La euforia se dispara en Pyongyang tras la cumbre entre las dos Coreas
Un prudente optimismo reina en Seúl, que considera vital la reunión Trump-Kim
Un día después de los abrazos, los apretones de manos y las promesas de un futuro mejor entre el presidente de Corea del Sur, Mun Jae In, y el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong Un, el resultado de la primera cumbre intercoreana en once años se interpretaba ayer de forma muy distinta a uno y otro lado de la frontera. En Pyongyang, la prensa oficial reflejaba un clima de euforia, mientras que en Seúl la opinión pública mostraba un comedido optimismo. Una cautela compartida por el mundo empresarial surcoreano, que recela de Kim. Todos son conscientes de que la partida se jugará entre el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el líder norcoreano.
Corea del Norte celebraba ayer la cumbre entre Kim y Mun con gran pompa y subrayaba el compromiso de los dos líderes de poner fin al estado de guerra entre los dos países y lograr la desnuclearización de la región como “un acontecimiento histórico” que abre el camino a “una nueva era”. La prensa oficial del régimen, encarnada por la agencia de noticias KCNA y el órgano del Partido de los Trabajadores, el periódico Rodong Sinmun, no escatimó medios a la hora de informar de la reunión. Nada que ver con la forma en que explicaron en su día las cumbres que tuvieron lugar en los años 2000 y 2007.
En esta ocasión la KCNA no se ha contenido a la hora de informar a los norcoreanos de una reunión que ha calificado de “encuentro histórico que ha abierto una nueva era para la reconciliación y la unidad nacional, la paz y la prosperidad”. De la misma manera que ha publicado entera la declaración de Panmunjon firmada por los dos líderes. Un texto que aboga por la desaparición de las armas nucleares en la región. Una opción que Pyongyang rechazaba hasta hace cuatro meses, ya que lo consideraba indispensable para su seguridad.
El Rondong Sinmun, por parte, dedicó ayer cuatro de sus seis páginas a informar de la reunión entre Kim y Mun y publicó 60 fotos y 15 de ellas en la portada. El rotativo, además de explicar la jornada también publicó entera la declaración de Panmunjon.
El entusiasmo con que los medios del Norte explicaron la cita entre Mun y Kim chocaba con el análisis comedido e incluso crítico de la prensa surcoreana. El diario conservador Chosun señalaba en su editorial que se había retrocedido respecto al 2005, cuando Corea del Norte prometió deshacerse de todas sus armas nucleares, algo que ahora no ha concretado, y aboga por mantener la presión hacia Pyongyang.
Más positivo se mostró el liberal The Korea Herald, que calificó el encuentro de “trampolín hacia la cumbre Washington-Pyongyang” y subrayó que en este sentido la reunión “ha jugado su papel con éxito”. Un sentimiento compartido por muchos surcoreanos.
“Debo reconocer que no esperaba ver esta reunión en mi vida”, dice un joven abogado llamado Lee Dong Un, quien añade que “ahora soy un poco más optimista que antes, pero no quiero hacerme ilusiones”. Una reflexión inducida por la idea de que todo dependerá de la reunión que mantendrán Donald Trump y Kim Jong Un y de que se muestren dispuestos a ponerse de acuerdo.
Hasta ahora sus posturas se mantienen muy alejadas. El inquilino de la Casa Blanca insiste en que Corea del Norte debe desmantelar su programa nuclear. Kim, a su vez, se ha limitado a ofrecer una moratoria y se ha comprometido a trabajar por la desnuclearización de la península coreana. Como contrapartida que se garantice la seguridad de su régimen. Unas posiciones que impulsan a los surcoreanos a contener sus esperanzas acerca de un futuro en paz y sin sobresaltos en la península coreana.
Esta misma cautela la mostraba también ayer el mundo empresarial surcoreano ante el anuncio de Mun y Kim de reactivar los proyectos conjuntos, incluido el ferrocarril transcoreano, nuevas rutas terrestres y otra zona económica especial, además de la reapertura del polígono fronterizo de Kaesong.
“Es demasiado prematuro hablar de cooperación económica intercoreana por ahora”, comentó un industrial surcoreano. “Tenemos que esperar hasta ver los resultados de la reunión entre Pyongyang y Washington y a partir de ahí discutir las bases de cooperación económica y de intercambio comercial”, según el Korea Herald.
Igual de cautelosos se mostraban las 123 pequeñas y medianas empresas que invirtieron en el parque industrial de Kaesong, cuyo cierre en el 2016 les originó pérdidas por valor de más de 1.000 millones de euros. Ahora le piden al Gobierno de Mun que adopte “un enfoque cuidadoso en las nuevas formas de cooperación con el Norte”, señala el directivo Shin Han-yong. Y es que, a pesar de la euforia que se respira en Pyongyang, todas las precauciones son pocas, dada la tradición que tiene Corea del Norte de romper los acuerdos.
La prensa norcoreana califica el encuentro de “acontecimiento histórico que abre el camino a una nueva era”