe de filas en la Asamblea, reprochó al presidente su falta de empatía, su arrogancia y el abuso del “yo” en sus palabras. El flamante primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, acusó a Macron de haberse presentado realmente como lo que es, un presidente que trabaja para los ricos, a pesar de que él lo niegue. El domingo por la noche, el presidente tendrá una nueva oportunidad de explicarse al país en una nueva entrevista televisada. No le queda demasiado tiempo para controlar de cerca la situación, pues tiene varios viajes en su próxima agenda, entre ellos a Estados Unidos, Australia y Nueva Caledonia.