Optimismo económico del Gobierno
EL Gobierno pronostica cuatro años más de crecimiento sostenido de la economía y del empleo, en un marco de progresiva reducción del déficit público. Este es el optimista escenario que se prevé en el Programa de Estabilidad para el periodo 20182021 que esta semana ha aprobado el Consejo de Ministros para su remisión a la Comisión Europea.
Al término de los próximos cuatro años, sise cumplen las previsiones efectuadas, la economía habrá crecido un 2,5% anual de promedio, la tasa de paro habrá bajado cinco puntos, hasta el 10,7% de la población activa, al igual que antes de la crisis económica, y se habrá pasado de una situación de déficit presupuestario a un ligero superávit del 0,1% del producto interior bruto (PIB). Estamos, como dice el ministro de Economía, Román Escolano, en un ciclo económico de expansión que no da señales de agotarse por el momento. Ojalá no se equivoque.
Las cosas parecen ir tan bien que el Gobierno incluso ha encontrado la fórmula, a instancias del PNV, para aumentar las pensiones de acuerdo con la evolución del IPC y garantizarles el poder adquisitivo. Y eso no afectará, en contra de lo que inicialmente se pensaba, a los objetivos de déficit público para los próximos años. Según el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el dinero necesario se obtendrá gracias a los mayores ahorros en intereses de la deuda, al menor coste que tendrá el rescate de las autopistas quebradas y a los impuestos que se impondrán a la economía digital y que especialmente afectarán a los gigantes del sector. Pero habrá que ver si finalmente las cifras cuadran.
El principal problema que plantea el Programa de Estabilidad elaborado por el Gobierno es que el endeudamiento de las administraciones públicas sólo se reducirá hasta el 89% del PIB. Esta es una cifra de deuda todavía demasiado elevada, después de tantos años de crecimiento, que supone una enorme vulnerabilidad para la economía, tanto por la elevada carga de intereses que comporta como por el escaso margen de maniobra fiscal que deja para hacer frente a una eventual recesión.
El susto, sin embargo, lo ha dado la EPA esta semana al revelar que en el primer trimestre se han destruido 124.000 puestos de trabajo. Esto es mucho más de lo que se esperaba. El riesgo es que se reduzca, a partir de ahora, el intenso ritmo de creación de empleo que se registraba, lo que podría afectar a todas las previsiones. La evolución de los próximos meses tendrá la palabra.
Lograr los objetivos del Plan de Estabilidad implica, en cualquier caso, impulsar sin más tardar las reformas que se necesitan para mejorar la productividad y para afrontar los grandes retos, entre otros, de mayor innovación, de transformación energética y de digitalización de la sociedad.