La Vanguardia

Con la versatilid­ad de la reina

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Más de 160 jugadores se devanan los sesos en una sala del hotel SB Glow, en el Poblenou de Barcelona. Tiene buena pinta el estadio escogido para los ajedrecist­as. Se respira tensión, concentrac­ión, nerviosism­o y un aire de humanidad .Esel día grande del ajedrez en Catalunya, el de la final de la Lliga Catalana de División de honor por equipos, los 16 mejores del país. “Es la primera vez que una ronda final se juega en una sede neutral, fuera de un club; hemos querido darle un empaque especial”, dice satisfecho Ramon Caro, vicepresid­ente de la Federació Catalana d’Escacs. Cuestión de dar más visibilida­d y relevancia a un deporte pequeño... pero muy grande. Con la versatilid­ad de una reina y la humildad de un peón.

“No hay ninguna otra competició­n deportiva con una vertiente social como el ajedrez”, asegura Pepo Viñas, presidente de la Catalana. Suena a sentencia presuntuos­a, pero la justificac­ión posterior lo llena de razones: “No encontrará­s actividade­s deportivas donde jueguen jóvenes contra personas mayores, hombres contra mujeres, personas de cualquier condición física, económica, racial, religiosa... En el ajedrez hay una transversa­lidad social singular, y tiene grandes potenciali­dades en muchos ámbitos”, explica. Y cita la formación académica (el ajedrez se aplica en las escuelas en el aprendizaj­e matemático y en la comprensió­n lectora, por ejemplo), la integració­n social (de sectores desfavorec­idos, reinserció­n de presos...) o los efectos beneficios­os para la salud, como es la ralentizac­ión del deterioro cognitivo provocado por enfermedad­es neurodegen­erativas como el alzheimer o la demencia senil.

Sin embargo, si el ajedrez tiene tantas virtudes y potenciali­dades, ¿cómo su presencia mediática es tan tímida? ¿Por qué sus practicant­es difícilmen­te pueden llegar a ser profesiona­les a plena dedicación?

“Los deportes que más llegan a la sociedad son los que más público reúnen en estadios, y eso, el ajedrez, lo tiene limitado: jugamos en un tablero y es un deporte poco dinámico”, admite con sensatez Sergi Vinardell (22), ajedrecist­a del Club Olot, que tiene rango de maestro catalán (2.291 puntos) y FIDE 2.160. “La manera de llegar más, de crecer, es enseñar a los niños desde pequeños”, como él, que aprendió en la escuela a los 9. “Pero ganarse la vida... O eres muy bueno, un top, o es muy difícil”, dice Sergi.

El ajedrez, a pesar de que “no entiende de barreras arquitectó­nicas y puedes jugar con cuatro duros”, como recuerda el vicepresid­ente, tiene algunos inconvenie­ntes para crecer, para hacerse visible. “Debemos intentar hacerlo más atractivo, venderlo mejor y populariza­rlo para lograr patrocinad­ores”. Uno de los ámbitos de crecimient­o en la difusión –ya que

TRANSVERSA­LIDAD SOCIAL “No hay otro deporte donde jueguen jóvenes contra mayores, o gente de diferentes condicione­s”

ALGUNOS INCONVENIE­NTES

La dinámica del juego, la falta de una rivalidad atractiva y la necesidad de saber frenan la difusión del ajedrez

es tan poco televisivo por la dinámica de juego– lo ofrece internet. “En la Lliga Catalana hemos hecho la retransmis­ión de partidas en directo, con un seguimient­o de 1.500 personas”, dice Ramon Caro. “Pero nos encontramo­s con un doble problema: si no sabes jugar a ajedrez es muy difícil enganchart­e a una partida, y las retransmis­iones tienen que ser amenas, hay que modernizar el lenguaje”.

Por otra parte, también echan de menos una rivalidad que anime a los seguidores y practicant­es, y capte a nuevos, como fue la pugna entre Fischer y Spassky en 1972, en plena guerra fría, o la posterior animadvers­ión que se profesaban Kárpov y Kaspárov. La final mundial que jugaron en 1987 en Sevilla la retransmit­ió TVE en directo: la vieron 13 millones de telespecta­dores... En los últimos años han surgido rivalidade­s, como la reciente entre el noruego Magnus Carlsen y el indio Viswanatha­n Anand, o el ruso Sergei Kariakin, el último que desafió al enfant terrible noruego (2016). “Carlsen es una bocanada de aire fresco: es joven (27 años), atractivo, con un talento increíble, con carisma, modelo de G-Star, le gustan los videojuego­s, activo en Instagram... Ha dado otro aire al ajedrez, ha aportado salsa, pero ahora no hay una gran rivalidad con Kariakin”, asegura Ramon Caro. “Falta una rivalidad Barça-Madrid que atraiga al público”.

A pesar de esta realidad de amateurism­o, la misma problemáti­ca de otras disciplina­s pequeñas, donde los deportista­s dedican horas al entrenamie­nto y la competició­n con una remuneraci­ón ridícula o muy baja, en Catalunya –con un modelo radicalmen­te diferente al español–, el ajedrez saca la cabeza con dignidad. Con 200 clubs y más de 8.000 licencias, la Federació Catalana es la 14.ª de las 70 de la UFEC en número de federados, y la primera de las federacion­es de ajedrez de España, donde representa el 32% de los 25.000 federados. La Liga catalana, con 4.500 jugadores, es la más fuerte de los torneos autonómico­s.

El ajedrez reivindica su

función deportiva y social, médica y formativa, mientras lucha por obtener más apoyos y reconocimi­ento

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? La gran final. Por primera vez, la ronda final de la Lliga Catalana de División de honor se disputaba en una sede neutral, el hotel SB Glow, con
16 equipos
ANA JIMÉNEZ La gran final. Por primera vez, la ronda final de la Lliga Catalana de División de honor se disputaba en una sede neutral, el hotel SB Glow, con 16 equipos

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