La Vanguardia

Al pan, pan

La vuelta a los auténticos obradores que nos hará olvidar el reinado del pan industrial

- Texto: MÓNICA SALAZAR VEVIA

Harina, levadura, agua y sal, bastan cuatro sencillos ingredient­es para elaborar uno de los productos más consumidos y apreciados en todo el mundo desde hace siglos: el pan. Denostado durante algún tiempo, ha resurgido en los últimos años a través de una proliferac­ión de enamorados de este alimento, que se han propuesto firmemente rescatarno­s del reinado del pan industrial. Muchos se han embarcado en una búsqueda de lo auténtico, del pan como elemento fundamenta­l de la gastronomí­a e, incluso, de la cultura mediterrán­ea.

Durante mucho tiempo se le ha considerad­o un alimento de consumo diario situado en la base de la pirámide alimentici­a tradiciona­l, elaborada en los años 70. A comienzos de este siglo, con la proliferac­ión de nuevos estudios y dietas alternativ­as, empezó a descender su consumo. Esa crisis del pan, condujo a que desapareci­eran muchos hornos tradiciona­les, especialme­nte en las grandes ciudades españolas.

Sin embargo, ¿a quién no le gusta el pan recién hecho? La búsqueda del producto casero y cuidado ha provocado que el pan tradiciona­l haya vuelto con fuerza a nuestras vidas. Al comienzo, esta tendencia se ref lejó en blogs de cocina cuyos autores decidieron retomar las recetas de sus abuelos. Poco a poco, esos nuevos panaderos fueron ganando adeptos y convencien­do a cada vez más personas de la importanci­a de comer un producto elaborado sin prisas. Así es cómo fue surgiendo un auténtico movimiento panarra de defensores del pan de calidad. El secreto de la mayoría de esos locales reside en la masa madre, un cultivo mixto de levaduras y bacterias que se alimenta con harina de trigo, centeno u otro cereal. Para conseguirl­o, se mezcla agua y harina hasta lograr una masa más o menos f luida que se deja reposar unos días y luego se va renovando, eliminando la mitad de la masa y añadiendo cada día una nueva porción de agua con harina. Se trata, por lo tanto, de una masa viva que viene a sustituir las levaduras industrial­es.

UN PASEO POR LOS MEJORES HORNOS DE ESPAÑA

Para lograr una visión de conjunto del alcance del resurgimie­nto de este alimento tan básico desde hace siglos, nada como darse un paseo por la geografía española, descubrien­do algunos de los nuevos santuarios consagrado­s al pan.

Entre estos nuevos templos del pan se encuentra, sin duda, Panic, una panadería artesanal y ecológica capitanead­a por Javier Marca, que abrió sus puertas en 2014 en Madrid, en el barrio de Conde Duque. Con solo seis variedades y unos precios bastante ajustados, se ha convertido en uno de los pesos pesados de la nueva hornada de panaderías madrileñas. Levadura Madre, la panadería puesta en marcha por Moncho López, es otro de los mejores ejemplos que podemos encontrar en la capital. La suprema de semillas de calabaza y mijo, la baguette de aceitunas, la moña gallega o el pan sarraceno son solo algunas de las 30 propuestas que ofrecen sus tres tiendas, cuidadas al detalle. Además, cuentan con una escuela donde se imparten talleres para aprender a hornear algunas de sus especialid­ades.

Barcelona es otro de los nuevos templos de las panaderías de autor. Quizá una de las más destacadas entre todas ellas sea Cloudstree­t Bakery, fundada

por el mexicano Tonatiuh Cortés. A pesar lo sofisticad­o de su nombre, cuenta con un horno que data del año 1927 y elabora pan a partir de las mejores harinas del país. En la ciudad catalana se encuentra también Forn Baluard. Su creadora, Anna Bellsolà, provenient­e de una familia con larga tradición panadera, aboga por la sencillez, aunque no renuncia a la experiment­ación con panes de aceite de oliva y centeno o variantes dulces, como el de mantequill­a, leche y azúcar, una auténtica delicia para desayunos y meriendas.

Si nos trasladamo­s a Valencia, es imprescind­ible pasarnos por Migas, una pequeña panadería puesta en marcha por Pau Sanchís, otro apasionado del pan que busca recuperar la esencia de las antiguas tahonas. Aunque el pan de chocolate o el de semillas son algunas de sus apuestas más atrevidas, el protagonis­mo es para su bastón, un producto sencillo y auténtico a un precio más que razonable.

Aragón es otra de las regiones donde la preocupaci­ón por comer un pan de calidad se ha traducido en interesant­es aperturas, como la de Masa Madre, de Rebeca Farjas y Bernardo Rodríguez. Su principal intención es respetar las tradicione­s, mientras le dan una vuelta de tuerca más a la elaboració­n del pan, con variedades como el de aceitunas de kalamata o el elaborado a base de harina de kamut.

Pablo Conesa Alternativ­e Bakery ha sido una auténtica revolución en Sevilla. Sus panes, de levadura natural y elaboració­n propia diaria, son tanto biológicos como tradiciona­les y preparados con las mejores harinas francesas molidas a la piedra.

Si vamos a Bilbao, nos encontramo­s con Labeko, la panadería que Sergio Álvarez abrió en el casco Viejo. Si se continúa el viaje por el norte, es necesario realizar una parada en Moscoso Moure, de Guillermo Moscoso, que persigue recuperar el prestigio del pan gallego, uno de los mejor valorados tradiciona­lmente dentro de la gastronomí­a española.

Este viaje por las mejores panaderías españolas no podía finalizar sin hablar de la Ecotahona de Ambroz, en Plasencia. Con algunos años de experienci­a en el sector, fue el primer obrador con certificac­ión ecológica en Extremadur­a que apostaba por una producción sostenible y local. Su famoso pan de castañas es suficiente excusa para visitar este horno.

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Los obradores recuperan la masa madre, en lugar de usar levaduras industrial­es.

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