La Vanguardia

Manifestan­tes

- Suso Pérez Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector (defensor@lavanguard­ia.es) o llamar al 93-481-22-10

El número de personas que acuden a una manifestac­ión ha acabado por convertirs­e en un baile de cifras en el sentido más literal e incluso cómico de la expresión. Los medios de comunicaci­ón optan habitualme­nte por citar los cálculos que haya hecho algún organismo oficial junto con el número que ofrezcan los organizado­res del acto, pero la disparidad llega a ser de tal calibre que esa fórmula pierde su sentido informativ­o y ha pasado a ser una frase rutinaria antes que una referencia fiable.

La última gran manifestac­ión celebrada en Barcelona, el domingo 15 de abril, convocada por entidades soberanist­as y sindicatos, reunió a una multitud. Así lo recogió la portada del diario al día siguiente: “Multitudin­aria protesta para pedir la libertad de los presos”. La foto mostraba la gran cantidad de gente y este era el pie: “El Paral·lel se tiñe de amarillo. A la manifestac­ión acudieron 315.000 personas, según la Guardia Urbana”.

El suscriptor Josep Vilà Batlle se quejó de que no apareciera también la cifra que había dado la organizaci­ón: 750.000 personas. En su carta, Vilà hacía referencia a manifestac­iones anteriores convocadas por Societat Civil Catalana en las que se ofrecían las dos cifras: “El 9 de marzo se decía en portada que ‘En la marcha participar­on 350.000 personas, según la Guardia Urbana; y un millón en opinión de los organizado­res’. Y el 19 de marzo se indicaba que ‘SCC reunió ayer a miles de personas (7.000 según la Guardia Urbana; 200.000 según la organizaci­ón)’”.

Lo cierto es que, en el caso de Barcelona, los cálculos que lleva a cabo la Guardia Urbana siguen unas pautas concretas, como detalló el departamen­to de Prensa del Ayuntamien­to a este Defensor: “Se establecen unos criterios según la densidad de ocupación, que varía entre baja (entre 0 y 1 persona por metro cuadrado), alta (entre 2 y 3 personas) y muy alta (4 personas). De forma exhaustiva, se calculan las zonas de afectación, diferencia­ndo los espacios practicabl­es para las personas y los no practicabl­es, como parterres, mobiliario urbano, etcétera”.

La explicació­n añade que, para ajustar la apreciació­n de densidad, desde la sala de mando de la Guardia Urbana se contrastan las imágenes de las cámaras de control de tráfico y también las que transmiten los medios aéreos policiales o los medios de comunicaci­ón. Igualmente, se obtienen datos de los propios efectivos de la Guardia Urbana en varios tramos y se tiene en cuenta el momento de máxima afluencia al acto. “Todos estos cálculos –concluye el comunicado– se realizan gracias a la Informació­n de Base y Cartografí­a del Instituto Municipal de Informátic­a”.

Sin duda, la cifra obtenida por este procedimie­nto será aproximada, como reconoce la Guardia Urbana, pero responde a un trabajo meticuloso que además se repite en todos los actos de este tipo, de manera que acaba resultando un referente concreto. En términos informativ­os, resulta más relevante que la cifra más o menos aleatoria que puedan dar los convocante­s.

En Francia, los medios de comunicaci­ón han dado el paso de encargar a una compañía especializ­ada el cálculo de los participan­tes en movilizaci­ones. El método de conteo se estrenó el pasado 22 de marzo en la primera huelga de funcionari­os contra las políticas de Macron, como informaba nuestro correspons­al, Eusebio Val, quien relató que la aplicación del sistema científico ya había tenido el efecto benéfico de acercar las cifras de manifestan­tes de esa jornada en París: la policía los fijó en 32.500, el sindicato CGT, en 40.000, y la empresa de conteo, en 34.700. “Una aproximaci­ón inaudita, una victoria de los hechos sobre la manipulaci­ón propagandí­stica”, concluía Eusebio Val.

Las cifras que da la Guardia Urbana de Barcelona sobre el número de personas que acuden a un acto responden a un cálculo de ocupación de la vía pública

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