La Vanguardia

La raqueta asturiana

El tenista de Gijón llega por primera vez a semifinale­s después de un excelente triunfo ante Dimitrov

- ALFRED BELLOSTAS

Tras una molesta lesión en el pulgar y una posterior lumbalgia, Pablo Carreño ha recuperado en Barcelona todas las sensacione­s positivas que había abandonado por unos días y, por primera vez en su carrera, se ha clasificad­o para las semifinale­s del trofeo Godó después de una victoria de prestigio ante Grigor Dimitrov.

Una lesión en el pulgar de la mano izquierda apartó a Pablo Carreño de la eliminator­ia ante Alemania de la Copa Davis. Fue una lástima porque el asturiano se sentía en forma. El tenista de Gijón había llegado poco antes hasta las semifinale­s del Masters 1.000 de Miami, donde fue apeado por Alexander Zverev. Pero solucionad­o este problema y también la lumbalgia que le impidió estar en Montecarlo, en Barcelona ha recuperado todas las sensacione­s positivas que había abandonado por unos días y, por primera vez en su carrera, se ha clasificad­o para las semifinale­s después de una victoria de prestigio ante Grigor Dimitrov, segundo aspirante en la capital catalana. “Mi mentalidad ha cambiado. He subido el nivel y ahora soy más fuerte, más maduro, mejor jugador que antes”, reconoció el undécimo tenista del mundo. Hoy, en semifinale­s, le espera el griego Stefanos Tsitsipás, la sensación del 66.º Trofeo Conde de Godó.

Aunque en los enfrentami­entos directos con el búlgaro tenía un balance desfavorab­le (2-3), sus dos victorias se habían producido en tierra. La primera, en el 2016, en el Masters 1.000 de Madrid. La segunda, el año pasado, en Roland Garros. En ambas oportunida­des, Carreño no cedió ni un set. Tampoco lo hizo ayer. “El recuerdo de esos partidos me dio fuerzas porque jugar contra él en pista dura es otra historia. Es un tenista muy agresivo que te domina con rapidez”, explicó.

No fue, sin duda, la historia de ayer. Dimitrov había alcanzado los cuartos con sufrimient­o ante el tunecino Jaziri, que tuvo bolas de partido. Pero su situación era semejante a la de Carreño, que también había avanzado con dificultad­es frente a Mannarino, al que remontó tres match balls antes de sonreír. Los dos habían caminado por el alambre y esta vez uno de ellos no podría escaparse. Tal vez por todo esto se vio un primer set extraño, con muchos breaks, hasta que el español decidió con su regularida­d.

En cambio, el segundo fue totalmente distinto. El trabajo que Carreño hace con su preparador físico Walter Navarro se demostró en un partido que se convirtió en un duro combate desde el fondo de la pista que, a veces, el asturiano rompía con dejadas muy efectivas. Pero nadie cedió su servicio, y el tie-break fue inevitable. En ese instante, la solidez de Carreño fue mayor, aunque el búlgaro se enfadó cuando su rival, a punto de dar por malo un saque, se calló cuando el propio Dimitrov falló el golpe posterior. Así se lo recriminó con el partido en juego y al final también. Era el 5-2, una ventaja importante que materializ­ó. “Ya era hora que me saliera un gran torneo en mi club”, concluyó Carreño.

SATISFACCI­ÓN

“Ya era hora de que me saliera un gran torneo en mi club”, comentó el asturiano

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ÁLEX CAPARRÓS / GETTY Un golpe de revés de Carreño en el partido de ayer frente a Dimitrov

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