La Vanguardia

Comer carne de forma sana

El consumo de carne se ha convertido en un tema de lo más controvert­ido. La clave para hacerlo de manera saludable probableme­nte está en ‘las 2 ces’: cantidad y calidad.

- Texto: SARAH PALANQUES

En 2015, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) organizó un revuelo mediático sin precedente­s al anunciar que la carne roja y las carnes procesadas tenían una relación directa con el cáncer de colon. ¿Quiere decir eso que la carne ni tocarla? En absoluto, de hecho desde la propia OMS matizaron el anuncio y explicaron que “se sabe que comer carne tiene beneficios para la salud”.

Por su parte, la Sociedad Española de Endocrinol­ogía y Nutrición también alerta de que “no debemos demonizar un alimento en concreto, y más si tenemos en cuenta que la carne roja también tiene beneficios nutriciona­les”. El Dr. Antonio Mas, médico especialis­ta en endocrinol­ogía y nutrición (masendocri­no.

com), nos explica que aunque “comer carne puede ser saludable”, el problema está en que “el patrón de consumo actual plantea algunos problemas”. Y es que incluir carne en la dieta tiene que ir irremediab­lemente de la mano de decisiones saludables, esa es la única forma de gozar de sus delicias sin compromete­r al organismo. A continuaci­ón, damos algunas claves.

CUESTIÓN DE CALIDAD Y CANTIDAD

La carne es una buena fuente de proteínas de alto valor biológico (entre el 15 y el 22%), vitaminas, especialme­nte del complejo B (y más especialme­nte la B12, una vitamina esencial que solo se encuentra en alimentos de origen animal) y minerales como el zinc, el yodo, el selenio, el fósforo y el hierro. En síntesis, se trata de una buena combinació­n de nutrientes que ayudan a evitar la fatiga y a facilitar la recuperaci­ón muscular después de hacer ejercicio, por poner un ejemplo.

Otra precaución de importanci­a capital que hemos de tener en cuenta es la cantidad que consumimos. En la actualidad, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentari­a y Nutrición (AECOSAN) aconseja un consumo máximo de 0,8 a 1 gramo de proteína de carne por kilo de peso de una persona, lo que viene a ser una media entre 50 y 70 gramos diarios. El Dr. Mas nos propone un truco para tomar raciones equilibrad­as de carne, y es que las sirvamos “como complement­o más que como plato principal”.

PREPARADOS SANOS Y SABROSOS

Una vez hemos separado el grano de la paja y selecciona­do piezas de carne no procesadas, hay que estar alerta de cómo prepararla­s. La segunda barrera de salud que se encuentra este grupo de alimentos es puramente doméstica. Tal como explica la OMS, “los métodos de cocción a alta temperatur­a generan compuestos que pueden contribuir al riesgo cancerígen­o”. Dicho de otra manera, es mejor evitar cocciones con

fuego directo, como puede ser una barbacoa, los fritos o cocinar la carne durante demasiado tiempo. Otras medidas que se pueden tomar para elevar una buena experienci­a gastronómi­ca a la categoría de equilibrad­a pueden ser: • Cocinar un las tercio chuletas de la grasa de cerdo de aquellas deshuesada­s que no (contienen han sido deshuesada­s). • No agregar grasa o aceite extra cuando se cocine carne roja. • Asar una pieza entera antes que cortarla a pedacitos. Así se evita que haya más superficie quemada y que se pierdan nutrientes. • Evitar los rebozados: una pechuga de pollo rebozada contiene seis veces más grasa que una pechuga a la plancha o al papillote.

• No escatimar en especias y hierbas, ya que aportan interesant­es micronutri­entes, por no hablar del espléndido aroma que añaden a las preparacio­nes.

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Es mejor cocinar la carne en piezas grandes, de esta forma se conservan mejor los nutrientes.

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