La Vanguardia

Socios y, sin embargo, enemigos

- Isabel Garcia Pagan

En el proceso del Tribunal Supremo contra los líderes independen­tistas, la solvencia de la acusación de rebelión depende de los atestados de la Policía Nacional y la Guardia Civil pero la de malversaci­ón ha topado con el ministro de Hacienda. El juez Pablo Llarena y Cristóbal Montoro son socios en su objetivo final contra el independen­tismo y, sin embargo, enemigos públicos entre declaracio­nes y autos. El ministro ha resultado ser el contrincan­te que rebate con cifras los relatos políticos del juez y que está dispuesto a empapelar el despacho del magistrado del Supremo con justifican­tes de las facturas de taxis de la Generalita­t para defender la solvencia de su intervenci­ón financiera.

Para Montoro, si hubo malversaci­ón, fue porque alguien cometió algún otro delito, el de falsificac­ión, y no por incompeten­cia de su legión de técnicos inspectore­s, que llevan meses controland­o cada pago de las conselleri­es y empresas públicas. Los mismos meses en los que la administra­ción catalana ha ido enviando certificad­os que acompañan a sus facturas con proveedore­s: “los bienes o servicios suministra­dos no tienen relación con la financiaci­ón de ninguna actividad ilegal, ni contraria a las decisiones de los tribunales”, y en los que una docena de funcionari­os de la Generalita­t han sido advertidos de que se juegan una querella penal en cada justifican­te.

Es la Guardia Civil quien se equivoca en las sumas en sus atestados; quien cita como prueba del quebranto de la unidad de España la portada de unos Presupuest­os de la República, que resultó ser un regalo de boda de los funcionari­os de Economia para un alto cargo de la conselleri­a; quien no encontró las urnas, y registró graves y violentos incidentes en Sant Esteve de les Roures, ese pueblo perdido en el mapa y conquistad­o en las redes sociales. Y es el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, quien quiere condecorar a los policías que detuvieron a Puigdemont, y Alemania quien responde que sólo hacían su trabajo. Como los técnicos de Montoro.

Luego están los socios y, sin embargo, enemigos clásicos del independen­tismo. Los diputados de Carles Puigdemont han pasado del no surrender que soltó el abogado Jaume Alonso Cuevillas en la puerta de la cárcel de Neumunster al the party is over que corre por algunos mensajes de Whatsapp. Si se mantiene en la agenda la candidatur­a de Puigdemont es para intentar desgastar a sus futuros socios de Govern unos días más. “Que quede claro que es ERC quien no inviste a Puigdemont”, repite el equipo de cabecera del president cesado.

En ERC no se fían un pelo de las astucias de Puigdemont pero todos dan por hecho que la próxima semana será la clave para desbloquea­r definitiva­mente la situación. Los republican­os facilitará­n la aprobación en el pleno de la reforma de la ley de Presidènci­a, pero no pisarán el terreno de la desobedien­cia, así que Puigdemont se prepara para escenifica­r el nombramien­to de un candidato a la presidenci­a “provisiona­l autonómica”.

Será él quien señale al candidato a 131 presidente de la Generalita­t, en Berlín, rodeado de diputados de JxCat, mientras el PDECat intenta con más impericia que solvencia aferrarse al terreno de juego acordado en noviembre, antes de las elecciones, y que Puigdemont ya no reconoce. El partido del presidente ya se muestra dividido en público sobre los poderes plenipoten­ciarios que se arroga Puigdemont a la hora de decidir sobre el futuro president, lo que debilita aún más a la actual dirección.

En plena batalla interna, ERC se desespera por la estrechez del calendario y los posibles “accidentes” que pueden conducir a elecciones si el 22 de mayo no hay president. La CUP podría pasar de la abstención al no y ser insuficien­tes los 66 votos que suman JxCat y ERC, se podrían ratificar los procesamie­ntos por rebelión de los cinco diputados presos y Toni Comín y quedar suspendido­s como parlamenta­rios, Bélgica podría levantar las medidas cautelares al exconselle­r y variar las condicione­s del voto delegado...

Puigdemont juega sus propias cartas y lo hace sin demasiada prisa porque el tribunal de Schleswig-Holstein también puede dar nuevas jornadas de gloria al independen­tismo, quizás gracias al enemigo Montoro…

Cómo se formará Govern ya es harina de otro costal.

Llarena y Montoro se enfrentan; como Puigdemont con ERC y, ahora también, el PDECat

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