La Vanguardia

Nadal busca su undécimo Godó ante Tsitsipás

Rafael Nadal persigue esta tarde su undécima victoria después de ganar 44 sets de forma consecutiv­a

- ALFRED BELLOSTAS

El 19 de mayo del 2017 Rafael Nadal perdió su último partido en tierra batida. Fue en el Masters 1000 de Roma, en cuartos de final ante el austriaco Dominic Thiem. Desde entonces ha ganado todos los enfrentami­entos en la arcilla y, de forma sorprenden­te, ni siquiera ha cedido un set y acumula ya 44 consecutiv­os. Un récord de fábula. Los dos de ayer ante David Goffin sirvieron para alcanzar la final en Barcelona, lo que le sitúa a un paso del undécimo título siguiendo los pasos de la cifra alcanzada el pasado domingo en Montecarlo. El número uno del mundo tendrá enfrente a la gran revelación del 66.º Trofeo Conde de Godó, el griego Stefanos Tsitsipás.

Tampoco Goffin fue capaz de encontrar la fórmula mágica para vencer a un tenista que coloca a los adversario­s al borde de la extenuació­n. El jugador belga empezó muy bien, demostrand­o su condición de top ten y colocando muchas pelotas en los ángulos. Tan bien lo hizo que Nadal cedió el primer servicio y luego se vio 0-2 abajo. En ese instante, los intercambi­os de golpes ya eran feroces, sin piedad, con los dos tenistas yendo de un lado a otro sin descanso. El desgaste, lógicament­e, era enorme, un escenario que siempre favorece al manacorens­e, que luce un físico impecable y al que le gustan los partidos cuando son muy exigentes.

La reacción del balear para conseguir el 3-3 fue impecable y en el siguiente juego Goffin, cuarto aspirante en Barcelona, lamentó un error infantil con 15-30 a su favor y segundo servicio de Nadal. Simplement­e envió la bola a la red. Fue su última oportunida­d de inquietar a un deportista que, hoy por hoy, se siente indestruct­ible en su superficie favorita. Con 5-4, el belga dudó con su servicio y cedió el set por 6-4 en 50 minutos. Lo que vino a continuaci­ón no tuvo nada que ver con lo de antes porque la desigualda­d fue notoria. Nadal siguió a lo suyo, impecable, y Goffin, resignado, se entregó a su destino, incapaz de variarlo –el pasado noviembre, en las Finales ATP, había vencido él, pero en los duelos anteriores en tierra, todos en el 2017, había caído–. Cinco juegos seguidos situaron al español muy cerca de su undécima final, que alcanzó en la tercera pelota de partido después de 1h22m.

La desigualda­d antes del último partido del 2018 del trofeo barcelonés es evidente. Se enfrentará­n el mejor jugador de la historia sobre tierra batida contra un tenista que ha sorprendid­o a todo el mundo durante esta semana. Nadie contaba, por supuesto, con Tsitsipás en los pronóstico­s, pero el griego se ha ganado a pulso el duelo ante Nadal que tanta ilusión le hacía. El balear, siempre cauto, comentó que “se trata de un rival difícil, como todos. Un jugador joven y muy agresivo que me obligará a dar el máximo una vez más”. Pero es evidente que después de la reaparició­n en la Copa Davis y el triun- fo en Montecarlo, la mejor versión de Nadal ha regresado. De nuevo intimida a los rivales y les obliga a un esfuerzo para el que no están preparados. “He jugado mi mejor partido en esta edición, subiendo un poco la intensidad”, dijo ayer después de su victoria frente a Goffin. En algunos instantes del partido ante Carreño, Tsitsipás buscaba aire y mostraba cansancio. Esta tarde, sin duda, la exigencia será aún mayor y la duda es si está preparado para afrontarla con 19 años en su primera final en la ATP.

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ÀLEX GARCIA Nadal solucionó el duelo de semifinale­s ante Goffin en 1h22m

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