Manifestantes
El número de personas que acuden a una manifestación ha acabado por convertirse en un baile de cifras en el sentido más literal e incluso cómico de la expresión. Los medios de comunicación optan habitualmente por citar los cálculos que haya hecho algún organismo oficial junto con el número que ofrezcan los organizadores del acto, pero la disparidad llega a ser de tal calibre que esa fórmula pierde su sentido informativo y ha pasado a ser una frase rutinaria antes que una referencia fiable.
La última gran manifestación celebrada en Barcelona, el domingo 15 de abril, convocada por entidades soberanistas y sindicatos, reunió a una multitud. Así lo recogió la portada del diario al día siguiente: “Multitudinaria protesta para pedir la libertad de los presos”. La foto mostraba la gran cantidad de gente y este era el pie: “El Paral·lel se tiñe de amarillo. A la manifestación acudieron 315.000 personas, según la Guardia Urbana”.
El suscriptor Josep Vilà Batlle se quejó de que no apareciera también la cifra que había dado la organización: 750.000 personas. En su carta, Vilà hacía referencia a manifestaciones anteriores convocadas por Societat Civil Catalana en las que se ofrecían las dos cifras: “El 9 de marzo se decía en portada que ‘En la marcha participaron 350.000 personas, según la Guardia Urbana; y un millón en opinión de los organizadores’. Y el 19 de marzo se indicaba que ‘SCC reunió ayer a miles de personas (7.000 según la Guardia Urbana; 200.000 según la organización)’”.
Lo cierto es que, en el caso de Barcelona, los cálculos que lleva a cabo la Guardia Urbana siguen unas pautas concretas, como detalló el departamento de Prensa del Ayuntamiento a este Defensor: “Se establecen unos criterios según la densidad de ocupación, que varía entre baja (entre 0 y 1 persona por metro cuadrado), alta (entre 2 y 3 personas) y muy alta (4 personas). De forma exhaustiva, se calculan las zonas de afectación, diferenciando los espacios practicables para las personas y los no practicables, como parterres, mobiliario urbano, etcétera”.
La explicación añade que, para ajustar la apreciación de densidad, desde la sala de mando de la Guardia Urbana se contrastan las imágenes de las cámaras de control de tráfico y también las que transmiten los medios aéreos policiales o los medios de comunicación. Igualmente, se obtienen datos de los propios efectivos de la Guardia Urbana en varios tramos y se tiene en cuenta el momento de máxima afluencia al acto. “Todos estos cálculos –concluye el comunicado– se realizan gracias a la Información de Base y Cartografía del Instituto Municipal de Informática”.
Sin duda, la cifra obtenida por este procedimiento será aproximada, como reconoce la Guardia Urbana, pero responde a un trabajo meticuloso que además se repite en todos los actos de este tipo, de manera que acaba resultando un referente concreto. En términos informativos, resulta más relevante que la cifra más o menos aleatoria que puedan dar los convocantes.
En Francia, los medios de comunicación han dado el paso de encargar a una compañía especializada el cálculo de los participantes en movilizaciones. El método de conteo se estrenó el pasado 22 de marzo en la primera huelga de funcionarios contra las políticas de Macron, como informaba nuestro corresponsal, Eusebio Val, quien relató que la aplicación del sistema científico ya había tenido el efecto benéfico de acercar las cifras de manifestantes de esa jornada en París: la policía los fijó en 32.500, el sindicato CGT, en 40.000, y la empresa de conteo, en 34.700. “Una aproximación inaudita, una victoria de los hechos sobre la manipulación propagandística”, concluía Eusebio Val.
Las cifras que da la Guardia Urbana de Barcelona sobre el número de personas que acuden a un acto responden a un cálculo de ocupación de la vía pública