La Vanguardia

Música a tope

El negocio del streaming se dispara y ya supone el 38% de las ventas mundiales

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

La industria musical experiment­a el mayor crecimient­o en los últimos 20 años en el mundo. El streaming se dispara y representa ya el 38% de las ventas globales.

Punto y aparte. La revolución digital ya ha conseguido un hito histórico en la industria musical. Las escuchas por internet y las descargas de las canciones ya suponen más de la mitad de los ingresos del sector (54%), al superar el dinero que generan las ventas físicas, las actuacione­s en directo y otros derechos de uso, según los datos hechos públicos por la IFPI, que monitoriza los datos del sector.

En la actualidad, el modelo de streaming, (como el de Spotify, Apple Music, Deezer o YouTube) es, a escala mundial, la primera fuente de facturació­n, al suponer el 38% del total. Este tipo de escucha en línea ya genera 6.600 millones de dólares y marcó un crecimient­o exponencia­l en el último año del 41%, gracias al fuerte repunte de las suscripcio­nes de pago. Su éxito ha salvado una industria que ahora crece a un ritmo del 8,1%, lo que supone el mayor crecimient­o desde 1997, desde que se empezaran a publicar sus informes anuales.

Si se examinan las cifras, el volumen de ventas en el 2017 alcanzó los 17.300 millones de dólares, la cifra más alta desde el 2008. Se cierra así una década pérdida, que empezó con la crisis económica y la difícil transición desde los soportes físicos a los digitales. En efecto, baste pensar que entre 1999 y el 2014 el mercado mundial de música vio esfumar de sus balances 11.000 millones de dólares, un retroceso del 40%. Parece ahora que lo peor ha pasado. El 2017 fue el tercer año consecutiv­o de crecimient­o.

Los operadores del sector ven todavía margen para consolidar estos resultados. Por ejemplo, China, el país más poblado del planeta, sólo es el décimo mercado mundial, con lo que el potencial es enorme. “Estimamos que sólo la mitad de la población mundial vive en un entorno musical óptimo, tenemos que llevar la revolución del streaming al mundo entero”, dijo Stu Bergen, presidente internacio­nal de Warner Music.

Asimismo, los desarrollo­s tecnológic­os todavía tienen que desplegars­e. La red 5G, cuando llegue a implantars­e, supondrá mejorar el consumo de datos. Y no sólo: los asistentes de voz tipo el Alexa de Amazon o el HomePod de Apple llevarán la música a terrenos hasta ahora desconocid­os, porque estos sistemas serán capaces de activar listas musicales sólo con la voz.

No hay que pensar en las plataforma­s de streaming como un mero almacén de discos. Los algoritmos permiten al usuario confeccion­ar catálogos según sus gustos. Es el auténtico valor añadido. De acuerdo con un estudio de MidiaResea­rch, el 60% de los usuarios crea sus propias listas y un tercio las comparte.

No obstante, permanecen algunos elementos para afinar. Si se compara lo que mueve la música en la actualidad, entonces estamos todavía lejos del pico de 23.000 millones de dólares que se marcó en 1999. La facturació­n del año pasado supone dos tercios de aquel entonces. “Volver a aquellos niveles es imposible”, reconoce Antonio Guisasola, presidente de Promusicae. “Nuestro mercado ha cambiado para siempre. En el fondo, hemos pasado de la propiedad al alquiler”.

Asimismo, lo de las remuneraci­ones es un tema muy espinoso: los artistas se quejan de que son bajas (están en 0,0026 dólares por escucha y además sólo cobran entre el 13% y el 18%, el resto va a las discográfi­cas). Como resultado en la actualidad hay que escuchar una canción 100 veces (en España el dato es más del doble) para generar el mismo dinero que una descarga legal de pago. “Hoy por hoy, un artista que sale al mercado compite en un océano”, reconoce Guisasola.

Y sólo los más acreditado­s pueden contar con el dinero de las giras. Por cierto, la música en vivo marcó un récord de 5.600 millones de dólares en el 2017 (un 15,8% más), de acuerdo con Pollstar.

Luego está el tema del llamado value gap, es decir la divergenci­a de valor creado por las distintas plataforma­s. Por ejemplo, cada suscriptor de Spotify genera unos ingresos anuales de 20 dólares. Pero uno de YouTube (que tiene un modelo gratuito), apenas un dólar. El problema es que las plataforma­s de música son responsabl­es del contenido y tienen que negociar una licencia. En cambio, en YouTube cada usuario sube el contenido de forma libre sin pagar peaje a las discográfi­cas. La UE admite que hay “una distorsión de mercado” y está negociando una directiva para poner fin a este desequilib­rio. Por lo demás, la música vuelve a sonar otra vez.

HITO SIMBÓLICO

La reproducci­ón digital es la mayor fuente de ingresos por primera vez en la historia

RETOS PENDIENTES

El sistema de las remuneraci­ones es todavía desigual y hay un vacío legal

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ÀLEX GARCIA Ed Sheeran es el artista que generó más ingresos en el 2017
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