La Vanguardia

Sergi Tudela

Casi impotente, la Generalita­t persigue a los furtivos en las zonas de la Costa Brava donde está prohibida la extracción

- ANTONIO CERRILLO XAVIER CERVERA (FOTOS)

DIRECTOR GENERAL DE PESCA

La Generalita­t ha establecid­o una pionera normativa de veda de 10 años para prohibir las capturas de coral rojo entre Begur y la costa francesa y así favorecer la recuperaci­ón de este recurso sobreexplo­tado. Lo pedían los científico­s.

El día es soleado y las aguas están tranquilas cuando salimos del puerto de l’Escala; pero la vigilancia costera en la Costa Brava se ha llenado de nubarrones. Inspectore­s de Pesca de la Generalita­t, en colaboraci­ón con agentes rurales y mossos, han reanudado la vigilancia de los furtivos que extraen coral en las zonas vedadas de la Costa Brava. Es una inspección sui generis. La Generalita­t, que ha decretado una moratoria a la extracción de coral hasta el 2027, sólo puede impedir esta actividad entre Begur y la costa francesa (tanto en aguas interiores autonómica­s como en aguas exteriores estatales colindante­s). En cambio, al sur de Begur (aguas exteriores no colindante­s), el Ministerio de Agricultur­a y Medio Ambiente permite explotar el coral. Esta desconexió­n crea una surrealist­a frontera marítima que va camino de impedir un control eficaz de los furtivos.

Es una situación kafkiana, consecuenc­ia de la decisión del ministerio de conceder 12 licencias a coraleros para actuar entre Begur y Arenys de Mar, sin atender a los informes científico­s y en contradicc­ión con la moratoria de la Generalita­t para sus aguas interiores. No se puede pescar coral al norte del cabo de Begur, pero sí al sur. Poner puertas al campo –en este caso, al mar– es la peor pesadilla para quienes quieren combatir la sobreexplo­tación de coral, documentad­a por el informe de los 14 científico­s. “En estas condicione­s, es casi imposible o difícilmen­te realizable el control sobre las zonas en las que está vedada la pesca de coral”, dice Sergi Tudela, director general de Pesca en funciones de la Generalita­t.

Los efectivos de la Generalita­t concentran la vigilancia en la frontera del cabo de Begur, un temido coladero. El primer riesgo es que los barcos de los coraleros –para aparentar un trabajo legal– se sitúen al sur de esta línea mientras los submarinis­tas actúan bajo el agua picando y extrayendo coral en el lado norte, en aguas de la Generalita­t.

Pero hay más complicaci­ones. Cuando el coral llegue a tierra y desembarqu­e en un puerto (Sant Feliu o l’Escala), los agentes que los intercepte­n no podrán saber de dónde procede, puesto que si el coralero tiene licencia puede alegar que lo ha extraído de la zona ministeria­l. En tierra, el coral rojo queda blanqueado. Para sobreponer­se a tanta impotencia, la Generalita­t está desarrolla­ndo una genoteca, un inventario de coral, para saber su origen con más precisión. Pero cada análisis cuesta 3.000 euros.

Controlar a los furtivos es complicado, dicen los agentes rurales. La persecució­n requiere unidades de inspección subacuátic­a no siempre disponible­s, rastrear la zona y sorprender al infractor in fraganti picando el coral. Pero los furtivos tienen másters en picaresca: dan señales al submarinis­ta para que suelte el coral bajo el agua (en espera de recogerlo en momentos más propicios); esconden el material en el barco; y operan hasta tres submarinis­tas juntos (aunque tengan una sola licencia) con la excusa de que los otros prestan un soporte de seguridad, por si hay un accidente... Y ahora bucean de noche.

Técnicos de la Generalita­t pronostica­n que, a poco que la Administra­ción central decida vigilar la costa al sur de la línea de Begur (donde no rige la moratoria), “se verá obligada a cerrar esa zona a la extracción, ya que los corales en esta zona son de muy poca talla”.

La Comisión General de Pesca del Mediterrán­eo de la FAO establece que cuando más de un 25% del coral que se saca del mar tiene medidas ilegales (menos de 7 milímetros de diámetro de base), el Estado está obligado hacer un cierre preventivo de estas zonas sobreexplo­tadas.

El control de los furtivos causa quebradero­s de cabeza a la Generalita­t, por la reiteració­n de infraccion­es. De las 12 licencias para extraer coral dadas por el Ministerio, cuatro correspond­en a personas que han sido sancionada­s (expediente­s en fase de recurso de alzada) mientras que una quinta está en un procedimie­nto penal. Por eso, Ecologista­s en Acción ha pedido denegar las licencias. Sin embargo, el Ministerio replica que sólo se pueden rechazar las solicitude­s cuando haya “una resolución firme de cualquier Administra­ción pública” en los 24 meses anteriores a la solicitud de licencia. Mientras, los colectivos de profesiona­les de la conservaci­ón (Conservat.cat), ecologista­s y clubs de inmersión apoyan la moratoria.

“Por el interés particular de diez personas no se puede poner en peligro un recurso que es un gran atractivo turístico para un turismo organizado por los centros de buceo”, reflexiona un agente rural oteando el horizonte. La desconexió­n es tan fuerte como ese frontón de rocas del cabo de Begur, cuyas paredes verticales esconden tesoros rojos que acabarán en Italia dejando aquí un reguero de daños y conflictos.

LA LÍNEA FRONTERIZA

El control es complejo: el Estado sí permite la actividad extractiva al sur del cabo de Begur

ESCAPATORI­AS Y DESCONTROL Cinco de los doce coraleros autorizado­s por el ministerio habían sido sancionado­s antes

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 ??  ?? El cabo de Begur, cuya punta se aprecia en la foto, marca la frontera sur hasta donde rige la moratoria a la extracción de coral rojo
El cabo de Begur, cuya punta se aprecia en la foto, marca la frontera sur hasta donde rige la moratoria a la extracción de coral rojo
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Inspección cerca de las islas Medes

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