Socios y, sin embargo, enemigos
En el proceso del Tribunal Supremo contra los líderes independentistas, la solvencia de la acusación de rebelión depende de los atestados de la Policía Nacional y la Guardia Civil pero la de malversación ha topado con el ministro de Hacienda. El juez Pablo Llarena y Cristóbal Montoro son socios en su objetivo final contra el independentismo y, sin embargo, enemigos públicos entre declaraciones y autos. El ministro ha resultado ser el contrincante que rebate con cifras los relatos políticos del juez y que está dispuesto a empapelar el despacho del magistrado del Supremo con justificantes de las facturas de taxis de la Generalitat para defender la solvencia de su intervención financiera.
Para Montoro, si hubo malversación, fue porque alguien cometió algún otro delito, el de falsificación, y no por incompetencia de su legión de técnicos inspectores, que llevan meses controlando cada pago de las conselleries y empresas públicas. Los mismos meses en los que la administración catalana ha ido enviando certificados que acompañan a sus facturas con proveedores: “los bienes o servicios suministrados no tienen relación con la financiación de ninguna actividad ilegal, ni contraria a las decisiones de los tribunales”, y en los que una docena de funcionarios de la Generalitat han sido advertidos de que se juegan una querella penal en cada justificante.
Es la Guardia Civil quien se equivoca en las sumas en sus atestados; quien cita como prueba del quebranto de la unidad de España la portada de unos Presupuestos de la República, que resultó ser un regalo de boda de los funcionarios de Economia para un alto cargo de la conselleria; quien no encontró las urnas, y registró graves y violentos incidentes en Sant Esteve de les Roures, ese pueblo perdido en el mapa y conquistado en las redes sociales. Y es el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, quien quiere condecorar a los policías que detuvieron a Puigdemont, y Alemania quien responde que sólo hacían su trabajo. Como los técnicos de Montoro.
Luego están los socios y, sin embargo, enemigos clásicos del independentismo. Los diputados de Carles Puigdemont han pasado del no surrender que soltó el abogado Jaume Alonso Cuevillas en la puerta de la cárcel de Neumunster al the party is over que corre por algunos mensajes de Whatsapp. Si se mantiene en la agenda la candidatura de Puigdemont es para intentar desgastar a sus futuros socios de Govern unos días más. “Que quede claro que es ERC quien no inviste a Puigdemont”, repite el equipo de cabecera del president cesado.
En ERC no se fían un pelo de las astucias de Puigdemont pero todos dan por hecho que la próxima semana será la clave para desbloquear definitivamente la situación. Los republicanos facilitarán la aprobación en el pleno de la reforma de la ley de Presidència, pero no pisarán el terreno de la desobediencia, así que Puigdemont se prepara para escenificar el nombramiento de un candidato a la presidencia “provisional autonómica”.
Será él quien señale al candidato a 131 presidente de la Generalitat, en Berlín, rodeado de diputados de JxCat, mientras el PDECat intenta con más impericia que solvencia aferrarse al terreno de juego acordado en noviembre, antes de las elecciones, y que Puigdemont ya no reconoce. El partido del presidente ya se muestra dividido en público sobre los poderes plenipotenciarios que se arroga Puigdemont a la hora de decidir sobre el futuro president, lo que debilita aún más a la actual dirección.
En plena batalla interna, ERC se desespera por la estrechez del calendario y los posibles “accidentes” que pueden conducir a elecciones si el 22 de mayo no hay president. La CUP podría pasar de la abstención al no y ser insuficientes los 66 votos que suman JxCat y ERC, se podrían ratificar los procesamientos por rebelión de los cinco diputados presos y Toni Comín y quedar suspendidos como parlamentarios, Bélgica podría levantar las medidas cautelares al exconseller y variar las condiciones del voto delegado...
Puigdemont juega sus propias cartas y lo hace sin demasiada prisa porque el tribunal de Schleswig-Holstein también puede dar nuevas jornadas de gloria al independentismo, quizás gracias al enemigo Montoro…
Cómo se formará Govern ya es harina de otro costal.
Llarena y Montoro se enfrentan; como Puigdemont con ERC y, ahora también, el PDECat