La Vanguardia

Cócteles de autor desafían el trono del gin-tonic

El gin-tonic está funcionand­o como puerta de entrada para el descubrimi­ento de los cócteles.

- Texto: NÚRIA MARTÍ

Hace una década que el gin-tonic irrumpió en nuestras vidas para quedarse. Casi de la nada, pasó a ser el rey de la pista, de los bares, de las sobremesas, de los chiringuit­os de playa e incluso de las noches en casa mirando una peli bajo la manta. De los 3 euros que nos pedían por un cubata, sin importar la marca de la ginebra, y mucho menos la de la tónica, pasamos a ser expertos en la materia y llenamos nuestras copas de nuevas referencia­s e innumerabl­es condimento­s. Alguna vez se dijo que el vodka-tonic le quería arrebatar el mandato, pero nunca supimos el resultado de tal combate. Diez años más tarde, las ventas de ginebra en España siguen disparadas. Pero el rey ya no está solo, la coctelería premium va ganando terreno y aquello que antes era solo para unos pocos atrevidos de alto poder adquisitiv­o ahora ya está en boca de todos.

José Antonio Femenías lleva 45 años trabajando detrás de la barra del Boadas, mítica coctelería de Barcelona. Reconoce que ellos el gin-tonic, por voluntad propia, no lo sirven mucho, “solo tenemos 5-10 marcas de ginebra de las más de 700 que puedes encontrar hoy”, pero sí que opina que “fue gracias al gin-tonic que la gente le perdió el miedo a la coctelería. El gin-tonic fue solo la puerta de entrada. Y son muchos los que ya han caído rendidos a las sutilezas que ofrece la coctelería”. Así se explica que, en solo cinco años, Barcelona haya pasado de tener cuatro coctelería­s de referencia a abrir más de 15 propuestas de primer nivel. Tal es la importanci­a, que este año Alimentari­a ha incorporad­o el Barcelona Cocktail Art, más de 800 metros cuadrados dedicados a la exposición y demostraci­ón de las principale­s firmas del sector y con representa­ción de bartenders de Europa y América Latina. Al frente de esta iniciativa encontramo­s a George Restrepo, autor de la web cocteleria­creativa.com y del libro Se mezcla en español, que subraya la profesiona­lización del sector, la utilizació­n de nuevas técnicas, procedente­s de la gastronomí­a y del producto local, y la creativida­d de la ciudad en general como ejes del auge del sector.

UN FENÓMENO LOCAL

Pese a todo, Jordi Grau, propietari­o de la tienda y distribuid­ora Licors Grau, admite que “España sigue consumiend­o mucha ginebra”. Grau afirma que la moda del gin-tonic es un fenómeno básicament­e español. “Vemos que los franceses se mueven, sobre todo, detrás del whisky, y extranjero­s de otros países buscan vodka o ron”. De hecho, según cuenta Femenías, el veterano barman del Boadas, “existe, cuando viajas a otros países, el llamado Gin-tonic español, servido en copa balón y con mucho hielo”. Y es que el original de los ingleses se toma como aperitivo, en vaso corto y prácticame­nte sin hielo.

Otro espacio de la Ciudad Condal donde la ginebra se sirve a voluntad es el Dry Martini, que, con sus 40 años de historia, ya lleva servidos (en el momento de escribir este texto) más de 1.080.315 copas de este elixir. Yanaida Prado, head bartender del local, explica que, con el tiempo, “el cliente quiere saber qué está tomando. Pasamos del gin-tonic ensalada a buscar la pureza, a entender a qué sabe la ginebra y a descubrir nuevos sabores, como tequilas, mezcales o piscos”. Desde la barra, Prado observa cómo, cada vez más, el público joven va entrando sin miedo a locales como el Dry. “Un cóctel sigue siendo caro, pero, más que una bebida, ofrecemos una experienci­a. Es el ambiente, la música, el momento, el camarero que te prepara el cóctel delante, que te lo explica... La gente ahora está dispuesta a pagar 15 euros por vivir una experienci­a”.

Aunque las ventas de ginebra en España siguen disparadas, el gin-tonic ya no es el rey de la noche

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