Con la versatilidad de la reina
Más de 160 jugadores se devanan los sesos en una sala del hotel SB Glow, en el Poblenou de Barcelona. Tiene buena pinta el estadio escogido para los ajedrecistas. Se respira tensión, concentración, nerviosismo y un aire de humanidad .Esel día grande del ajedrez en Catalunya, el de la final de la Lliga Catalana de División de honor por equipos, los 16 mejores del país. “Es la primera vez que una ronda final se juega en una sede neutral, fuera de un club; hemos querido darle un empaque especial”, dice satisfecho Ramon Caro, vicepresidente de la Federació Catalana d’Escacs. Cuestión de dar más visibilidad y relevancia a un deporte pequeño... pero muy grande. Con la versatilidad de una reina y la humildad de un peón.
“No hay ninguna otra competición deportiva con una vertiente social como el ajedrez”, asegura Pepo Viñas, presidente de la Catalana. Suena a sentencia presuntuosa, pero la justificación posterior lo llena de razones: “No encontrarás actividades deportivas donde jueguen jóvenes contra personas mayores, hombres contra mujeres, personas de cualquier condición física, económica, racial, religiosa... En el ajedrez hay una transversalidad social singular, y tiene grandes potencialidades en muchos ámbitos”, explica. Y cita la formación académica (el ajedrez se aplica en las escuelas en el aprendizaje matemático y en la comprensión lectora, por ejemplo), la integración social (de sectores desfavorecidos, reinserción de presos...) o los efectos beneficiosos para la salud, como es la ralentización del deterioro cognitivo provocado por enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer o la demencia senil.
Sin embargo, si el ajedrez tiene tantas virtudes y potencialidades, ¿cómo su presencia mediática es tan tímida? ¿Por qué sus practicantes difícilmente pueden llegar a ser profesionales a plena dedicación?
“Los deportes que más llegan a la sociedad son los que más público reúnen en estadios, y eso, el ajedrez, lo tiene limitado: jugamos en un tablero y es un deporte poco dinámico”, admite con sensatez Sergi Vinardell (22), ajedrecista del Club Olot, que tiene rango de maestro catalán (2.291 puntos) y FIDE 2.160. “La manera de llegar más, de crecer, es enseñar a los niños desde pequeños”, como él, que aprendió en la escuela a los 9. “Pero ganarse la vida... O eres muy bueno, un top, o es muy difícil”, dice Sergi.
El ajedrez, a pesar de que “no entiende de barreras arquitectónicas y puedes jugar con cuatro duros”, como recuerda el vicepresidente, tiene algunos inconvenientes para crecer, para hacerse visible. “Debemos intentar hacerlo más atractivo, venderlo mejor y popularizarlo para lograr patrocinadores”. Uno de los ámbitos de crecimiento en la difusión –ya que
TRANSVERSALIDAD SOCIAL “No hay otro deporte donde jueguen jóvenes contra mayores, o gente de diferentes condiciones”
ALGUNOS INCONVENIENTES
La dinámica del juego, la falta de una rivalidad atractiva y la necesidad de saber frenan la difusión del ajedrez
es tan poco televisivo por la dinámica de juego– lo ofrece internet. “En la Lliga Catalana hemos hecho la retransmisión de partidas en directo, con un seguimiento de 1.500 personas”, dice Ramon Caro. “Pero nos encontramos con un doble problema: si no sabes jugar a ajedrez es muy difícil engancharte a una partida, y las retransmisiones tienen que ser amenas, hay que modernizar el lenguaje”.
Por otra parte, también echan de menos una rivalidad que anime a los seguidores y practicantes, y capte a nuevos, como fue la pugna entre Fischer y Spassky en 1972, en plena guerra fría, o la posterior animadversión que se profesaban Kárpov y Kaspárov. La final mundial que jugaron en 1987 en Sevilla la retransmitió TVE en directo: la vieron 13 millones de telespectadores... En los últimos años han surgido rivalidades, como la reciente entre el noruego Magnus Carlsen y el indio Viswanathan Anand, o el ruso Sergei Kariakin, el último que desafió al enfant terrible noruego (2016). “Carlsen es una bocanada de aire fresco: es joven (27 años), atractivo, con un talento increíble, con carisma, modelo de G-Star, le gustan los videojuegos, activo en Instagram... Ha dado otro aire al ajedrez, ha aportado salsa, pero ahora no hay una gran rivalidad con Kariakin”, asegura Ramon Caro. “Falta una rivalidad Barça-Madrid que atraiga al público”.
A pesar de esta realidad de amateurismo, la misma problemática de otras disciplinas pequeñas, donde los deportistas dedican horas al entrenamiento y la competición con una remuneración ridícula o muy baja, en Catalunya –con un modelo radicalmente diferente al español–, el ajedrez saca la cabeza con dignidad. Con 200 clubs y más de 8.000 licencias, la Federació Catalana es la 14.ª de las 70 de la UFEC en número de federados, y la primera de las federaciones de ajedrez de España, donde representa el 32% de los 25.000 federados. La Liga catalana, con 4.500 jugadores, es la más fuerte de los torneos autonómicos.
El ajedrez reivindica su
función deportiva y social, médica y formativa, mientras lucha por obtener más apoyos y reconocimiento