El Barça, a un punto de la Liga
Un empate le basta al Barcelona para proclamarse campeón en A Coruña
Cuando el 21 de julio del año pasado se publicó el calendario, los cálculos apuntaban a que el Barça-Real Madrid correspondiente a la jornada 36, el que se disputará el próximo domingo en el Camp Nou, resultaría decisivo para el desenlace del campeonato. La realidad ha desmontado completamente las conjeturas y el clásico puede quedar convertido en un partido intrascendente desde el punto de vista matemático –nunca desde la perspectiva sentimental– si el equipo de Ernesto Valverde puntúa en Riazor. Un simple empate concederá al Barcelona su séptima Liga en los últimos 10 años (el Madrid ha ganado dos en este periodo) y el octavo doblete de su historia.
Aunque dispone de cinco partidos para sumar ese punto que le conceda el vigésimo quinto título de Liga de su historia, el Barcelona pretende rematar sin dilaciones. “Queremos refrendar esa primera opción y vamos a ir con todo para ganar”, afirmó Valverde. En A Coruña puede concluir un ciclo de fuertes emociones para el conjunto blaugrana concentrado en menos de tres semanas. Desde la decepdetrás, ción por la brusca eliminación de la Liga de Campeones al entusiasmo por la brillante conquista de la Copa del Rey o la conmoción por la despedida de Iniesta. El entrenador confiesa que al comienzo imaginaba un desenlace más trepidante, pero la actual posición de confort del equipo es producto de un trabajo largo y constante. Se instaló en el liderato en la tercera jornada y ha permanecido en la cúspide sin encajar ninguna derrota. Una consistencia extraordinaria, de récord, que agradecerá la salud cardiovascular del barcelonismo. “Cuando lo consigues, todo parece sencillo supongo, pero hay muchos partidos muchos días, muchos meses que los vamos persiguiendo”, reivindica Valverde.
El técnico sigue arrastrando el estigma de la dramática eliminación de Roma. No se mencionó en su comparecencia en la ciudad deportiva, como si aludir a las catástrofes trajera mal fario, pero permanece en el ambiente. ¿Se valorará en su justa medida la consecución de un doblete?, le preguntaron. “Hace falta que corra un poco el aire y que pase el tiempo para darse cuenta de todo eso”, respondió.
El club, por su parte, ha iniciado los preparativos para celebrar los títulos mañana mismo con una rúa. Valverde, que no podrá disponer de Sergi Roberto por sanción, se llevará a toda la plantilla a A Coruña en previsión de una jornada histórica. Los jugadores del Deportivo obsequiarán con un pasillo de honor a los campeones de la Copa, un reconocimiento que el entrenador blaugrana considera natural, aunque entiende que cuando se trata de hacerlo entre clubs de máxima rivalidad adquiere otras connotaciones: “Con el Madrid siempre hay una especia de revanchismo. Más que pasillo parece que se busca que el contrario esté humillado al aplaudirte”.
Los contrastes en Riazor pueden resultar extremos en el tramo final de una competición en la que todo se ha precipitado. El Barcelona puede firmar el título a falta de cuatro partidos (tiene aplazado el enfrentamiento contra el Villarreal) en el mismo partido en el que, si no gana, descenderá el Deportivo a falta de tres jornadas. “Hasta que no nos maten, vamos a seguir creyendo”, prorrumpió el centrocampista Celso Borges. Pero existe una corriente de opinión entre la afición coruñesa que prefiere que el frágil hilo de vida quede seccionado hoy antes de que se parta el próximo sábado en Balaídos, la casa del Celta, el eterno rival.
Valverde sabe por experiencia que vender prematuramente la piel del oso es un mal asunto. Propone, en este sentido, alerta máxima: “Todo el mundo lo da por supuesto, pero yo no soy cualquier persona. Yo soy el entrenador y si alguien tiene que tener precaución es el entrenador”. Un técnico que, contra lo que calificó de especulaciones, permanecerá en el puesto: “Tengo contrato para el año que viene y estoy contento aquí”.